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Deportes 25 de mayo de 2018

Un gol que llegó décimas de segundo tarde

El controvertido final del Brasil-Suecia en Mar del Plata. Clive Thomas finalizó el partido tras un córner, con la pelota en el aire. El brasileño Zico conectó de cabeza a la red y la jugada pasó a la historia.

Clive Thomas señala el centro del campo, pero no sancionando el gol, sino determinando la finalización del partido. Foto archivo LA CAPITAL.

Por Juan Miguel Alvarez

Cuarenta y cuatro minutos, treinta segundos. Segundo tiempo. Brasil decepciona en su debut en el Mundial 1978. Con una pobre actuación, apenas iguala 1-1 con Suecia. Pero tiene quizá la última oportunidad para conseguir el triunfo con un córner desde la derecha del arco que da a la popular norte del estadio de Mar del Plata.

Toninho Cerezo no se decide a lanzarlo. Espera la llegada de Nelinho, el encargado desde su ingreso en el complemento. El lateral de Cruzeiro también pierde tiempo. Reacomoda la pelota y la deja apenas afuera del cuadrante de esquina. Interviene el línea iraní Jafar Namdar para ubicarla en el sector correcto. Pero el número 13 brasileño vuelve a tomar el balón y lo mueve unos centímetros más atrás de la línea de fondo, ahora sí en un lugar reglamentario.

El arquero sueco pregunta el tiempo de juego; sabe que el empate es un resultado de oro ante el rival de más prestigio en el Grupo 3. También miran sus relojes los presentes en las tribunas, con los músculos temblando y los rostros rojos por la crudeza del frío invernal. Pero nadie espera el final con más premura que el árbitro galés Clive Thomas…

Cuando Nelinho empieza a tomar una carrera de ocho pasos, se cumplen los 45′. Y pasan siete segundos del tiempo reglamentario en el momento que impacta con la fuerza y precisión habitual. Zico, quien sale disparado desde el punto penal, aparece por detrás de Erlandsson y Sjoberg, dentro del área chica, e impulsa de cabeza la pelota a la red, ante una floja resistencia de Hellstrom.

El arquero sueco es, sin embargo, el más rápido en reaccionar con el balón dentro del arco. Con más información que los otros 21 protagonistas (el juez le había afirmado en el diálogo previo que se pateaba el córner y lo terminaba), señala la mitad de la cancha como señal que partido terminó antes. Y está en lo cierto.

Clive Thomas hizo sonar el silbato con el balón en el aire. Mediante gestos ampulosos, el juez indica que el partido concluyó antes de que la pelota traspasara la línea de meta. Zico, ya adentro del arco por el envión, no lo puede creer. Rivelino y Batista encabezan una tibia protesta. Al menos le cabe ese calificativo por ser, todavía hoy, una de las jugadas más controvertidas de la historia de los mundiales.

No se sacaron el frío

Brasil-Suecia, disputado el 3 de junio de 1978, tuvo un marco bastante menor al partido inaugural en Mar del Plata entre Francia-Italia, del día anterior. Incluso se dio algo muy llamativo: pagaron su boleto 32.569 personas, pero asistieron menos. Según consignó el diario LA CAPITAL en aquella época, se advirtieron claros en las plateas descubiertas, sector en el que estaban todas las entradas vendidas con antelación. Muchos prefirieron seguir las alternativas por televisión antes que exponerse al frío (a la hora del partido el termómetro marcó los 9 grados) luego de una mañana con lloviznas. Tal es así que varios periodistas brasileños, acostumbrados a un clima más templado, se instalaron en la sala de prensa del propio estadio para seguir las alternativas del encuentro por TV y evitar presenciarlo al aire libre.

Si bien la rivalidad futbolística entre Argentina y Brasil data de mucho antes, entonces se estaba lejos del “decime qué se siente” del Mundial 2014. Como se admiraba el fútbol del país vecino, el público asistió con la ilusión de ver brillar al “scratch”.

Pero sorprendió el planteo de Suecia, que anuló el juego del entonces tricampeón del mundo y se adelantó en el marcador: Wendt armó una jugada por la izquierda, Bo Larsson con un toque filtró la pelota con la defensa saliendo y Sjoberg conectó con justeza de corta distancia.

Pasaron más de 45 minutos -47 segundos- cuando Brasil llegó al empate en la primera mitad. Pero en esa etapa el árbitro prolongó un poco más el tiempo agregado. Cerezo envió una pelota cruzada para la llegada de Reinaldo, quien ganó la posición y definió dentro del área chica frente a un arquero plantado debajo de los tres palos.

El juego fue de baja calidad técnica. Por eso durante el partido, aprovechando su presencia en el palco, el público entonó un “que lo pongan a Pelé, que lo pongan a Pelé”. El astro brasileño declaró después del encuentro:

“Brasil me defraudó. No demostró nada de nada. En la última jugada, si Nelinho se apura, no hubiera desencadenado el problema del gol anulado”.

Lo cierto es que el equipo dirigido por Coutinho pasó de los aplausos a los silbidos en noventa minutos y unos pocos segundos más.

Con su libro a casa

Clive Thomas estaba pasando por un buen momento en 1978. Llegó con la experiencia de Alemania Occidental 1974, cuando se convirtió en el primer galés en dirigir en un Mundial. Y ya había ganado fama en la liga inglesa por su estricta interpretación de las reglas del juego. Tal es así que lo apodaron “The book” (“El libro”), por aplicar las normas al pie de la letra.

Hasta el último córner de Brasil, no había tenido fallos polémicos. Pero entonces hizo sonar el silbato con la pelota en el aire, determinación que pasó a la historia debido al cabezazo certero de Zico.

El momento del cabezazo de Zico, quien les ganó a todos los defensores. Foto archivo LA CAPITAL.

El momento del cabezazo de Zico, quien les ganó a todos los defensores. Foto archivo LA CAPITAL.

En defensa de Thomas hay que decir que en aquellos tiempos no era común adicionar cuatro o cinco minutos, como en la actualidad. Pero apenas habían pasado siete segundos del tiempo reglamentario y se habían realizado tres cambios durante el complemento, lo que implica una demora en el juego.

Después del final del partido, dos periodistas británicos lo visitaron en el vestuario.

“Los brasileños tienen la culpa. No deberían haber perdido tanto tiempo en tomar el lanzamiento de esquina”, les explicó.

Según la historia que reveló el diario inglés The Guardian, ese sábado Thomas viajó en avión a Buenos Aires y se fue directamente a la cama. Poco después, Cliff Morgan, jefe de deportes de la BBC, lo pasó a buscar para invitarlo a tomar un trago a un bar junto a otro periodista prestigioso, David Coleman.

Regresó al hotel y “durmió lo justo”. Al día siguiente, Friedrich Seipelt, un miembro del Comité de Arbitros de la FIFA, lo despertó con la peor noticia: Brasil-Suecia había significado su debut y despedida en Argentina ’78.

El galés armó las valijas y se retiró del país con mucha bronca. El sueño de dirigir la final se había truncado demasiado pronto y de manera injusta, según su pensamiento.

Luego de su retiro, en 1984, Thomas tuvo varias incursiones en TV opinando sobre la famosa jugada. Y siempre mantuvo su postura: “El gol de Zico fue demasiado tarde. Posiblemente décimas de segundo tarde, pero demasiado tarde”.



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