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Cultura 11 de febrero de 2020

Megasmuestra de arte contemporáneo argentino en el Centro Cultural Borges

Las obras de la exposición "Secretos Compartidos" pertenecen a la colección de Esteban Tedesco,

Fotos: Télam | Daniel Dadove.

Una mega muestra de 300 obras que reúne en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, Ciudad de Buenos Aires) fotografías, pinturas, collages, dibujos, esculturas, objetos y tapices de artistas como Nicola Costantino, Liliana Porter o Adrián Villar Rojas, da cuenta de la heterogeneidad y el eclecticismo del arte contemporáneo argentino.

Además, pone en valor el ojo coleccionista de Esteban Tedesco, un médico cirujano que atesora más de 1.200 piezas de creadores nacionales.

Las obras que integran la exposición, que lleva el título de “Secretos Compartidos”, pertenecen a la colección de Tedesco, “que no solo adquiere obras de arte, sino que además ayuda a los artistas con el alquiler de estudios”, dijo a Télam Virginia Fabri, curadora de la exhibición junto a Eduardo Stupía.

Sobre el título de la muestra, el también artista explicó que “toda colección, sobre todo las cuantiosas como ésta, implica un grado de privacidad, misterio e incógnita; todo lo cual de alguna manera se comparte, y se revela, cuando esa colección se muestra al público”.

El criterio de selección tuvo que ver con “incluir la mayor amplitud de obra posible dentro de la accesibilidad logística y práctica de una colección de mas de dos mil piezas. Una vez elegidas, se ordenaron según las disciplinas, los formatos y en última instancia según el puro contrapunto y resonancia visual”.

Stupía evaluó que “las obras expuestas son la punta del iceberg no sólo de la colección Tedesco sino de la fisonomía multiforme, extraordinariamente diversa, rica y fértil que define el arte argentino, no sólo el llamado contemporáneo sino las vanguardias y los epígonos sustanciales del arte moderno”.

La muestra se inicia en el hall del CCB con fotografías del artista suizo Gian Paolo Minelli, quien obtuvo una beca para venir a Buenos Aires y hacer retratos de artistas consagrados argentinos. En blanco y negro fotografió a Luis Wells, Luis Benedit, Rosana Ontiveros, Rómulo Macció, Kennet Kembler, Pablo Suárez, que aparece sumergido en su bañera, y otros a los que se ve posando en la calle.

Estas imágenes establecen un contrapunto con 32 fotografías color de Rosana Schoijett, que retrató artistas que formaron parte de las becas Kuitca del Centro Cultural Rojas, y aparecen de frente con obras de arte de fondo.

La fotografía continúa en el segundo piso donde los retratos en rojo y azul aparecen como una manifestación del cuerpo social, en la serie “Guilty” de Marcelo Grossman, donde la figura del “culpable” aparece “como una construcción social y cultural incentivada por la prensa, y por teorías que hablaban de la posibilidad de ser o no un asesino, por el tamaño del cráneo”, explicó Fabri.

Un díptico de Res de la serie “Intervalos intermitentes” que habla del devenir del tiempo y de las secuelas sobre el ser humano, se agrega con imágenes del boxeador Ricardo Balbi, antes y después de una pelea donde perdió por puntos.

Arte Argentino

Autorretratos de la serie “Pequeños grandes personajes” del artista tucumano Gabriel Chaile, lo muestran caracterizado de vendedor ambulante de la época colonial: el velero y el farolero. “El Jugador”, de Marcos López de la serie pop latino, subvierte los cánones del héroe: se trata de un jugador irónicamente alejado del prototipo físico del futbolista musculoso y delgado, fotografiando a un hombre robusto.

A estas imágenes se suman las fotos en la que aparece Nicola Costantino, sometida a una intervención en su rostro, tomadas por Jorge Miño en el consultorio de Tedesco, donde experimentaba la posibilidad de permanecer a partir de la anestesia con los ojos abiertos para hacer un doble de sí misma.

A este serie se suman fotos del Planetario y de Puerto Madero que Ernesto Ballesteros tomó con la luz ocluida, logrando un efecto de extrañeza que otorga gran belleza a las imágenes y buscan alterar la sensibilidad perceptiva del espectador, bajando al mínimo el umbral de visibilidad lumínica.

Fotografías tomadas por Rosana Schoijett a figuras como José María Aznar, China Zorrilla y a Charly García sentado sobre un piano se suman a esta parte de la muestra donde la fotógrafa también aparece en un segundo plano. Obras de técnica mixta de Marta Minujín, y un “Monstruo de marihuana” de 50 centímetros, realizado con esa sustancia, por Fernando Brizuela se agregan a la exhibición.

Un clima de fantasía reina en otra de las salas de la muestra, con obras de Mauro Koliva realizadas en birome y un nivel de detalle espectacular lo que configura un trabajo exquisito, junto a una obra de Liliana Porter, y dibujos sobre papel de Eduardo Navarro hechos con azúcar quemada, precisa Fabri.

En la sala Berni, de un lado se contraponen las obras en tonos encendidos y del otro, obras en tonos grises. Así se observan las pinturas futucubistas de Ramiro Oller; inmensos cuadros en tonos rojos de Ernesto Ballesteros y una pintura donde estalla el color sobre un fondo blanco de Martín Reina, un argentino radicado en Francia.

En esta sala ubicado sobre una cajuela de vidrio impacta “El hombre de vidrio cortado” realizado con restos de botellas, por Diego Bianchi. Se suman collages y obras en acrílico de Pablo Accinelli, Federico Coletta, Valeria Paculan, y trabajos de Karina Peisajovich sobre la teoría del color.

Una serie de videos completan la selección de obras, entre ellos “Lo de adentro”, de Ana Gallardo, que da cuenta de un manifiesto en el que se superponen voces de personas torturadas durante la dictadura; mientras que otro video registra en México la experiencia musical de adultos mayores que buscan ampliar sus experiencias de vida sin importar la edad.

Obras en grafito, pinturas al óleo y tapices forman parte de la muestra como el imponente dibujo realizado en carbonilla por Ana Gallardo de la laguna de Zempoala, en México, donde arrojó las cenizas de su madre. La obra en blanco y negro tiene un gran parecido con estampas japonesas, señala la curadora.

La imagen monstruosa en acrílico sobre madera, de Adrián Villar Rojas, de un ser humano con rasgos animales hace juego con los coloridos y sugerentes cuadros de gallos de Fernanda Iriart; a los que se suma la peletería humana de Nicola Costantino donde la artista trabaja con una silicona y que semeja la piel para realizar pezones, zapatos y una campera.