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Policiales 13 de noviembre de 2019

La triste historia de vida de la joven asesinada en el barrio Las Heras

Apenas tenía 26 años y era madre de cinco niños, con los cuales había perdido el vínculo.

El detenido tiene 55 años y habría mantenido una relación sentimental reciente con la víctima.

Ana Laura Díaz (26) apareció estrangulada en el baldío de calle Puán y Fitte, donde el desdibujado límite del barrio Las Heras se confunde con el pastizal y la basura. Internado algunos metros en el terreno, el cadáver de Díaz estaba descompuesto por la acción de las más de 60 horas que pasó a la intemperie. Un cinturón de cuero rodeaba su cuello, un cuchillo a poca distancia y un buzo de color azul con un par de siglas comerciales bordadas.

El tiempo, de poder remontarse con facilidad, otorgaría la chance de reconstruir una vida marginal y doliente de Díaz, con la adicción y la violencia como contexto tóxico y de extrema vulnerabilidad.

Apenas tenía 26 años y era madre de cinco niños, con los cuales había perdido el vínculo. Tiempo atrás se había casado con un hombre relacionado al mundo de la droga y que por estos días ocupa una celda en la cárcel de Batán. El matrimonio duró poco pero le dejó una madrina, que era una de las pocas personas que aún se contactaban con ella.

En el barrio Las Heras a Díaz se la conocía por ofrecer servicios sexuales y acostumbraba detenerse en la zona de la ruta 88. Ese recurso para poder ganar algo de dinero fue el que la llevó a conocer a Miguel Bermúdez (55), el hombre detenido en la noche del lunes y que quedó imputado del asesinato. Las pruebas en su contra que estarían agregadas al expediente investigado por el fiscal Leandro Arévalo serían de mucho peso.

En la tarde de este martes personal policial allanó la pequeña vivienda de Bermúdez, en la que vivía con un hijo de 10 años y que se localiza a solo 150 metros del lugar en el que apareció el cadáver de Díaz.

Según la pesquisa, la joven había iniciado tiempo atrás una relación de interés mutuo con Bermúdez, el cual le permitía quedarse en la casa, o usarla para bañarse, a cambio de compañía. Bermúdez trabajaba de sereno o cuidador de un aserradero emplazado en el lugar y el lunes había declarado como testigo antes de que se sospechara de su participación.

Todo indica que el viernes por la tarde Bermúdez y Díaz habrían mantenido una discusión por el robo de un teléfono celular. La policía de la comisaría decimosexta obtuvo ese dato junto con otro relevante: Bermúdez solía usar un buzo de color azul con letras bordadas, similar al hallado junto al cadáver.

“Coti” era el seudónimo de Díaz y “Coti” fue el nombre que habría mencionado un testigo haciendo referencia a la pelea con Bermúdez.

A partir de ese y otros datos aumentaron la sospecha en torno al sereno, un hombre oriundo de Santa Fe que ahora permanece detenido por orden de la Justicia de Garantías. El allanamiento en su domicilio permitió recoger algunos elementos de prueba importantes y el fiscal Arévalo intentará determinar si el cinto de cuero con hebilla gris usado para matar a Díaz era de su propiedad.



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