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Opinión 27 de febrero de 2018

Para que la emergencia no sea basura

por Marcelo Artime

No es la primera vez que un gobierno municipal pide declarar una emergencia debido a serios inconvenientes con la disposición final de residuos. Cerca de 14 veces, desde 1983 a la fecha, se han solicitado emergencias. Vale recordar que desde 1994 hasta el año 2011 se arrojaron los residuos en un basurero a cielo abierto que llegó a ser el más grande de la Argentina. Pero las últimas dos tienen rasgos que la hacen singulares.

La emergencia solicitada por el ex intendente Pulti en diciembre de 2007 inauguró, por primera vez en la historia de nuestra ciudad, una serie de inversiones sin prácticamente costos para el Estado municipal, por parte del Banco Mundial y del BID, que dejó como resultado una infraestructura que dudo que los marplatenses valoremos su importancia. Un relleno sanitario que fue motivo de mención en muchos congresos internacionales como ejemplo, además de haber provocado la visita de varios especialistas para conocerlo. Un sistema de tratamiento de los líquidos lixiviados por nanofiltración, cuyo resultado del proceso es un líquido apto para riego, existente sólo en el Complejo Norte 3 en el Gran Buenos Aires y acá. Una Planta de Separación de Residuos que si bien no posee el funcionamiento adecuado es nuestra y siempre se puede mejorar. Y además la propiedad de un predio por parte del municipio apto para disponer residuos y con espacio por no menos de 10 años mas.

Esta emergencia solicitada también tiene rasgos peculiares. Es el primer gobierno de la democracia que recibió el tratamiento de los residuos en forma más que correcta ambientalmente, y que después de haber recibido dicha infraestructura en sólo dos años se encuentra en emergencia. Esto no ha sido provocado por desastres naturales ni condiciones externas que lo provocaran. Solo el desconocimiento, la subestimación del tema y la aburridora costumbre de descartar lo hecho antes han configurado la política del Emsur de los últimos dos años.

Hoy la situación es gravísima. Una lluvia de más de 60 milímetros provocaría que las piletas de acopio de lixiviado desbordaran, ya que la planta solo esta tratando un tercio de lo que se genera. El relleno no tiene cobertura de los residuos y en solo 30 días no habrá lugar para disponer. Hace casi dos meses que nadie controla que es lo que se dispone corriendo el riesgo de estar enterrando residuos peligrosos o patogénicos. Hace ya varios meses se permitió la entrada de los recuperadores al frente de trabajo, poniendo en riesgo de vida a los mismos y anulando cualquier posibilidad de operación correcta. Se abandonó el trabajo del equipo de Inclusión Social, el cual ya había alcanzado algunos logros y el trabajo con los vecinos que sufren condiciones indignas de supervivencia, y por eso mismo se desperdiciaron de obtener 20 millones de pesos del BID para poner en condiciones los playones de recupero. Sin entrar en detalles de iniciativas ridículas como licitar el servicio por dos años, lo cual hubiera salido carísimo para el Municipio, ya que por sólo poner un ejemplo cualquier empresa cotiza el uso de una maquinaria en no menos de 4 o 5 años de amortización.

La emergencia será valida si resulta un punto de inflexión en esta película del atraso e improvisación. Conociendo la realidad de esta industria, sus posibilidades de generar trabajo e inclusión, gestionando el acceso a fuentes de financiamiento, dejándose asesorar por Universidades y entidades calificadas, planificando y con políticas continuas es absolutamente posible que todo esto cambie. Pero el gobierno debe corregir el rumbo drásticamente, o mejor dicho encontrar uno.

Hoy no hay otra salida lamentablemente que la emergencia. Deben contratarse varias obras que ya tendrían que estar en marcha. La celda B del módulo 1 asegura el tiempo necesario para un proceso licitatorio de jerarquía, abierto, transparente y fijando objetivos acordes a o los avances que ya se dan en la región, como por ejemplo la generación de energía usando el gas metano. La puesta en condiciones de los playones de seguridad con seguridad y condiciones dignas constituye una obligación moral. Y finalmente contratar, por un tiempo solo de transición una empresa que este a la altura de las circunstancias. Con antecedentes comprobables en operar en ciudades de una escala parecida a la nuestra y que haya dado muestras de cumplir con las condiciones laborales de los trabajadores de esta dura actividad.

No arriesguemos. No improvisemos mas. Hay limitaciones presupuestarias como siempre pero tenemos a diferencia de otras ciudades el cobro de tasa Girsu que no es poco. Revisemos si se les cobra a los generadores privados o pagan unos pocos. Y volvamos al camino de la separación de origen. Esto tenía como consecuencia que cada vez paguemos menos por la disposición y es un objetivo necesario. Para financiar esto contamos con el 2,5 de lo facturado por la empresa de recolección como figura en el pliego vigente y que al no cumplirse ya ha generado una observación del tribunal de cuentas.

Para terminar evaluemos si los marplatenses podemos manejar este tema o se lo tenemos que dar al Ceamse. Es una empresa estatal con impecables cuadros técnicos y mucha trayectoria. Pero solo un dato: a la misma empresa que el Municipio le pagaba 240 pesos por disponer cada tonelada de residuos, el Ceamse en Buenos Aires paga cerca de 500 pesos. Responde a valores internacionales que marcan entre 25 y 30 dólares la tonelada. Acá lo pudimos hacer con menos desde el 2011.

Ahorremos pero no dañemos el ambiente que no tiene precio.