Ro Ferrer estrena en Mar del Plata su primer “stand up gráfico”
“De Sarah Kay a Sarah Connor” es el nombre de la propuesta que combina proyección de ilustraciones y toda su experiencia, con el humor como herramienta de transformación.
"Entre las risas hay espacio para el asombro, para entender ruidos que no detectamos como formas de violencia, para amigarse con heridas", reflexiona la artista y activista Ro Ferrer, quien debuta con su stand up en Mar del Plata.
Por Claudia Roldós
¿Una ilustradora que hace stand up? Ro Ferrer es mucho más que eso. Es una artista que a través de sus dibujos y su sensibilidad expone una colección de temas, ideas que, desde esos trazos y pinceles pasaron a la acción en redes y a charlas presenciales. Es una “artivista”, comprometida con un mensaje centrado en contribuir a desentrañar todos los tipos de violencia, opresión, discriminación y desigualdad, que nos afectan como sociedad.
“Ser feminista, para mí, es pelear contra todos los modos de violencia, no solo los que me afectan”, asegura la referente en una charla con LA CAPITAL, antes del estreno nacional de su primer unipersonal.
“De Sarah Kay a Sarah Connor” es el simbólico nombre de la propuesta en la que se lanza a este nuevo desafío desde Mar del Plata, lugar que considera su segundo hogar.
“Si Mar del Plata hablara”, confía Ro, quien mostrará este pensado y trabajado espectáculo este viernes 14 de noviembre en la sala Melany (San Luis 1750) y para el que las entradas están a la venta en Plateanet.
“Vengo dando charlas sobre ESI, Perspectiva de Género y Derechos Humanos hace más de diez años y siempre me dijeron que por el modo de hablar tenía que hacer stand up”, dice la artista, que considera que el “abordar desde el humor temas complejos mejora la recepción”.
“Ser feminista, para mí, es pelear contra todos los modos de violencia, no solo los que me afectan”
Al mismo tiempo, sobre la necesidad de “exponerme en un escenario”, indica que comenzó a notar que “el espacio de difusión de las ilustraciones me quedaba chico. Las redes son de los sectores de poder real y quienes activamos desde la mirada feminista, antirracista, decolonial, antipatriarcal, etcétera, solemos ser silenciadas. Te invisibilizan los algoritmos. Además, siempre supimos que el reclamo era político y la batalla, cultural. El avance de las ultraderechas sobre los derechos obtenidos se fue construyendo con discursos de odio y noticias falsas. Hay que seguir construyendo desde lo colectivo“. Y así profundizó en este proyecto.
-Me pareció muy simbólico el título “De Sarah Kay a Sarah Connor” ¿Me podés contar cómo lo elegiste? ¿Representa un poco tu recorrido? ¿Cómo ha sido la recepción?
-Cuando escuchan el nombre, en general, se ríen (salvo quienes no tienen idea de quiénes son ambos personajes). Es absolutamente autorreferencial, me río de mí y de todo lo que nos enseñaron como “normal”. Sarah Kay representa el estereotipo naif, el “rosita rococó” de “la nena buena”, que sabe ubicarse, que cumple con el disciplinamiento cultural manteniendo la sonrisita. Está inmersa en el mito del amor romántico (que de amor no tiene nada, romantizó todas las violencias). Esa niña sigue estando en mí pero de otra forma, sin olvidar quién fui, la sorpresa, el disfrute, las ganas de “jugar” y crear. Pero la vida, los procesos personales y comunitarios fueron transformando a esa Sarah Kay en una mujer que no reniega de lo vivido, que se conoce, que por fin puede poner límites, construir y desarrollar su propio deseo (en el más amplio sentido), y animarse a aventuras nuevas incluso con miedo.

“Vengo dando charlas sobre ESI, Perspectiva de Género y Derechos Humanos hace más de diez años y siempre me dijeron que por el modo de hablar tenía que hacer stand up”, cuenta Ro Ferrer.
-¿Qué pensaste dejarle al público con este espectáculo?
-Es un show que está pensado para reír, emocionarse y reflexionar sobre cuestiones que están tan normalizadas que no las vemos como algo impuesto, casi obligatorio. Les hablo a los varones para que puedan desarmar las propias mochilas (que son pesadas también). Pero, especialmente, me río de “lo que se espera” de todas las personas, de lo que fue silenciado, los mitos, estereotipos. Niñez, pubertad, malamadrismo, perimenopausia, voy pasando por cada etapa buscando exorcizar esas cosas que quizá son dolorosas en algún punto y desde la risa y la amorosidad son más fáciles de desarmar.
