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Deportes 21 de junio de 2018

Las claves del desastre

por Vito Amalfitano

Desde Nizhny Nóvgorod, Rusia

No había equipo hasta la hora cero del Mundial. No hay equipo hoy. Natural.

La falta de funcionamiento es más grave con las excentricidades tácticas y los experimentos y los cambios permanentes del entrenador.

Todo el Mundial de fútbol Rusia 2018 se juega a otro ritmo. El que no tiene la Selección. Hasta Senegal – Polonia, que pudo observar este cronista al borde del campo de juego, mostraron mayor dinámica con juego que Argentina.

“La clave de la derrota estuvo en mis decisiones”, dijo Jorge Sampaoli. Nunca hizo una declaración tan acertada. Al menos para esta caída puntual. Volvió a los tres defensores. Con dos jugadores por derecha, Salvio y Mercado, “no hicieron un 4” y Perisic y compañía pasaron con todos los espacios por allí. ¿Para qué puso a Enzo Pérez? ¿Por qué insistir con Salvio? ¿Acuña esta a la altura de esto? ¿De qué jugó Meza? A la falta de dinámica de la dupla que atrasa Mascherano – Biglia se la quiso reemplazar con “carrilleros” y “corredores” en vez de suplantarla con caudal de juego, con rapidez mental, con quienes pudieran aportar precisión en velocidad con otra jerarquía, por caso Dybala, Lo Celso, Banega. Es cierto que los que están afuera siempre juegan mejor. También es cierto que la mayoría de los que puso adentro Sampaoli no eran los que tenían que jugar.

Caballero cometió un grave error. No el único. Pero no fue tampoco el responsable exclusivo incluso en la jugada del gol y en otras anteriores dónde se insistió con algo como sistema cuando solo debe ser un recurso. El arquero debe estar para atajar, verdad de Perogrullo. Y el mejor atajador del país, y que atravesaba un gran momento, se quedó en el banco en los dos primeros partidos del Mundial, que quizá da una sola revancha. Franco Armani, un arquero “gana partidos”, más necesario que nunca cuando no hay un equipo de sustento. Caballero tampoco había “salvado” a la Selección en el lamentable empate del inicio ante Islandia.

La Selección jugó contra uno de los mejores mediocampos del mundo. Modric fue un 10 de verdad, y en toda la cancha. Rakitic fue despliegue y técnica, y selló la goleada en la rubrica de una jugada a puro talento colectivo, que pareció de “papi fútbol”, pero en el más alto nivel y al máximo ritmo. Perisic obligó siempre. Mandzukic atacó, hirió, peleó, se sumó al circuito de juego, defendió. Hasta fue lógico que un sector de volantes de un verdadero equipo pasara por encima a un medio sin ritmo y sin brújula. Una vez más se repite desde aquí: lo que Mascherano hace en dos tiempos, -aun con criterio y ubicación y garra-, casi todos los volantes de este Mundial lo hacen en uno.

Le hicieron creer a Messi desde hace diez años que era conductor, líder, capitán. El también se la creyó. Alcanzaba con darle un conductor antes, no sacarle a Riquelme en los tiempos en los que se iniciaba este proceso. Sobraba con sacarle pesos de encima y que desequilibre en libertad, como uno de los dos delanteros más importantes del mundo, junto con Cristiano Ronaldo.

Le hicieron creer que era Maradona. Y ni siquiera fue Messi a la hora de la verdad. Todavía le queda una chance, si se la dan otros resultados. Ojalá la tenga, y pueda demostrar algo de lo que le dijeron que era. Depende de Islandia – Nigeria. Eso ya de por sí es una derrota, aunque las matemáticas ofrezcan las posibilidades que desde el fútbol y lo anímico no se vislumbran.

@vitomundial



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