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La Ciudad 27 de septiembre de 2020

Peleas, trabas y advertencias con la peste y el desempleo de fondo

El Concejo aprobó dos proyectos que impulsan la gastronomía en una sesión que será recordada por una frase. La pelota quedó del lado de Montenegro, que oye recomendaciones en contrario de la Provincia. El aumento de contagios y el 26% de desocupación, dos aristas de un mismo cuadro dramático.    

La sesión del viernes terminó en forma abrupta.

 Por Ramiro Melucci

El jueves, un día después de que el 26% de desocupación sacudiera los cimientos de la Municipalidad y uno antes de que la sesión del Concejo Deliberante se desmadrara, Guillermo Montenegro conversó con Axel Kicillof. El intendente le pidió un guiño para la vuelta de la gastronomía al aire libre, el ingreso de clientes en los comercios de ropa y la obra privada en edificios. También le transmitió la necesidad de empezar a reactivar el turismo de cara al verano. La charla fue amable y respetuosa, como siempre. Pero el gobernador, convencido de que el devenir de la temporada depende de la reducción de contagios de coronavirus que pueda registrarse en primavera, no cedió.

Gran parte de lo que sucedió después puede explicarse a partir de ese desacuerdo. Tres funcionarios del Ministerio de Salud bonaerense alertaron sobre la situación epidemiológica de Mar del Plata en la previa y durante la sesión que trataba una posible reapertura de la gastronomía. Nicolás Kreplak, el viceministro, advirtió que solo es concebible una buena temporada si se bajan los casos ahora. Leticia Ceriani, subsecretaria de Gestión de la Información, reforzó: “Si hoy estuviéramos en temporada, Mar del Plata no podría recibir turistas”. El combo lo completó el ministro Daniel Gollan. Casi al mismo tiempo que los concejales se aprestaban a levantar la mano para aprobar los corredores gastronómicos, recomendó que el distrito haga un esfuerzo de tres semanas para tener una mejor perspectiva ante el verano.  

Aquellas palabras rebotaron enseguida en el recinto. Las mencionó el jefe del bloque del Frente de Todos, Marcos Gutiérrez, antes de que se aprobara su proyecto y de asegurarse, a través de la redacción que consensuó con el oficialismo, que sigue siendo el intendente el que tiene la potestad de disponer o no una apertura a través de la reglamentación de los corredores gastronómicos. Cerca del intendente interpretaron, en cambio, que las palabras de Gollan tenían destinatarios ajenos pero también propios. Lo que nadie puede dudar es que fueron una advertencia.

Contexto para formularla no le faltaba. Esa misma noche, el municipio anunció un récord de casos diarios de coronavirus. La posibilidad de una meseta, que había ilusionado en los primeros días de la semana y que generaban el terreno propicio para la votación de la apertura gastronómica, se evaporó. Como si la realidad se empeñara en asimilarse cada día más a un laberinto sin salida, ayer se sumaron al reporte oficial de la provincia otros 3500 fallecidos, lo que terminará ennegreciendo la estadística local.

Solo un dato conmovió tanto a la dirigencia política local como el tendal de enfermos y muertos que dejó el coronavirus en los últimos siete meses: el de saber que nunca en su historia, ni siquiera en 2001, Mar del Plata alcanzó un porcentaje de desocupación como el que informó el Indec sobre el segundo trimestre del año. El 26%, que duplica a la media nacional, implica en la comparación interanual la destrucción de cerca de 90 mil puestos de trabajo y la existencia de casi 100 mil habitantes con problemas de empleo durante los meses de abril, mayo y junio. Las cifras combinan factores estructurales, estacionales y coyunturales. Son un golpe demoledor a una ciudad ya tambaleante por el Covid.

Montenegro evaluó que el índice se disparó por la parálisis de toda la actividad vinculada a la industria turística, desde el cierre de la gastronomía y los hoteles hasta la imposibilidad de que haya fines de semana largos y la suspensión de congresos y convenciones. El momento de la medición coincide, además, con los meses en que los comercios minoristas permanecieron con las persianas bajas.

De la lectura oficial se desprende que, al margen de los meses de verano, el turismo es fundamental para el resto del año. Con ese argumento, Montenegro le planteó a Kicillof la necesidad de apurar la reapertura del sector, todavía vedado por la Nación. La reacción del municipio ante el 26% incorporó, además, una crítica explícita al sistema de fases implementado por el gobierno bonaerense. “Es obsoleto”, disparó el secretario de Producción, Fernando Muro. El Frente de Todos ya empezó a facturárselo en el Concejo, donde hizo alusión a la falta de iniciativas en materia productiva.

En el bloque opositor deslizan fuera de micrófono que las fases podrían dejar de tomarse en cuenta después del 11 de octubre, cuando finalice la extensión de la cuarentena. De allí que, en lo que a aperturas refiere, obre para ganar tiempo. El gesto de otorgarle una ordenanza a Montenegro para que decida sobre la gastronomía fue el más elocuente. Concilió en un mismo acto la necesidad de hacerse eco del reclamo del sector con la de no ser partícipe directo de una reapertura desaconsejada en los despachos de La Plata. 

En medio de las tensiones, el Concejo aprobó por unanimidad la prórroga de la emergencia sanitaria. El debate tuvo momentos incómodos para el gobierno. No solo porque la oposición denunció una subejecución de las partidas de salud, sino además porque Virginia Sívori (Frente de Todos) responsabilizó al propio municipio por no recibir más fondos de Provincia y Nación. Ejemplificó con dos partidas. Una de $ 8 millones para la compra de alimentos, de la que dijo que el municipio no rindió cuentas y por eso no logró un nuevo desembolso. Y la de $ 7 millones del fondo para la reactivación del turismo y la cultura, que anunció Kicillof en Chascomús con Montenegro en primera fila. La concejala opositora afirmó que ese monto obedeció a la baja cantidad de establecimientos del sector que anotó la comuna. 

Cuestiones administrativas que, vistas desde el costado político, siempre pueden solucionarse con una charla a tiempo. Salvo que haya otras motivaciones, como sospechan en Juntos por el Cambio. “Que a Mar del Plata, la capital turística del país, le den $ 7 millones sobre $ 300 es un chiste”, descerrajó por lo bajo un legislador.

En el recinto, el oficialismo no rebatió los datos de Sívori. Recibió más estocadas de las que dio con el propósito de garantizar la prórroga de la emergencia sanitaria y los proyectos vinculados a la apertura gastronómica. El de los corredores, el que permite la colocación de decks afuera de los establecimientos y el de Acción Marplatense, que directamente autorizaba la actividad al aire libre cuando se promulgara la ordenanza. La cuota de consenso se acabó antes de llegar al último. El Frente de Todos nunca estuvo dispuesto a concederle un rédito político al bloque pultista.

Inexperto en las lides de la política, Horacio Taccone, el presidente de esa bancada, se salió de quicio cuando escuchó a Marcos Gutiérrez decir que no lo iba a votar. Allí pronunció su controvertida frase, completamente fuera de lugar. En el acto dejó en un segundo plano la pelea de la radical Cristina Coria con su compañero de interbloque Nicolás Lauría, que hasta ese momento ganaba protagonismo en los mentideros de la política. Y obligó a ponerle fin a la jornada legislativa para aventar la posibilidad de que el recinto del Concejo se transformara en un ring de boxeo.