A 50 años de la primera definición por penales: héroes, récords y las tandas más increíbles
Hace cinco décadas aparecía esta modalidad de desempate, tal como se la conoce hoy, en torneos regulares de la Liga Marplatense. General Urquiza por esa vía venció a Florida y ascendió a la Primera B en 1975. Después, y hasta la final del último sábado, se recurrió otras 142 veces a ese tipo de desempate en los certámenes locales. Los antecedentes, los equipos más "penaleros" y los arqueros más atajadores de la historia en un repaso exhaustivo.
En la órbita de la Liga Marplatense reaparecen en cada tramo final y adquieren un gran protagonismo. Los penales, benditos o malditos según el color del cristal con el que se los mire, definen partidos y campañas. El último sábado, por caso, las atajadas del joven Manuel Puente le dieron a Quilmes el título del Clausura y desolaron a Banfield.
La FIFA aprobó a mediados de 1970 este sistema para definir partidos internacionales y el checo Antonín Panenka, “picándole” su disparo al arquero alemán Sepp Maier, marcó a fuego la primera definición de la que habló el mundo en la final de la Euro de 1976.
De todas formas, durante algunos años más, esta modalidad coexistió con el célebre partido de desempate, que podía estirar una definición tanto como un chicle.
Los disparos desde los doce pasos, sin embargo, no surgieron por arte de magia como una forma posible para romper una igualdad. Mucho antes de la “picadita” de Panenka se pateaban penales cuando no había tiempo para partidos de desempate.
Hay que remontarse a 1944 para encontrar la primera definición por penales de la que se tenga noticias en el fútbol marplatense. Fue el 22 de abril por la segunda ronda del Torneo Iniciación y se enfrentaban, en cruce a finish, Huracán y Racing en la vieja cancha de Quilmes de Colón y Marconi. Tras finalizar con el partido igualado en uno (Hércules Morresi hizo el gol del “Globito” y Celso Martín el de la “Academia”), se ejecutaron penales.
Pero no como hoy, sino que un mismo futbolista se encargaba de tres disparos al arco rival. Aquella tarde Rodríguez convirtió sus tres remates para Racing y Juan Nario, de Huracán, hizo lo propio. ¿Qué pasó entonces? Se tiró una moneda al aire y los “albicelestes” resultaron favorecidos y pasaron de ronda.
La definición por penales se continuó empleando a lo largo de los años, espasmódicamente, en aquellos certámenes previos al inicio de la temporada regular de la Liga Marplatense. Así ocurrió en el Torneo Inauguración de 1946, en el Torneo Relámpago de 1953 (en dicho certamen si los partidos finalizaban igualados la primera instancia de desempate eran los córners que se hubieran ejecutado durante el match, llegado el caso luego se pateaban penales y, de última, se recurría a “la monedita”), en el Torneo “Bodas de Oro del diario La Capital” de 1955, en el Torneo Preparación “Bodas de Oro” de 1963 (feliz idea que propuso una primera ronda de duelos clásicos barriales a finish) y los Preparación de ambas categorías de 1966.
Incluso en 1972,Ministerio de Obras Públicas se coronó campeón del Preparación de la segunda de ascenso imponiéndose 4-3 por penales a Argentinos del Sud tras un 1-1 en los noventa minutos. Carlos Fernández, del equipo portuense, anotó cuatro de cinco ejecuciones y les dio el título a los suyos.
La definición por penales tal como se la conoce hoy -con ejecutores alternados y una tanda inicial de cinco shots por equipo– hizo su debut en en un partido de un torneo regular de la Liga Marplatense el 6 de diciembre de 1975. Ese día, en el desaparecido Estadio “San Martín”, General Urquiza y el viejo Florida (mucho faltaba aún para su posterior fusión con Almagro) definieron el título del torneo de Segunda de Ascenso y un pasaje al certamen de Primera B del año siguiente.
La definición de Urquiza – Florida, en 1975.
Ambos equipos llegaron a la definición luego de igualar la primera posición del cuadrangular final con 10 puntos cada uno: se ganaron mutuamente cuando se enfrentaron y luego saldaron con triunfos sus compromisos frente a Unión y Libertad, los otros competidores en ese mini-torneo.
