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La Ciudad 8 de abril de 2020

En un armario se escondía un tesoro y una respuesta sobre los lobos de Fioravanti

En un viejo armario de una cantera de Estación Chapadmalal aparecieron fotos de la construcción de los emblemáticos “Lobos de Fioravanti”. Su hallazgo tiene ribetes de novela y aporta datos olvidados sobre este ícono marplatense.

La cabeza de una de las esculturas en pleno proceso de elaboración. A la derecha, el alemán Herman Wachnitz, propietario de la cantera.

Por Gustavo Visciarelli
[email protected]

Las esculturas más emblemáticas de la ciudad -los “lobos de Fioravanti” en la Rambla- encierran misterios, olvidos y lecturas disímiles. En principio, nadie parece recordar la fecha de su inauguración en la década del ’40, cuestión que suma una complejidad; las figuras no fueron emplazadas simultáneamente y una de ellas permaneció solitaria en la rambla durante un tiempo indeterminado.

También es sabido que las estatuas fueron ideadas y proyectadas por el destacado escultor José Fioravanti, pero desde hace años se procura el reconocimiento de quien fue su realizador técnico: el escultor esloveno Janez Anton Gruden. Es decir, el que talló la noble “piedra Mar del Plata” con que fueron construidos.

Una asombrosa serie de fotos recibidas hace pocos días en el marco del proyecto Fotos de Familia, si bien no resuelve todos los misterios, aporta un renovado enfoque sobre su construcción.

La cantera de “El Alemán”

Las imágenes ratifican que los “lobos” fueron esculpidos dentro de la cantera Sud Atlántica de Estación Chapadmalal, que en esa época pertenecía al alemán Herman Wachnitz. No es extraño que hayan escogido ese lugar. “Era un establecimiento modelo, de gran importancia en la zona”, asegura el picapedrero Claudio Silva (74), quien heredó el oficio de su padre y siendo niño conoció a Wachnitz. De hecho, nos ayudó a confirmar que el hombre de campera y borceguíes que aparece en la foto es el antiguo dueño de la cantera.

Tras el fallecimiento de Herman, el establecimiento quedó a cargo de su hijo, conocido como “Buby”, quien en 1989 se la vendió a puertas cerradas a Germán Castillo. “Buby” siguió viviendo allí hasta su fallecimiento, hace algunos años.

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Expertos picapedreros extrayendo los bloques de piedra “Mar del Plata” empleados para la construcción de las emblemáticas esculturas.

Alberto Castillo -hijo de Germán- hizo hace pocos meses un hallazgo sorprendente: un sobre con antiguos negativos dentro de un armario en una de las viejas oficinas de la cantera.

La historia siguió eslabonándose providencialmente. Alberto, que se dedica a excavaciones, se vinculó por razones laborales con el arquitecto César Nicolini y en una conversación informal le habló de esos negativos. Por fortuna, Nicolini -que es un apasionado de la historia local- valoró ese hallazgo e hizo digitalizar el material, que envió al proyecto Fotos de Familia del diario LA CAPITAL. Iniciamos desde ese momento la tarea de reconstruir la historia de esas fotos para incorporarlas al patrimonio público local.

Un esloveno en la obra

¿Aparece Janez Antón Gruden en esas fotos? En principio, recordemos que dicho escultor nació en 1897 en Nebrezina, nombre esloveno de la actual localidad de Aurisina, cerca del Golfo de Trieste, que perteneció al imperio Austro Húngaro hasta la primera guerra mundial.

Su padre, Tomás Gruden, fue maestro picapedrero y propietario de una cantera de mármol. Janez se graduó en dibujo y escultura, ejerció la docencia y en 1927 se radicó en Argentina, donde murió en 1974, dejando una huella maestra pero olvidada en obras de importancia como el Monumento a España, la Casa Central del Banco Nación, los Ministerios de Economía y ex de Obras Públicas, el Monumento Nacional a la Bandera en Rosario y “los lobos de Fioravanti”.

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Otra escena inmediatamente anterior al traslado de una sección de las esculturas en la cantera “Sud Atlántica” de estación Chapadmalal.

