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Cultura 21 de abril de 2019

Sylvia Molloy: “No existe un idioma neutro, el español es tan peculiar como el castellano”

La escritora expuso su vínculo con la palabra como un territorio en el que habitan formas, vivencias y recuerdos. Trabaja en la reedición de "Varia imaginación" y la traducción de "Vivir entre lenguas".

Sylvia Molloy.

Sylvia Molloy es ensayista, escritora y crítica literaria y desde la narración, la docencia y la investigación expuso su vínculo con la palabra como un territorio en el que habitan formas, vivencias y recuerdos que dan cuenta de identidades, conflictos y percepciones que se nutren, siempre, en el ir y venir de la experiencia entre la lectura y la escritura.

Autora de “Las letras de Borges”, “Acto de presencia”, “En breve cárcel” y “El común olvido”, Molloy (Buenos Aires, 1938) viajó a la Argentina desde Estados Unidos, donde vive hace décadas, para participar del coloquio “Los mil pequeños sexos” y en ese marco, dialogó con Télam sobre sus proyectos, sus lecturas y su trabajo con el lenguaje.

Abocada a dos proyectos que la llevan a repasar sus propios textos (la reedición de “Varia imaginación” y la traducción de “Vivir entre lenguas”), aseguró que está con poco tiempo para leer a otros autores pero confesó que se compró los dos últimos libros de Sergio Bizzio, a quien admira por su “manejo de la ficción muy económico y preciso”.

– Hace poco se realizó el Congreso de la Lengua y a propósito de “Vivir entre lenguas”, decías que usabas el español, no el castellano porque te interesaba la peculiaridad de cada país.

– Ayer en una lectura me di cuenta que ponía español y pensé “si yo escribiera esto ahora, a lo mejor, escribiría castellano”. Creo que puse español para insistir en un idioma que tiene distintas manifestaciones y formas. Me enteré muy lateralmente de las discusiones que hubo en el Congreso pero me acuerdo que hace muchísimos años, cuando se publicó “En breve cárcel”, la gente de Seix Barral me corregía ciertas cosas como que la narradora comía pan con “manteca” y ponían “mantequilla”, yo decía “en la Argentina comemos manteca” y me contestaban “manteca es grasa de cerdo”, yo decía “en la Argentina no lo es y no me importa que los lectores piensen que la protagonista come grasa de cerdo”. Lo terminaron dejando pero tuve que pelear para que no me españolizaran el libro porque me corregían cuanto particularismo de la lengua surgía y lo transformaban a un español de España que, creo que de buena fe, piensan que es un español neutro. No existe un idioma neutro, el español de España es tan peculiar como el castellano nuestro, así que ¿por qué puse español ahí? No lo sé, a lo mejor en una manifestación futura del libro pongo castellano.

– Nombrabas “En breve cárcel”, con todo lo que costó publicarla en la Argentina en 1981, ¿cómo ves esa dificultad en perspectiva?

– Se reeditó en 2017 por Fondo de Cultura en la colección que dirigía Ricardo Piglia, la Serie del Reciénvenido, donde rescató textos que le habían gustado en algún momento y tuve la enorme suerte que le gustara y la vuelva a publicar. Fue darle una nueva vida a un texto que pasó por muchos avatares, la primera edición salió en España porque acá no se podía publicar. Luego la publicó una editorial independiente, fue una tirada chica, después salió en México y no llegaba acá. Fue tan difícil de conseguir que se convirtió en un libro especial. Pero hubo una circulación clandestina, ya que me contaron que gente que tenía la versión de Seix Barral la hacía circular en fotocopias. Me gustó la idea del texto circulando clandestinamente.

– ¿Hubo alguna lectura de ese libro que te haya impactado especialmente?

– Sí, siempre respetando y estando muy atenta a la idea de que todo libro es susceptible a múltiples lecturas, algunas conclusiones con las que no estaba de acuerdo me parecían extrañas. Una colega en otra Universidad en Estados Unidos me dijo que lo daba en sus clases y que era leído como un libro de molestia sexual e incesto. Yo no entendía entonces me habló de una escena en la que la protagonista habla de su infancia y evoca cuando el padre a veces pasaba a la mañana al salir al trabajo y la besaba. No entiendo cómo de ahí salió la idea de incesto.

– Trabajaste las lecturas que se hicieron de las obras de Alejandra Pizarnik y de la venezolana Teresa de la Parra. ¿Cómo pensás que pueden ser releídas hoy?

– En el caso de Teresa se pueden ver distintas perspectivas o posibilidades de lectura. Hay tantas barreras y tantos disimulos en su obra. Por ejemplo, en “Memorias de Mamá Blanca” la recreación de ese mundo idílico colonial del pasado aristocrático corre el riesgo de aparecer un poco ñoño en este momento. Cobra otro sentido si lo ubicás en el contexto de su vida y en relación a otra parte de su obra que ha sido descuidada. Creo que esa recreación ha operado como una suerte de refugio para ella que no podía escribir una novela en presente, entonces esas relaciones entre mujeres las podía recrear en el mundo de Mamá blanca. Quizás un lector hoy toma la novela y piensa que hay algo pasado de moda, pero creo que nos dice mucho sobre ella. En su caso y en el de Alejandra hay tupidos velos en cuestiones como sexualidad y hay que leer el texto en el contexto histórico pero también dentro de la obra del autor. Por ejemplo, su novela “Ifegenia” se lee muy poco y es la que habría que leer, que está situada en época moderna pero no fue leída con tanto gozo como “Memorias de Mamá Blanca”. El público a veces prefiere leer a autores o autoras con máscara. “Ifigenia” desconcierta un poco y hay señales más evidentes de conflicto sexual no explícito; mientras que en “Memorias de Mamá Blanca” hay recreación de ese mundo colonial armónico y marcado por lo femenino.