Así hubo que definir al campeón con una serie final. En la ida se impuso 1-0 General Urquiza con gol de Florentino y en el desquite prevaleció Florida por 2-0 con tantos de Stach y Cuello. De modo que fue menester recurrir a otro duelo de desempate, pero con una innovación: si terminaba igualado, debería recurrirse a una tanda de penales.
“Nos enteramos un poco sobre la hora que si el partido terminaba empatado tendríamos que patear penales. Pero no fue motivo de preocupación especial”, recuerda Carlos Olivetti, mediocampista central de aquel Urquiza, uno de los más jóvenes del equipo con apenas 20 años.
El “Topo”, que luego se destacó en Independiente, General Mitre y el fútbol pampeano, jugó aquel torneo para Urquiza podría decirse por un accidente. “Mi pase ya pertenecía a Independiente, pero nos habían suspendido a varios por un incidente en un partido de la temporada anterior. A mi me permitieron volver a mi club, el de mi papá y el de mi tío, y me cedieron a préstamo para aquel torneo. Me salieron tan bien las cosas que a fin de año me salió la posibilidad de irme a Gimnasia y Esgrima La Plata”, agrega.
La conformación del resto del plantel respondió a otro estímulo. El ex concejal Daniel Rodríguez, el “10” del equipo, aclara el punto. “Trabajábamos casi todos en el Casino. En ese tiempo, no me preguntes por qué, muchos futbolistas de Mar del Plata laburabámos ahí. Y para ese año, convencidos por Manuel Ramos, fuimos un grupo grande para Urquiza para intentar ascender. Y se generó una mística muy linda”, explica.
El tercer partido salió tan parejo como casi todos los seis partidos que disputaron durante todo el torneo. “Florida tenía un muy buen equipo y estaba un poco instalada la creencia de que no había forma de ganarle en una final”, recuerda Rodríguez.
En el mejor momento de Florida, en el primer tiempo, Urquiza se puso en ventaja con un toque suave de Andrés Vázquez.
En el complemento el equipo “canario” aprovechó una indecisión del arquero Hugo Vega y empató a través de Cuello. Cuando todo hacía presagiar el vuelco, ocurrió todo lo contrario. El ritmo del partido y el sol de diciembre jugaron lo suyo y Urquiza pasó a dominar la situación.
“Nosotros con Manuel Ramos estábamos muy bien físicamente y terminamos mucho mejor que Florida, sobre todo en el suplementario. Ellos no daban más, terminaron casi arrastrándose por la cancha”, sostiene Olivetti.
De todos modos, el equipo “tricolor” desperdició varias chances y se llegó a los penales. Pero lo hizo con la moral alta.
Hugo Vega (buzo oscuro), el héroe de Urquiza. En la foto junto a Calvo arquero rival.
“En la definición me parece que se notó ese agotamiento de Florida. Para nosotros era sólo cuestión de acertarle al arco”, recuerda el “Topo”.
Sabater, Battilana y el propio Olivetti no fallaron sus ejecuciones. Y el arquero Hugo Vega, ya fallecido, se convirtió en héroe: contuvo el primer remate de la tanda, realizado por Cuello; no pudo con el de Stach; se benefició de dos rebotes en los palos para quedarse con el de Mezzamico y selló el título con una nueva atajada ante Wirth.
Cincuenta años pasaron de “la tarde de Vega” y el club lo celebrará en estos días con una comida en la que habrá muchos buenos recuerdos.
Antecedente curioso, el héroe menos pensado y un apodo para la historia
Aquella final en el San Martín marcó la aparición de la definición por penales, tal como se la conoce hoy, en un torneo regular de la Liga Marplatense.
Sin embargo, existe un antecedente de un partido definido por esa vía con tanda de cinco y ejecutores alternados.
Fue la final del Torneo Competencia de Segunda de Ascenso en 1974, preludio de la temporada regular, entre el propio General Urquiza y Nueva Pompeya en la ya desaparecida cancha de Ministerio.
El partido fue atípico desde todo punto de vista. Y completa su singularidad el hecho de que casi no quedó registro periodístico de su disputa. Apenas su resultado final, un trepidante empate en cuatro goles, y la mención del triunfo final del equipo de la Vieja Terminal por 4-3 en la tanda decisiva.
La memoria de Roberto Echeverrigaray, con los años dirigente urquicista y entonces -y siempre- fervoroso hincha pegado al alambrado, trae otros detalles y el recuerdo de un héroe que nunca se propuso serlo: Eduardo Macchiavello.
