Una de las características de los deportes que tienen continuidad periódica en sus competencias, es que la posibilidad de redención está a la vuelta de la esquina.

Con las licencias del caso, porque en realidad Santa Clara del Mar no queda a la vuelta de la esquina, Quilmes tendrá muy rápido una buena ocasión de enderezar su rumbo en la Liga Argentina de Básquetbol.

Después de una muy pobre presentación que concluyó con una agria derrota como local, en el Polideportivo “Islas Malvinas” ante Zárate Básket, el “tricolor” recibirá este domingo, desde las 20, a Atlético Pilar, en el Polideportivo de la vecina localidad balnearia, sede en la que jugará su segundo partido, tras el que perdió ante Hispano Americano de Río Gallegos (70 a 53).

Las propias falencias le generan a Quilmes una inseguridad propia de un equipo de menor jerarquía. En principio, los de Luro y Guido no están perfilados para ser protagonistas principales. Pero tampoco para pelear en el fondo de la tabla. Y en algunos partidos, su rendimiento en cancha dista mucho de su promedio de eficacia en cuanto a saldo entre triunfos y derrotas.

Con ese panorama, al margen de haber conseguido una victoria en sus últimos ocho partidos, Quilmes recibirá a un equipo que, aún sumergido en los últimos lugares de la tabla de posiciones, puede plantearle dificultades.

El “Rancho” cuenta con dos extranjeros, los estadounidenses Anastasios Demogerontas (de ascendencia griega) y Dishon Lowery (jugó en la Liga Nacional para Ferro Carril Oeste), acaso los jugadores más desequilibrantes, abastecidos por un base experimentado y rendidor, Pablo Bruna, más un escolta también con pasado en Liga Nacional, Eduardo Gamboa.

Como sea, por virtudes del rival o por actualidad propia, no asoma como sencilla la empresa para Quilmes, que deberá dar un golpe de timón importante para recuperar parte del terreno perdido.