CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 7 de abril de 2024

Lola Arias ganó el Premio Internacional Ibsen 2024 por crear un teatro documental centrado en “lo marginalizado”

El jurado eligió a la artista argentina por la “dimensión ética” y el carácter "transnacional" de su obra, que pone en escena “lo que no está de moda, lo silenciado, lo borrado”.

Lola Arias nació en Buenos Aires en 1976. / Foto: Cherie Birkner.

Por Rocío Ibarlucía

La artista argentina Lola Arias fue distinguida con el prestigioso Premio Internacional Ibsen 2024 en Noruega, lo que la convierte en la primera teatrista latinoamericana en recibir este galardón y la segunda mujer después de la francesa Ariane Mnouchkine, directora del Théâtre du Soleil.

El jurado destacó que la obra de Arias, que abarca películas, instalaciones, libros, danza, poesía y teatro, “tiene un arraigo profundo en el contexto en el que ha sido hecho y es firmemente transnacional en su foco e impacto”.

El premio, creado en 2007 por el Gobierno noruego, ha reconocido a destacados dramaturgos como Peter Brook, Jon Fosse, Peter Handke y la compañía australiana Back to Back Theatre, ganadora el año anterior.


Un teatro documental

Escritora, dramaturga, directora de teatro, performer, cineasta, curadora de arte, Lola Arias es una artista versátil que desafía las etiquetas dominantes al proponer obras que desbordan las fronteras artísticas, geográficas y lingüísticas, borrando los límites entre lo real y la ficción.

Tras estudiar Letras en la Universidad de Buenos Aires, especializarse en dramaturgia en la Escuela Municipal de Arte Dramático, donde tuvo a maestros como Mauricio Kartun, y explorar la actuación con Ricardo Bartís y Pompeyo Audivert, Lola Arias enriqueció su formación participando en residencias de dramaturgos en el Royal Court Theatre (Londres) y en Casa de América (Madrid). Con estas herramientas provenientes de diversos campos, la artista argentina logró crear y consolidar un teatro documental a través de obras en las cuales personas que no son actores profesionales cuentan sus vidas, aunque sin dejar de exhibir ante los ojos del espectador que emplean recursos de la ficción.

La investigadora teatral Lorena Verzero ha descrito el teatro de Arias como una “estética del desborde”, en tanto se desborda del teatro hacia el cine, de la performance hacia la instalación, de la pantalla a la página, de la imagen a la palabra. También se desborda porque hace estallar categorías teatrales como la de personaje, la actuación y el realismo, al construir obras donde la documentación se funde con la ficción.

Este interés de Arias por lo interdisciplinario y el borramiento de los límites entre la realidad y la ficción comenzó en 2007 con la fundación de la Compañía Postnuclear, un colectivo de artistas que pensó el teatro en intersección con el cine, la música, la danza y las artes visuales. De estas experimentaciones surgió la trilogía compuesta por “El amor es un francotirador”, “Striptease” y “Franco con revólver”, performances en torno al amor que se propusieron explorar el terreno de lo impredecible y el azar.

En 2009, Lola Arias estrenó “Mi vida después”, una obra contada por un grupo de hijos cuyos padres estuvieron involucrados en la última dictadura militar argentina desde diferentes roles: algunos fueron militantes de izquierda o desaparecidos, mientras que otros fueron apropiadores de bebés, militares, curas o simplemente ciudadanos sin compromiso político. En esta pieza, los hijos rememoran anécdotas, imaginan la vida de sus padres y reconstruyen sus historias como si fuera un rompecabezas a través de fotografías y cartas familiares.

Mi vida después

Una escena de “Mi vida después”, donde seis actores nacidos a fines de los setenta y principios del ochenta reconstruyen la juventud de sus padres a partir de fotos, cartas, cintas, ropa usada, relatos, recuerdos borrados.

Esta obra marcó el cierre del ciclo de siete años de “Biodrama”, iniciativa creada en 2002 por la artista y entonces directora del Teatro Sarmiento de Buenos Aires, Vivi Tellas. El objetivo del ciclo era transformar el teatro en un espacio de exploración con no actores, es decir, personas comunes que relataban sus propias vidas mostrando sus archivos personales.

En el programa de mano de “Biodrama” se planteaban interrogantes que pueden pensarse en la producción de Lola Arias: “En un mundo descartable, ¿qué valor tienen nuestras vidas, nuestras experiencias, nuestro tiempo? ‘Biodrama’ se propone reflexionar sobre esta cuestión. Se trata de investigar cómo los hechos de la vida de cada persona constituyen la Historia. ¿Es posible un teatro documental? ¿O todo lo que aparece en el escenario se transforma irreversiblemente en ficción? Ficción y verdad se proponen en tensión en esta experiencia”.