La disputa de un suplementario y las características propias de un frío sábado de junio le pusieron su impronta a aquella definición. “Oscureció muy rápido, ya casi no se veía y el referí estaba para suspenderlo. Pero un hincha nuestro, un tipo grandote y que no mataba una mosca, no recuerdo por qué se enardeció y empezó a gritar que iba a cagar a trompadas al árbitro si lo terminaba. Se ve que lo asustó y los penales se patearon casi a oscuras. Nunca me voy a olvidar como Macchiavello se arrodilló sobre la línea y extendió una de sus piernas a noventa grados. El penal decisivo le pegó en la rodilla y así ganamos”, rememora.
Lo más notable de toda esta historia es que Macchiavello no era arquero. Así lo explica él mismo. “Yo era marcador central, ‘2’ o ‘6’. El arquero titular, Jiménez, no estaba. Ese día atajó el suplente, Somorrostro, y se lesionó en el suplementario. Entró el kinesiólogo a atenderlo y confirmó que había que hacer el cambio. Manuel Ramos, que era nuestro técnico, miró al banco, me encaró y preguntó: ‘¿Se anima?’. Cuando le dije que sí, solo me dio dos consejos: ‘Tranquilo y seguro arriba’. Así entré a jugar los últimos diez minutos y me hicieron un gol en el arco que daba a la calle El Cano. El partido terminó 4-4 y fuimos a los penales. No sé cómo hice, pero atajé dos y ganamos nosotros”.
La historia no termina ahí. “Al otro día La Capital sólo publicó el resultado del partido, sin formaciones, Y el único comentario fue que la actuación del arquero de General Urquiza ‘fue la plataforma‘ que impulsó a su equipo al título. Entonces laburaba en el Casino y estaba lleno de futbolistas que jugaban en la Liga. Me bautizaron ‘Plataforma’. Y así me llamaron durante mucho tiempo”, finaliza su relato el gran protagonista de aquella extraña definición.
Macchiavello confirma que sus dos atajadas fueron ante distintos pateadores. Por ende, aquella final fue la primera vez que se utilizó en Mar del Plata la definición por penales como la conocemos actualmente. Y después de aquel experimento en el torneo preparatorio, la Liga decidió adoptarla como método de desempate, más justo y expeditivo, para sus competencias anuales.
Resto del siglo XX: un recurso esporádico
A partir de 1975 los penales definieron cosas en el fútbol marplatense, pero en principio no tantas. Es que no había tantas oportunidades de recurrir a ellos con el histórico formato de torneos de todos contra todos a dos ruedas en las distintas categorías, que se mantuvo inalterable hasta fines de los años ’70.
En las últimas dos décadas del siglo -si bien hubo variantes al esquema tradicional, como el de dividir los torneos en dos, con una etapa más larga que involucraba a todos los protagonistas y luego reducidos que nucleaban sólo a los mejores-, como prácticamente no se emplearon formatos con eliminación directa, las definiciones con los remates desde los doce pasos fueron más bien esporádicas.
Se utilizaron en 1977 para definir los terceros lugares de los Preparación de las dos categorías y en un torneo regular de primera división recién aparecieron en 1979 para definir el descenso entre Peñarol y Once Unidos. Al equipo “milrayitas” lo salvó una rareza reglamentaria de aquellos años: no se contemplaba la diferencia de gol en una serie mano a mano.
Fue así que Peñarol se impuso 1-0 en el partido de ida y Once Unidos goleó 4-0 en el desquite en el Mundialista. Ese resultado hoy hubiera dejado a los de Parque Luro en la máxima categoría. Sin embargo, entonces, se jugó un suplementario en el que no hubo goles -Cándido Contreras, centrodelantero de los del Materno, estrelló un penal en un poste que hubiese sido la salvación para los suyos- y se recurrió a un tercer cotejo de desempate en el “San Martín”. Terminó igualado 0-0 y en los penales fallaron Mario Maiorana y Marcelo Carreras y Peñarol ganó 4-2 para quedarse en primera.
La definición por penales se utilizó luego nueve veces más a lo largo de las últimas dos décadas del siglo XX: siete veces en Primera A y dos en el certamen de Primera B de 1992.
