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Opinión 22 de abril de 2019

Mente sana, en un cuerpo sano

Por Gustavo de Elorza Feldborg

Muchas veces y en forma reiterada, hemos escuchado la famosa y celebre frase “Mens sana in corpore sano”, esta expresión tiene su origen entre los siglos I y II d.C. y pertenece a uno de los poemas satíricos escritos por su autor romano Décimo Junio Juvenal.

No podemos ignorar que los tiempos que nos tocan vivir en la actualidad, con sus grandes ritmos y exigencias de trabajo, traen una serie de sentimientos negativos como el estrés, asociado a lo que no podemos prever por la disrupción de los tiempos y escenarios, los cuales se asocian con la angustia del vértigo de este nuevo siglo, convocando a efectos individuales como la ansiedad y depresión, lo cual impacta de manera perjudicial en la forma de vida, en los aprendizajes, en el desarrollo y funcionamiento de la memoria y sobre todo, en la forma de envejecer como sociedad.

Sin embargo, gracias a los efectos positivos y al buen uso en el desarrollo de las nuevas tecnologías, junto a las técnicas de laboratorio avanzadas no invasivas por neuroimagen, como espectroscopia por resonancia magnética, hoy podemos estudiar y comprender la relación entre el cerebro, y la conexión con la actividad física y el deporte, observando que nuestras neuronas se encuentran mejor protegidas, se potencian y mejoran los aprendizajes, al realizar la práctica de ejercicio físico.

Cuando realizamos una actividad física como correr, caminar, andar en bicicleta, nadar, por mencionar algunas de ellas, nuestros músculos comienzan su trabajo de contracción y expansión, de esta forma todo este trabajo que realizan durante el proceso de la actividad, permite que se le envié al cerebro una serie de sustancias químicas, entre ellas una proteína denominada: IGF-1. El cerebro, ante esta señal química, reacciona de manera similar, como cuando el cuerpo se encuentra viviendo una situación o momento de estrés, es decir, vivenciando una amenaza, luchando o huyendo de algún enemigo o peligro, generando como respuesta cortisol y adrenalina, propios de este tipo de proceso en nuestro sistema sanguíneo.

En respuesta a ello, nuestro cerebro libera ciertas sustancias con el fin de proteger a las células de nuestro sistema nervioso, luego de transcurrido el evento, como los neurotransmisores sinápticos (Chmura, Nazar, & Kaciuba-Uscliko, 1994), la serotonina (que contribuye en el procesamiento emocional y de la memoria), la anandamina (encargada de la regulación emocional), la dopamina (relacionada con la memoria de trabajo, potencia la flexibilidad mental y las funciones del control motor), las endorfinas (Anish, 2005) y la noradrenalina (McMorris, 2003), (encargadas de regular la sensación de bienestar en nuestro cuerpo).

De esta forma, durante todo este complejo proceso neuronal, se crean y multiplican potenciales refuerzos de nuevas conexiones entre neuronas, conocido como “sinaptogénesis”.

En el proceso de relación de nuestro cerebro con una actividad física, debemos destacar que la principal sustancia y la que mayor beneficio nos otorga, es la denominada BDNF, la cual, es una sustancia neurotrófica que se deriva desde el cerebro, esencial para nuestro sistema nervioso, ya que aporta los beneficios de potenciar nuestra capacidad de plasticidad neuronal en el cerebro, para que se adapte mejor a las diversas situaciones y pueda a la vez modificarse en función del ambiente reinante.

La realización permanente de una actividad física, trae como resultados posibles mejoras en la memoria, ya que se aumenta la supervivencia de las neuronas del hipocampo, se fortalecen las conexiones neuronales y la mielinización del sistema nervioso (Merege, 2012), favoreciendo la producción de nuevas neuronas, a partir de células progenitoras, conocido este proceso como “neurogénesis”.

Diversos estudios llevados a cabo por investigadores como la Dra. Wendy Suzuki en la universidad de Nueva York, y la Dra. Heidi Johansen, de la universidad de Oxford, estudiaron, como el ejercicio físico y aeróbico mejoran la memoria a largo plazo, dependiente del hipocampo y las funciones ejecutivas que dependen de nuestra corteza prefrontal; asimismo, también analizan cómo incide en los cambios de ánimo, la imaginación y la creatividad, factores esenciales en los procesos de aprendizaje.

Otros estudios como los del Dr. Chuck Hillman, de la universidad de Illinois, proporcionan datos que a los educadores nos son de mucho interés, y en esto que venimos desarrollando, ya que la realización de un deporte o actividad física aumentan los niveles de BDNF, y cuanto más BDNF, mayor y mejor capacidad presenta el cerebro para aprender. Por eso, después de hacer ejercicios nos sentimos mas despejados y vemos las cosas con una mayor claridad mental, siendo esto último, crucial para el desarrollo cognitivo humano.

Como dijimos anteriormente, hacer ejercicio de manera regular, nos provoca una sensación de bienestar y euforia, sin embargo, una reciente investigación realizada en el Darmouth College, en los Estados Unidos, reflejó que no es necesario convertirse en un atleta para que nuestro cerebro y el resto del cuerpo se beneficien gracias a la presencia del BDNF; sino, que sòlo con la práctica continua de unos 30 minutos diarios, alcanzaría para lograr estos beneficios en nuestro organismo.

Por último, y en relación a la educación, no debemos atribuir que por el sólo hecho de realizar un deporte o actividad física, tendremos resuelto el problema de la educación, debemos recordar que las funciones cerebrales, están compuestas por procesos extremadamente complejos, donde además influye en gran medida lo genético.

Por lo tanto, lo ideal es trabajar con nuestros estudiantes desde dos dimensiones integradas, como la práctica deportiva y un fuerte trabajo intelectual, con ello, se podría mejorar el aprendizaje diario de niños y jóvenes, mejorando el estado de ánimo, disminuyendo los niveles de estrés, estimulando la capacidad de atención, entrenando el uso de la memoria de trabajo y la de largo plazo. Esto permitiría que la educación favorezca espacios donde se desarrollen clases y aprendizajes, en donde los alumnos sean más felices, se sientan mejor y en donde disminuyan los niveles de violencia.