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Gastronomía 28 de febrero de 2021

“Retrogastronomía”, mirar al pasado para salvar el futuro

Los cocineros abogan por mirar los recetarios tradicionales con nuevos ojos. Aprovechar el conocimiento y las técnicas actuales para volver "a la cocina de aprovechamiento de las abuelas".

Filete de pescado, ideal para el almuerzo y la cena. Foto: Secretaría de Agroindustria | Augusto Famulari.

por Pilar Salas

Recuperar recetarios tradicionales de aprovechamiento, no por necesidad económica sino por el planeta, es lo que plantea la “retrogastronomía”, un movimiento al que cada vez se suman más cocineros y que quiere llegar también a los hogares para no esquilmar los recursos naturales, especialmente los marinos.

El presidente de Restaurantes Sostenibles (España), Sergio Gil, destacó en el encuentro telemático “Gastronomía y pesca sostenible“, promovido por Marine Stewardship Council, que “el pasado es un caladero para la gastronomía; no se trata de inventar nada nuevo, sino de volver a la economía circular de antaño frente a la lineal actual”.

Como ejemplo puso la zarzuela de pescado, un plato marinero que se cocinaba con “todo lo que venía del barco” y se servía a diario en el barrio de La Barceloneta, pero que “hoy es impensable”.

Con él coincidió Blanca del Noval, cocinera de investigación en BCC Innovation, una de las ramas del Basque Culinary Center de San Sebastián, quien recomendó mirar a los recetarios tradicionales, un reflejo de “comida de pobre”, con nuevos ojos, porque después de unas décadas de despilfarro alimentario, “hoy en día todos somos pobres en recursos”.

Del Noval, que trabaja por la sostenibilidad desde la cocina tanto en restaurantes como en el hogar, recordó que el concepto del lujo cambió y que en los domicilios conviene volver a comprar el pescado entero y aprovechar partes como las cabezas y las espinas para hacer un sencillo pero sabroso caldo que luego nutrirá múltiples elaboraciones.

“Hay que volver a lo tradicional, a comprar el pescado entero y a aprender a diseccionarlo para aprovecharlo al completo; hay que aprender a cocinar y a cocinar tus recursos”, añadió.

En la alta cocina

La alta cocina también se sumó a este movimiento por la supervivencia del planeta, como demostró Diego Guerrero, con dos estrellas Michelin en DSTAgE (Madrid). Justo en la temporada previa a la pandemia, mostraba a sus comensales una bandeja con las partes del pescado que normalmente se desperdiciaban para después mostrarles a través de un plato creativo cómo aprovecharlas.

Lo ejemplificó con un aperitivo de bacalao en el que aprovecha escamas, piel, ijada y morrillo. “Usamos cinco técnicas diferentes para aprovechar al máximo el pescado, dando texturas diferentes, para dar una idea de aprovechamiento integral”, detalló.

Se trata, añadió, de aprovechar el conocimiento y las técnicas actuales para volver “a la cocina de aprovechamiento de las abuelas” sin perder la capacidad de sorprender al comensal por la que apuesta la alta cocina.

“Hay cantidad de recetas de aprovechamiento en el recetario tradicional que apelan al sentido común, porque la necesidad agudiza el ingenio y aumenta la creatividad. Podemos coger esa conciencia con las técnicas, recursos y conocimientos que tenemos ahora para hacer más cosas”, razonó.

Revalorizar especies

En este encuentro se habló de la necesidad de apostar, no ya sólo por partes de alimentos que se desecharon en los últimos años, sino también por “revalorizar especies de bajo consumo“. Más allá de consumir merluza todo el año, lo que significa fuera de temporada importarla de otros países, apostar por otras especies menos conocidas significa evitar la sobreexplotación de las que pululan en restaurantes y mercados.

Así lo destacó Del Noval, quien abogó por “apostar por la pesca social y local” enseñando “cómo cocinar esas especies que son igual de válidas” aunque no tan populares.

En este encuentro se puso de manifiesto que la concienciación medioambiental en la canasta de la compra debe afectar por igual a restaurantes y casas. De hecho, subrayó Sergio Gil, la alta cocina se incorporó “de forma explosiva” al movimiento por una gastronomía sostenible, sin renunciar a ofrecer experiencias diferenciales que no se pueden vivir en los domicilios.

Diego Guerrero, uno de sus exponentes, indicó que gastronomía “es permeable a la sociedad y el consumidor final es quien manda”, de forma que la mayor concienciación social hizo que también los restaurantes se adapten a modelos más sostenibles.

EFE.



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