-¿Cómo trasladás la voz crítica de las ilustraciones al formato del stand up?
–El personaje de esas ilustraciones soy yo. Inicialmente, no era de ese modo, hasta que entendí que tenía que hacerme responsable por lo que decía. Quería que quedara claro que era mi modo de pensar, no un escudo que en algún momento me librará de críticas o ataques. Y si bien es otro formato, es lo mismo, sigo siendo yo. De hecho la parte gráfica está en el espectáculo, por momentos me apoyo en ciertas imágenes y luego van sucediendo animaciones y dibujos propios que apoyan lo que voy diciendo.
-¿Creés que la imagen y la palabra funcionan hoy como una dupla inseparable a la hora de comunicar? ¿Más que cada formato individualmente?
-No necesariamente, creo que hay momentos, espacios y mensajes en los que funcionan de manera diversas. Hay ilustraciones sin texto porque no necesitan palabras para expresar. Hay otras que anclan o refuerzan lo gráfico con la escritura. A veces necesito hablar directamente para simplificar el mensaje o porque pienso que puede tener otro impacto. Eso se va percibiendo en cada instante, se relaciona más conmigo que con lo que pasa “afuera”.
-Decías que el humor muchas veces permite decir cosas que de otro modo quizás sería más difícil de abordar. ¿Sentís que el humor amplifica el mensaje artivista?
–El humor levanta barreras, nos hace más permeables al mensaje. Ojo, yo diferencio humor de violencia simbólica. Para mí, es humor cuando rompe el statu quo, lo hegemónico, las desigualdades, cuando te permite tirar la mochila repleta de estereotipos y mandatos impuestos (que no tienen nada de natural y biológico). La violencia simbólica se disfraza de humor pero continúa reproduciendo, legitimando violencias históricas, sistemáticas. Se puede usar “el humor” para expandir discursos de odio que sostienen y refuerzan formas de discriminación, violencia, deshumanización, etcétera.

“Creo que es fundamental ampliar la llegada de un mensaje que busca desarmar todas las formas de violencia y desigualdad, para que nadie quede ‘afuera’”.
-Tenés una comunidad enorme en redes, que interactúa mucho con tu trabajo. ¿Cómo influye esa interacción en lo que hacés sobre el escenario?
-Se siente mucho el amor y el apoyo de quienes “me siguen”, soy muy agradecida. Influye en la necesidad de mirar a los ojos, de hablarles directamente, no te olvides que salvo cuando doy charlas, ilustro en casa, en soledad. Nunca pienso qué puede generar un dibujo o hasta dónde puede llegar. Es bastante visceral e inconsciente.
-¿Pensás el espectáculo para el perfil que “te sigue” o preferís ampliar el espectro o no pensarlo en función de “nicho” o “comunidad”?
-No, justamente lo pensé para que no sea de nicho o comunidad. Creo que es fundamental ampliar la llegada de un mensaje que busca desarmar todas las formas de violencia y desigualdad, para que nadie quede “afuera”. La cosa esa de hablarle a quienes se que les va a gustar o que piensan como yo, me parece que queda corta, a mitad de camino. Sé que entre las risas hay espacio para el asombro, para entender ruidos que no detectamos como formas de violencia, para amigarse con heridas. Trabajé mucho el texto, quería que se fueran de la sala con alguna “fichita caída”, con algo que no hubieran pensado hasta ese momento.
-¿Cómo ves/analizás los cambios que se han dado en los movimientos feministas? ¿Cómo sentís que se debería seguir?
-Como todo movimiento, se mueve. Me refiero a que es dinámico, que nos atraviesan de manera transversal demasiadas cuestiones colectivas, sumando la coyuntura del país y del mundo, ¿no? Es una filosofía de vida, no es slogan barato ni moda. Es un posicionamiento político frente a los DD.HH., a un sistema que nos deshumaniza y explota; y que además se sostiene gracias a eso. Comparto eso de que “se sale colectivamente”. Estamos en un momento de mucho individualismo, donde se ha normalizado el odio, la discriminación y cualquier otra forma de violencia. El movimiento feminista incluye muchas maneras de vivir el feminismo. Yo creo que si no es transfeminista, antirracista, decolonial, antipatriarcal, antiviejista, anticapacitista, popular, hay realidades que quedan afuera. Ser feminista, para mí, es pelear contra todos los modos de violencia, opresión, discriminación y desigualdad, no solo los que me afectan. Se sigue armando redes, persistiendo, resistiendo e insistiendo, como dice Diana Maffía.
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