Feminismo

Una de las primeras actividades de Molloy en la Argentina fue su participación en el Coloquio Internacional “Los mil pequeños sexos”, organizado por la Universidad de Tres de Febrero (Untref), en el que también participaron Judith Bluter, Rita Segato y María Moreno.

Durante la entrevista con Télam, Molloy habló sobre esa experiencia y sobre su mirada acerca de los debates y características del movimiento feminista por estos días en nuestro país.

– Fuiste una de las expositoras del Coloquio “Los mil pequeños sexos”. ¿Cómo fue esa experiencia y cómo ves el debate sobre género en la Argentina?

– Me impresionó mucho la cantidad de gente joven, muy jugada, muy seria, que tenía el coraje y la firmeza de meterse en la discusión. Me parece importante que en este momento de este país haya debates de género. Me parece que cualquier discusión sobre género tiene que mantenerse flexible, proponer categorías flexibles, abiertas y no cerrarse. Hay que buscar terreno común. El feminismo es una fuerza muy importante en la Argentina, no inesperada porque el potencial estaba, pero sí es fuerte que se haya manifestado con tanta energía.

– Muchas veces se habla del feminismo en singular, mientras que algunos prefieren hablar de los feminismos. ¿Cómo pensás esa diferencia?

– Entiendo el impulso de usar el plural para demostrar que no hay un solo feminismo pero ¿por qué no pensamos un feminismo totalmente flexible para flexibilizar la unidad, en lugar de crear nichos? Si es un movimiento de fuerza política hay que fortalecer la idea de conexión, la idea de alianzas.

– ¿Cómo te llevás con la definición de crítica y escritora queer?

– Me siento muy cómoda porque si pensás de donde viene la palabra queer significa torcido, desubicado, raro y si creen que mis textos toman desvíos, tanto mejor. Me interesan textos que van por lados insólitos, incluso el ir de una lengua a otra. Tengo ese conflicto lingüístico desde un comienzo, ya que escribo en castellano pero me resuenan frases en otros idiomas. La ficción siempre la escribí en castellano, fue un desarrollo tardío en mí porque no era mi idioma de lectura, leía en inglés, después cuando empecé a aprender francés, leí literatura en ese idioma. Siempre escribí ficción en castellano, lo que no impide que tome un recuerdo, una escena de algún texto en inglés. No traducir pero si aludir, como hago en “En Breve Cárcel” donde al final hay una alusión a “La educación sentimental” de Flaubert porque era una escena que me había impactado tanto que la quería incluir en un texto mío. Salvo en el caso de Borges, cuando me fui del país había leído muy poco en castellano. No sé si tuvo que ver con reencontrarme con lecturas de infancia y adolescencia que eran sobre todo en inglés o si irme a vivir a Estados Unidos hizo que añore el español, el castellano.

Traducción y reedición

La traducción de su libro “Vivir entre lenguas” al inglés y la reedición, a través de Eterna Cadencia, de “Varia imaginación” son los dos proyectos en los que trabaja actualmente Molloy y sobre los que conversó con Télam durante su paso por Buenos Aires.

En el bar de la librería y editorial Eterna Cadencia, que será la encargada de publicar una versión “engordada” de “Varia imaginación” -editado en 2003 por Beatriz Viterbo-, la autora adelantó que el libro incluirá nuevos materiales.

Además relató que está ante el desafío de traducir al inglés “Vivir entre lenguas”, en el que cobran vida las distintas apropiaciones del lenguaje que Molloy experimentó desde que se fue de la Argentina, primero a Francia y más tarde a Estados Unidos, y que le permitieron documentar ese ir y venir entre lenguas que construye formas, recuerdos y vivencias y dan lugar a una identidad.

– ¿En qué estás trabajando en este momento?

– De la editorial de una Universidad me dijeron si estaba de acuerdo con la idea de que se tradujera “Vivir entre lenguas” al inglés y dije que si pero que lo quería traducir yo. El libro practica mucho el ir y venir entre lenguas que no se puede traducir textualmente, es una tensión entre lenguas que en inglés se puede dar de otra manera. No quería que un traductor se sintiera en la obligación de traducir literalmente esos vaivenes lingüísticos. Solo yo puedo darme el lujo de traducir el texto. Cuando estoy metida en un proyecto en lo general no leo mucho, uso recuerdos de lecturas, los uso tal como aparecen en mi mente.

– ¿Cómo viene siendo ese trabajo de traducción de la propia obra?

– Muy difícil porque ocurre algo muy raro, el texto original es tuyo y decís yo soy la autora, lo puedo cambiar pero hay algo en el texto escrito que te obliga a mirar dos veces, no lo podés cambiar a la ligera, tenés que vencer la superstición del texto definitivo. El texto es la versión definitiva en español pero es también un texto móvil. Una de las cosas que hago es no reproducir el ir y venir con las palabras originales. Si tengo que dar una explicación, lo hago lateralmente. Encontré la manera, a través de una suerte de paráfrasis, de llevar al lector anglohablante a una idea. Es un desafío.

– ¿Está prevista la publicación de algún libro tuyo en la Argentina?

– Va a salir una nueva versión de “Varia Imaginación” que va a publicar Eterna Cadencia, es un libro de textos cortos y me gusta la idea de que estuviera acompañado de los otros libros míos como “Vivir entre lenguas” y “Desarticulaciones” que tienen temas en común. Va a salir y va a cobrar nueva vida, con nuevos textos, será un “Varia imaginación” engordado.