Dos fueron excluyentes. Por un lado, la definición del título de campeón de 1991 entre Alvarado, ganador del Apertura, y Kimberley, vencedor del Clausura. Ahí, tras un único partido en el “San Martín” y empate a un gol, los de la Avenida Independencia se impusieron 6-5 gracias a tres penales atajados por el gran Hugo Molteni, quien gracias a esas intervenciones terminó -junto a otro kimberleño como Rodolfo Santis– como el arquero con más atajadas en tandas decisivas del siglo XX.
Los otros penales inolvidables no correspondieron a una final anual. Pero también valieron un título y todavía hoy se recuerdan. Alvarado, ganador del Torneo Clasificatorio, definía en una final a dos partidos con Aldosivi la suerte del segundo certamen, el Torneo Campeonato, tras finalizar entre los cuatro primeros del octogonal y de sortear sendas semifinales.
Nacía entonces el gran clásico que todavía hoy divide a la ciudad. Aldosivi, que necesitaba coronarse para ganarse el derecho a una final anual con Alvarado, se impuso por un 3-2 corto en el primer duelo, luego de ir 3-0 hasta los minutos finales.
El “Torito” ganó 1-0 el segundo duelo con tanto del “Gato” Juan Quezada y forzó a un alargue en el que incrementó su ventaja con un penal convertido por Sergio Vidal y sufrió el empate de Ernesto José María Perissé. Fueron a penales y entonces emergió Francisco “Pancho” Rago para atajar el disparo de Carlos Girardengo y convertirse para siempre en ídolo del pueblo “albiazul”.
“Ese día empezamos a jugar con mucho calor y terminó lloviendo y con mucho frío. Nosotros ya habíamos metido los cinco y ese era el último penal para Aldosivi. Me acerqué a hablarle a Girardengo para intentar ponerlo nervioso, ni me acuerdo que le dije, alguna ‘chicana’ seguro. El tenía todo el peso en ese momento. Como se paró, imaginé que le iba a pegar un ‘viandazo’ a la derecha y así fue. El área estaba barrosa y yo salí corriendo, patinando, a colgarme del alambrado como si hubiera hecho un gol. Me olvidé del miedo que siempre le tuve a las alturas. Hoy veo el video y no lo puedo creer”, relata “Pancho” el desenlace de la definición más recordada.
La explosión penalera
El cambio de formato de los torneos marplatenses propició un aluvión de este tipo de definiciones.
Una vez unificadas todas las categorías en una misma división en 1999, durante seis temporadas, la Liga mantuvo el esquema de dos torneos, por lo general un Apertura con todos los equipos y un Clausura reducido con los que obtuvieron más puntos en el primero de los torneos, con la modalidad de enfrentamientos todos contra todos. Quiso la suerte que cada vez que hubo que definir un campeón, no fue necesario llegar a los remates desde el punto penal.
Todo cambió a partir de 2005. Entonces la Liga decidió una modificación para sus habituales diseños de certamen y los clubes aprobaron un formato mixto. Se mantuvieron los dos torneos, pero rematados ambos por series eliminatorias a un partido, los famosos play-off. El Apertura contaba con semifinales y final a partido único y el Clausura cuartos, semifinales y final. Con el tiempo se fueron agregando instancias eliminatorias y desde la temporada 2011 el ganador de cada torneo corto debía sortear cuatro “mata-mata”.
Los torneos ganaron en imprevisibilidad y dramatismo en sus instancias finales. También es cierto que se hicieron menos justos. Entre 2017 y 2024 se cambió a un esquema de un torneo largo finalizado con cinco instancias de play-off, aunque las dos últimas a doble confrontación, lo que redujo un poco la cantidad de definiciones por penales.
Para esta temporada, aunque con matices, se volvió al esquema que primó entre 2011 y 2016 inclusive: dos certámenes finalizados ambos con cuatro instancias de play-off. Así, entre 2005 y 2025 se disputaron nada menos que 130 tandas de penales. De modo que un arquero “penalero” se convirtió casi en una condición “sine qua non” para festejar en el fútbol marplatense de primera división.
Los penales, por caso, desde entonces definieron siete finales anuales y las atajadas de Pablo Arduini (San José, 2007), Juan Mujica (Independiente, 2010), Pablo Morata (Kimberley, 2011), Hernán Álvarez (Alvarado, 2012), Nelson Torres (Atlético Mar del Plata, 2013), Marcos Zappacosta (Kimberley, 2016) y Santiago Lalli (Argentinos del Sud, 2021) resultaron vitales para festejar títulos.
