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La Ciudad 24 de marzo de 2024

Montenegro se pinta de amarillo para dar pelea en todos los frentes

Buscó y logró un lugar en el Consejo Directivo del PRO. La decisión marca un cambio y aporta señales. También hay novedades en el PJ. El empleo, en peligro.

Guillermo Montenegro y Mauricio Macri, en octubre del año pasado en Mar del Plata.

Por Ramiro Melucci

Guillermo Montenegro va mutando. A lo largo de su primer mandato, se mantuvo alejado de los cargos partidarios del PRO. Cuando alguien consultaba en su entorno sobre la posibilidad de que se involucrara en la vida interna del partido, asociaban la opción con la “rosca” y respondían que el intendente estaba metido cien por ciento en la gestión. 

En el inicio de su segundo mandato, el jefe comunal buscó y logró un lugar en la mesa en que el PRO toma las principales definiciones políticas. Una mesa en cuya cabecera se sienta el expresidente Mauricio Macri.

Hay allí otro viraje. La referencia ineludible que tuvieron sus primeros cuatro años de gestión –con más fuerza en el inicio que en el final– fue la del entonces alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta. El nombre del expresidente ni se mencionaba en la mesa chica del intendente. Ahora es habitual que se hable de él. “En los últimos días tuvieron por lo menos cuatro reuniones”, contaron la semana pasada.

La señal es evidente. Montenegro quiso decir presente en un partido que, de la mano de su conductor, va camino a una confluencia con el gobierno de Javier Milei y con su sello, La Libertad Avanza. “La Argentina necesita un cambio profundo”, suscribió el intendente en su primer mensaje como vocal del Consejo Directivo.

La decisión de ocupar un lugar en el PRO indica la necesidad de involucrarse en las definiciones tácticas y estratégicas del partido. Las de ahora, las del año próximo (rumbo a las elecciones de medio término) y las de dentro de cuatro años, cuando dejará de ser intendente. Tomó la designación con la naturalidad de alguien que estaba esperando el momento de hacer valer su representatividad. “Es que tiene más votos que (el gobernador de Chubut) “Nacho” Torres”, argumentaron a su lado.

Sus confidentes sostienen que esta vez pintarse de amarillo también dará réditos a la gestión del municipio. “Nos abre puertas en el Gobierno”, dicen. Lo mismo podría interpretarse del renovado vínculo con Macri, quien mantiene contactos asiduos con el Presidente.

Los que más conversan con el exmandatario cuentan que el partido que fundó y ahora preside se encamina a converger con La Libertad Avanza en 2025. La disputa por la lapicera será central. En los distritos, lo habitual es que la tenga el intendente, aunque nadie podría aventurar que no habrá fricciones.

El rumbo abre interrogantes sobre el radicalismo, la Coalición Cívica y los sectores peronistas que también forman parte de la alianza del gobierno municipal. “Nos dicen que el problema lo tenemos con La Libertad Avanza, pero ya vemos algún funcionario armando para el peronismo”, deslizó un hombre cercano al intendente.


El intendente tomó la designación en el PRO con la naturalidad de alguien que estaba esperando el momento de hacer valer su representatividad. “Es que tiene más votos que (el gobernador de Chubut) “Nacho” Torres”, argumentaron a su lado.


La vida interna del PJ también empieza a tomar temperatura tras la debacle electoral del año pasado. Desde el escenario del microestadio de Ferro, Fernanda Raverta fue una de las que atajó las críticas a La Cámpora en el congreso partidario. En el pago chico la novedad la proporcionó el sector enfrentado a la exdirectora de la Anses, que se acopló al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, impulsor de un plan para construir la candidatura presidencial del gobernador Axel Kicillof sin la organización de Máximo Kirchner.

Lo cierto es que todo eso ya queda demasiado lejos de los asuntos cotidianos. La crisis afecta al vecino de a pie y a sectores clave de la economía local. El Foro de la Construcción advirtió sobre una situación “alarmante” y lanzó reclamos a la Nación, a la Provincia y también al municipio: le exigió celeridad en los trámites. La Asociación Hotelera Gastronómica anticipó un panorama “sombrío” para el futuro y alertó de posibles cierres en el sector. Montenegro se puso enseguida a disposición, pero está claro que el largo pliego de necesidades y preocupaciones lo excede.

El marco inflacionario incrementa la presión salarial. El sindicato de municipales pidió un 35% de aumento. El de guardavidas, una recomposición para este mes que iguale la inflación. Todo mientras la actividad decrece y los ingresos a las arcas municipales caen. En ese contexto, si algo faltaba era un llamado a la rebelión fiscal con guiño presidencial. El diputado José Luis Espert le apuntó a los impuestos que recauda Kicillof (patentes, Inmobiliario e Inmobiliario Rural), pero tocó de pasada a las tasas municipales. “La gente no debería pagar la Tasa de Seguridad e Higiene. No te dan nada, vos ya pagás ABL por la calle limpia”, lanzó.

Lejos de la reacción de Gustavo Pulti (pidió un juicio político a Espert) y de la “profunda preocupación” que manifestó el bloque de Unión por la Patria en el Concejo Deliberante, en la administración de Montenegro volvieron a optar por la prudencia. Como en todo lo que genera el Gobierno nacional. Por lo bajo comentaron que la propuesta “no es responsable” y no genera “ninguna buena consecuencia”. Ni siquiera permite “empezar a discutir una reforma del sistema impositivo”, del que se muestran partidarios. Pero al mismo tiempo presienten que el llamado a rebelión “no moverá el amperímetro”, y concluyen: “El que no paga es porque no puede, no porque le digan que no tiene que pagar”.

Hubo otros episodios que despertaron la atención del oficialismo vernáculo. Las celebraciones por el cierre del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (Inafci), organismo que iba a financiar el proyecto agroecológico impulsado por una agrupación vinculada a Juan Grabois en El Marquesado, se superpusieron con la preocupación por cómo uno de los baluartes del discurso en seguridad se deteriora con el paso del tiempo: la Zona Roja parece reinstalarse en la avenida Luro entre las calles Guido, Funes, Olazábal, San Juan, La Pampa y Chaco.

Cuando la semana parecía encaminada y –para alivio del intendente, que se tomó unas minivacaciones– ni la alerta naranja generó las complicaciones que podían aventurarse, cayó sin que nadie la esperase la granada del Indec. Mar del Plata terminó el año pasado como el conglomerado urbano con mayor desocupación del país, con un índice de 9,3%.

El secretario de Desarrollo Local e Inversiones, Fernando Muro, propuso enseguida una mirada a la Encuesta Permanente de Hogares del cuarto trimestre de 2023 desde otro ángulo. Aludió al promedio de 7,43% de los cuatro trimestres del año pasado, “el más bajo de la historia”; al 52,6% de la tasa de actividad (la segunda detrás de Buenos Aires) y al 47,8% de la de empleo, que ubica a Mar del Plata en la cuarta ubicación.

Pero las sombras van oscureciendo lo que viene. La inflación, la caída de la actividad, los fuertes aumentos en los servicios, los impuestos y las tasas hacen tambalear a las pymes. Ya lo alertaron la construcción y el sector hotelero gastronómico: el empleo ingresa en zona de riesgo. Mar del Plata, que tiene a casi el 90% de sus trabajadores en el sector privado, ya siente los primeros síntomas de un cuadro que se agrava.