Desde hace años, su hijo Eduardo y la comunidad eslovena en Argentina intentan que su trabajo sea reconocido. El reclamo está lejos de toda controversia: Fioravanti fue el autor del proyecto y Gruden, tal como se estilaba en la época, fue contratado para realizarlo materialmente. Ahora sabemos que en la talla de los “lobos” también reposa la mano maestra de picapedreros que aparecen perpetuados en una de las fotos con sus barrenos y sus modestas alpargatas.

Admitimos que al investigar estas fotografías nos alentó la expectativa de que Gruden fuera el hombre con bufanda que aparece en las fotos, pero su hijo Eduardo -que vive en Buenos Aires y a quien le remitimos las imágenes- informó que no es su padre.

Otro eslabón perdido

¿Además de estas fotos existe otra prueba de que los “lobos” fueron construidos en la cantera Sud Atlántica? Sí. El investigador Enrique Mario Palacio atesora en su inmensa colección otro “eslabón perdido”. Se trata de la edición del año 1943 de la revista “Arquitectura Gráfica”, impresa en Buenos Aires por Editorial Martínez del Hoyo, que le dedicó al “primer lobo” una nota con fotos y el siguiente texto: “Dos perspectivas de la hermosa obra ornamental del Escultor José Fioravanti, emplazada en la Rambla Bristol. Fue ejecutada en la Cantera Sud-Atlántica que posee el Sr. C. H. Wachnitz en Chapadmalal, empleándose piedra de la misma. La colocación fue llevada a cabo por Pradelli y Giubanni”.

En ese momento sólo estaba emplazada la pieza situada al norte y desconocemos hasta cuándo conservó su condición de “lobo solitario”, pero tal situación dio lugar a una rareza. Enrique Mario Palacio exhibe una foto tomada en 1943 por el famoso documentalista Alejandro Kohlmann, quien la comercializó como postal con el siguiente epígrafe: “El lobo marino”.

Esa y otras fotos ratifican que la escultura tenía un refulgente color blanco que, según confirma el picapedrero Silva, es la apariencia natural de la piedra recién trabajada.

Las fotos de la cantera

Es muy probable que las valiosas imágenes de la cantera no hayan sido tomadas por un fotógrafo contratado, ya que los profesionales entregaban las copias y no los negativos, que son de celuloide y gran tamaño, lo que explica su alta calidad.

Esos negativos fueron hallados por Alberto Castillo dentro del sobre de la firma que los reveló y que dejó su sello: “Laboratorio Fotográfico Scenna-Luro 3219”, cuyo número telefónico era 41. Gracias a los datos escritos en él sabemos que el laboratorio realizó una copia papel por cada foto.

Momento previo al transporte de una de las piezas desde Estación Chapadmalal hasta la Rambla a comienzos de la década del '40.

Momento previo al transporte de una de las piezas desde Estación Chapadmalal hasta la Rambla a comienzos de la década del ’40.

¿Quién las hizo revelar y copiar? En el espacio destinado a la identidad del cliente sólo dice “Chapadmalal”. Pensamos, consecuentemente, en alguien muy ligado a la cantera. Quizás el propio alemán Wachnitz, quien luego habría guardado los negativos en un armario donde fueron hallados hace pocos meses.

Lamentablemente, en el sobre no figura un dato que hoy resultaría fundamental: la fecha en que fueron reveladas las fotos. Parece que sobre los “lobos” flota una suerte de misterio calendario que, sin dudas, se irá diluyendo cuando aparezcan nuevos eslabones perdidos.

 

Agradecimientos:
Este artículo fue posible gracias a un buen número de personas que accedieron gentilmente a nuestras consultas. Merecido agradecimiento a Rubén Junacovich y Geraldina Kazilari (Centro Cultural Eslavos Unidos, Mar del Plata); arquitecto Roberto Cova, arquitecta Graciela Di Iorio, arquitecto Hermán Clinckspoor, Miguel Rosarno, Carlos y Gastón Pradelli, Fernando del Rio, periodista de La Capital y Alejo Santander, periodista de Telefe.



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