Morata tapa la definición de Fortunato. Kimberley venció a Urquiza por penales y fue campeón en 2011.
Los más y los menos
Los equipos que más veces llegaron a instancias decisivas en los últimos veinte años del fútbol marplatense, por ende, lideran las estadísticas.
Como no podía ser de otro modo, Kimberley, el equipo con más títulos, es el equipo que más veces protagonizó una tanda de penales: 27, y además con un nada desdeñable 63% de triunfos, producto de 17 éxitos y 10 caídas. Lo sigue Alvarado con 19 tandas, 11 triunfos y un 58% de eficacia.
Pocos equipos que hayan intervenido en más de cinco definiciones de estas carecterísticas tienen mejor porcentaje de eficacia que el Dragón. Las palmas se las llevan Nación, San Lorenzo y Libertad con 78% (7/2), 75% (9/3) y 75% (6/2) de triunfos, respectivamente. Y los siguen Banfield (67%, 8/4), Cadetes (67%, 4/2) y San José (64%, 9/5), respectivamente.
En el otro extremo de la cuerda se ubican Islas Malvinas/Deportivo Camet, Los Andes, Once Unidos y Boca. Mientras los dos primeros equipos cayeron en las dos tandas que protagonizaron, Once Unidos ya lleva cuatro sin conocer la victoria y Boca nada menos que cinco.
La vigencia de Budroni y el gran récord de Morata
Este foco sobre las tandas de penales del fútbol marplatense no podía finalizar sin el repaso a los arqueros más influyentes en este tipo de definiciones.
El interminable Emanuel Budroni (a punto de cumplir 42 años, debutó en el torneo de la LMF en 2005 defendiendo el arco de River, su actual equipo) atajó uno hace pocas semanas en la tanda de cuartos entre el elenco “tripero” y Banfield y es el líder del ránking de atajadas en tandas decisivas con 16.
Uno de los 16 penales que atajó Budroni en las tandas. En River, contra Alvarado.
El enorme mérito del “Flaco”, en este caso, radica en la vigencia. Tal vez haya habido mejores especialistas, pero Budroni atajó su primer penal en una definición de esta naturaleza en 2008. Y detuvo disparos rivales con cuatro equipos diferentes: River, Argentinos del Sud, Libertad y San José. Eterno.
A sólo dos penales de Budroni quedó Pablo Morata, a quien tal vez sí puede caberle el calificativo de especialista: catorce paradas en apenas tres torneos (2010, 2011 y 2012). Sin embargo, el ex arquero de Cadetes y Kimberley tiene una marca que será difícil de superar. En una recordada definición entre el “Dragón” y Peñarol, Morata atajó cinco disparos rivales (a Lartiga, Prado, Pereyra, Bauzá y Albornoz) y su equipo se impuso 9-8 tras trece ejecuciones por bando en los cuartos de final del Apertura 2012.
Años más tarde Morata, tras experiencias en otros niveles, retornó el torneo marplatense para defender el arco de Alvarado e intervino en dos tandas decisivas. Extrañamente, no pudo atajar remate alguno. Prueba de que al mejor cazador también se le puede escapar la liebre.
Emmanuel Salvini, gracias al protagonismo que tuvo en este mismo 2025 en el arco de Banfield, y Hernán Álvarez, ex Alvarado y San Lorenzo, comparten el lugar del podio con once atajadas. Los cuatro mencionados son los únicos que superan la decena de intervenciones.
Por último, cuatro arqueros estuvieron ahí nomás de la marca de Morata en una serie. Ignacio Chiappa (San Isidro, vs. Quilmes, torneo 2017), Santiago Lalli (Argentinos del Sud, vs. San José, torneo 2021), Jonatan Tullis (San José, vs. Deportivo Norte, torneo 2022) y Sebastián Nieto (Atlético Mar del Plata, vs. River, semifinales 2024) detuvieron cuatro penales en una misma tanda. Salvo Tullis, los otros tres siguen en actividad y van por más.
Lo que Chiappa y Tullis fue más meritorio si se toma en cuenta que lo consiguieron en apenas cinco ejecuciones del equipo rival; el decir, les marcaron apenas un solo en las series.