Esta tensión es una constante en la producción de Lola Arias. De hecho, luego realizó “En el año que nací” (2012), una experiencia performativa similar a “Mi vida después”, pero enfocada en los hijos de padres que vivieron la dictadura de Pinochet en Chile, por mencionar solo una de las obras de teatro documental que le siguieron.

mi-vida-despies-tapa

En 2016, Arias reunió en un libro tres obras teatrales: Mi vida después, El año en que nací, y Melancolía y Manifestaciones. Esta trilogía parte de una misma idea: hijos que reconstruyen la vida de sus padres a partir de fotos, films, cartas y recuerdos.

Su producción en Berlín

Lola Arias ha desarrollado gran parte de su producción artística en Berlín, donde reside desde hace varios años. Sin embargo, la artista argentina enfatizó durante una reciente conferencia de prensa en el Teatro San Martín de Buenos Aires que su enfoque siempre parte de su condición de artista latinoamericana. En sus palabras, “el trabajo que hice en Europa fue en calidad de migrante; son obras que de alguna manera están atravesadas por esa mirada de extranjera. No está tan desconectado de la persona que soy ni de dónde vengo”.

Su posición de migrante le ha permitido reparar en sujetos e historias desatendidas o invisibilizadas por los locales, que la llevaron a subir al escenario a mendigos, trabajadoras sexuales, artistas callejeros, mucamas, refugiados para que cuenten sus experiencias de vida.

Por ejemplo, una de estas obras fue “El arte de ganar dinero” (2013), basada en “La ópera de los tres centavos” de Bertolt Brecht, que expone las estrategias de la actuación que deben emplear personas en situación de calle para generar compasión en los demás y así ganarse el pan.

Otra performance teatral estrenada en Berlín fue “Futureland” (2019), una pieza documental con menores que escaparon de la guerra en Siria o de Afganistán, sin sus padres, en la que cuentan sus experiencias en la pobreza y la violencia tanto en su país de origen como en Alemania.

Futureland

Una escena de Futureland.

Por otro lado, este año Arias presentó su película titulada “Reas” en Berlinale y obtuvo el premio al Mejor Documental en el Festival de Cine de Luxemburgo. Este largometraje reúne relatos de mujeres cis y personas trans que han pasado por prisión, narrados desde el género musical y con formato documental. La película entrelaza las narrativas y vivencias personales de las exreclusas con elementos musicales y coreografías.

“Campo minado”

Una de las obras más resonantes de Lola Arias en nuestro país ha sido “Campo minado/Minefield”, una performance estrenada en 2016 en Londres y, meses después, en el Teatro San Martín de Buenos Aires. La pieza fue un éxito de público y recibió críticas muy positivas en todo el mundo.

Se trata de una puesta en escena que reúne a seis excombatientes de la guerra de Malvinas, tres argentinos y tres ingleses, entre ellos un gurka, para que cuenten sus experiencias durante y después de 1982. Seleccionados y dirigidos por Arias, estos exsoldados se convierten en actores de sus propias historias al narrar e interpretar sus recuerdos mediante recursos del cine documental. De este modo, la obra, que además es bilingüe, propone una mirada transnacional sobre el conflicto bélico.

Campo minado

En un set de filmación convertido en máquina del tiempo, los seis excombatientes de “Campo minado” se teletransportan al pasado para reconstruir sus recuerdos de la guerra y su vida de posguerra.

El proyecto tuvo sus inicios con una videoinstalación de Arias llamada “Veteranos”, presentada en Londres en 2014, y continuó luego de la obra teatral con la publicación del libro “Minefield/Campo minado” (2017) y el documental “Teatro de guerra” (2018), disponible en la plataforma cine.ar.

En “Campo minado”, los antiguos enemigos en el campo de batalla ahora conviven en un territorio neutral -el escénico-, un espacio que habilita el encuentro y la posibilidad de escuchar la versión del otro de la historia. Como destaca la propia Arias, su arte no busca resolver conflictos, sino más bien visibilizarlos y explorarlos desde una perspectiva humana y personal. “Por más que los excombatientes puedan ahora convivir, ser amigos, eso no deja de estar atravesado por la tensión de que el conflicto sigue abierto, de que Argentina sigue reclamando la soberanía de las islas y de que los ingleses dicen que son inglesas. Me parece que el trabajo del arte no es resolver el problema, sino ponerlo sobre la mesa, hacerlo visible”, sostuvo Lola Arias respecto de “Campo minado”.

Desde hace 25 años, la producción artística de Lola Arias apuesta por un teatro real, humano, político. Sus obras se han centrado en reconstruir la Historia a partir de vivencias individuales, explorando cómo los problemas políticos afectan la vida cotidiana de las personas. Otras se han basado en biografías particulares de sujetos marginados por la sociedad, tanto en Argentina como en Europa, ofreciendo una perspectiva interna y sensible sobre la realidad que nos rodea.

Su próximo estreno confirma su ética y estética teatral: en mayo, presentará en el Teatro Alvear de Buenos Aires “Los días afuera”, una obra con personas que están atravesando el complejo proceso de reinserción en la sociedad tras haber estado en la cárcel.