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Enlace Universitario 8 de julio de 2022

Una independencia entre dos revoluciones: Buenos Aires 1810-1816

El historiador británico Eric Hobsbawn define como el de “La doble Revolución Atlántica” el periodo que se inicia desde fines del siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX, considerando la enorme transformación que se produce desde la perspectiva económica con los inicios de la Revolución Industrial y su impacto en la economía internacional y por otra parte el impacto de la Revolución Francesa con su influencia en los ámbitos políticos e ideológicos que abarcan también la dimensión social. Por esto podemos decir que, si la economía del mundo se transforma bajo la influencia de la Revolución Industrial Inglesa, la política y la ideología también lo hicieron sobre la base de la Revolución Francesa.
Las causas y las influencias de esta doble Revolución Atlántica impactaron en el continente americano desde la declaración de Independencia de las colonias británicas en América del Norte el 4 de julio de 1776 con su correlato que apresuró las Reformas Borbónicas pensadas por Carlos III y su Ministro Campomanes en España para mejorar la administración de las colonias, que llevaron a la creación del Virreinato del Rio de la Plata en agosto del mismo año. Estas Reformas fueron diseñadas como una forma de modernizar el Imperio Español y contener su decadencia realizando simultáneamente transformaciones políticas y económicas impulsadas por la filosofía del libre comercio y desplazando al mercantilismo financiero. Posteriormente la Revolución Francesa le dio un giro mucho más profundo desde lo político a esta cuestión en 1789.
En este contexto, desde los días posteriores a las invasiones inglesas de 1807 dos ideas que podían ser confluyentes o contrapuestas atravesaron debates y discusiones hasta la Revolución de Mayo en 1810 y fueron el tema candente en las reuniones políticas informales que se sucedían en los distintos ámbitos de sociabilidad en la Buenos Aires colonial.
Las palabras Independencia y Revolución aparecieron como el principal componente en el pensamiento de los hombres de mayo y son las que dominan en estas discusiones hasta 1816 cuando después de seis distintas formas de gobierno (Primera Junta, Junta Grande, Junta Conservadora, Triunvirato, Asamblea y Directorio) el saldo del proceso revolucionario resultaba ser más cercano al derrumbe político que al éxito.
El conflicto de la disidencia del Litoral de la mano de José Artigas, aparecía en ese momento como mucho más fuerte que el anterior pronunciamiento de Castelli del fin de la servidumbre de los pueblos originarios en el Norte, sumado al retroceso y estancamiento del Ejercito y la situación inestable en los territorios de Cuyo y Tucumán donde el enfrentamiento con las elites locales era mucho más que evidente. Lejos habían quedado ya los primeros pasos revolucionarios con la expulsión de los europeos de Buenos Aires, el fusilamiento de Liniers y la publicación del Contrato Social por parte de Moreno que busco asociar la lucha por la Independencia con la construcción de un nuevo orden revolucionario. Su voz será solo rescatada por Bernardo de Monteagudo desde la Sociedad Patriótica y el periódico Mártir o Libre pero lejos ya de tener la influencia de los primeros días.
La voz de Artigas se hace sentir en el rechazo de sus representantes para integrar la Asamblea del Año XIII ya que sus instrucciones destacan una propuesta de Independencia pero formando una asociación de Estados de carácter confederal inspirada en el funcionamiento de Estados Unidos a lo que se sumaba la aprobación de una Constitución que garantizara una forma de gobierno republicano que promoviera la libertad civil y religiosa. A esto se sumaba la Restauración monárquica de España y Europa que frenó progresivamente el desarrollo de la Asamblea y que llevó al Directorio de Alvear y Posadas en 1815 a pensar en el fin de la Revolución y negociar un retorno a la obediencia de la monarquía de España o aceptar un formato de protectorado británico. Ante esta perspectiva la caída de Alvear es precisamente considerada como el “Fin de la Revolución y el Principio del Orden” que coincidirá con el llamado a elección de los congresales para Tucumán en 1816.
De esta forma el denominado Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica comenzó sus reuniones en marzo de 1816 designando como nuevo Director Supremo a Juan Martin de Pueyrredon que contaba con el apoyo explicito de José de San Martin y de Manuel Belgrano con el retorno politico del proyecto de establecer una Monarquía como forma de gobierno pero ahora de la mano de tratar de resguardar bajo ese formato y denominación lo poco que quedaba del proyecto revolucionario inicial, donde encajaba el proyecto del propio Belgrano de establecer una Monarquía Inca. Era para esto fundamental entonces dar el paso mas importante que era afirmar la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” como se declaró el 9 de julio de 1816.
Resta destacar que esta Declaración de Independencia no marca el final de este Congreso, ya que como su nombre establecía debía redactar y aprobar una Constitución. Recién para el año 1819 podrá finalizar esta tarea, pero ya trasladado a Buenos Aires y reemplazados varios de sus Congresales. Su fracaso en esta segunda etapa fue la paradoja de un tema que atravesó los ya casi diez años de la Revolución.
Aquí es donde vuelve a aparecer el impacto de la Doble Revolución Atlántica ya que las consecuencias de la revolución industrial con su necesidad de incorporar materias primas harán que se pase de la hegemonía mercantil a la hegemonía terrateniente y que de una exportación dominada por los metales preciosos se pase a otra marcada por el predominio de productos pecuarios
La vieja discusión seguirá en pie: ¿El poder político debía estar en consonancia con el poder económico? Los comerciantes que habían comenzado a devenir en hacendados sumaran poder político y el estancamiento del Interior frente al surgimiento de las economías de exportación del Litoral darán un giro hacia una nueva discusión que tendrá desde la década de 1820 como componentes principales a las ideas del federalismo, el unitarismo y el centralismo como forma gobierno.

MG. DANIEL REYNOSO
DEPTO HISTORIA/HISA/CEHIS/INHUS
FACULTAD DE HUMANIDADES