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Opinión 31 de agosto de 2018

Abrir los brazos otra vez

El éxodo venezolano interpela nuevamente la actitud solidaria de los argentinos.

por Eduardo Román Szokala

En el año 2002 fue la primera vez que escribí una nota para recordar “El Día del inmigrante” y pude hacerlo en varias oportunidades desarrollando el tema desde distintos puntos de vista y contando no solamente la historia de mi familia, sino también otras historias igual de duras como son la de tener que dejar sus hogares y encarar el futuro en otras latitudes. Con el paso del tiempo los movimientos migratorios nunca pararon y fue la necesidad de muchas personas que trataban de ubicarse ya sea en países vecinos o en otros más lejanos.

Problemas en Europa

Con el inicio de este siglo, los problemas del Medio Oriente y el África negra explotaron en la zona del Mar Mediterráneo.

En forma diaria y sobre todo en el verano europeo los botes y “pateras” invaden España e Italia produciendo en cada país que llegan problemas sociales. Eso no es todo, también deben sumarse a quienes desde Afganistán a pie y por Irán llegan a Turquía y tratan de introducirse de alguna manera en las costas griegas. Y también la guerra en Siria hizo que se duplicara o triplicara la llegada de familias enteras con hijos pequeños que luego se desplazan por los Balcanes alcanzando el centro de Europa, tratando de llegar como mínimo a los países más desarrollados del occidente europeo.

Esta gran afluencia y la necesidad de darles cobijo, techo, y comida ha producido un enfrentamiento entre los ricos integrantes de la Unión Europea y los pequeños países que no pueden satisfacer las necesidades de los extranjeros.

Esos lineamientos políticos muchas veces no tienen en cuenta los problemas económicos y de infraestructura como, por ejemplo, los que tiene Hungría. Luego como dura oposición a la llegada de esa oleada de inmigrantes hay que tener en cuenta el renacimiento y avance de los grupos políticos extremistas sobre todo de la derecha, xenófobos y racistas que se oponen terminantemente a la ubicación de esos extranjeros en sus zonas. Aducen que en la multitud llegan camuflados fanáticos religiosos que producen atentados terroristas con muertos inocentes en la población civil.

En algunos países, estos movimientos nacionalistas, han tenido un desarrollo muy grande, formando partidos políticos y logrando la autorización de las justicias electorales y el caudal de votos logrados permitió la llegada a las cámaras legislativas de sus candidatos en un número que llama la atención.

De Maracaibo a la Patagonia

Y en la actualidad apareció un nuevo frente del éxodo y es en Sudamérica. Venezuela no da más, la falta de alimentos, medicamentos, trabajo y el enfrentamiento político entre hermanos hizo que de a poco una parte de la población venezolana comenzara a irse de su tierra.

Quienes tenían algunos ahorros pudieron salir por vía aérea y otros, muchos, modestamente por vía terrestre, y hoy los vemos por las pantallas de televisión caminando buscando un nuevo hogar. Algunos ingresan a Brasil, otros a Colombia y luego pasan a Ecuador.

Un panadero tiene posibilidades de trabajo en Lima- Perú y allá va con deseos de llegar pronto. Un médico ginecólogo, por Chile, llegará a la ciudad de Bariloche cruzando la Cordillera de Los Andes y una joven tiene como destino a la ciudad de Buenos Aires para reencontrarse con su hermano. Todos transitan emocionados, y llevan como el resto de sus compatriotas los deseos de reiniciar sus vidas.

Esa variopinta caravana de venezolanos que baja por Sudamérica son ayudados en el camino con alimentos, agua y hasta un techo para descansar. Están tristes por esta etapa de sus vidas. Ya no pueden vivir en su país y esperan ser bien recibidos en otros.

Argentina va cambiando su cara, la gran ola inmigratoria europea ya fue. La permanente llegada de paraguayos, bolivianos, chilenos y uruguayos sigue en sus niveles tradicionales. Pero ahora, digamos desde hace un par de años, el acento de mujeres y hombres de Venezuela ya suena en nuestros oídos.

A pesar de la grave crisis económica que tenemos, ellos creen que aquí estarán mejor. Que es una buena oportunidad para recomenzar y que Argentina será un refugio, por ahora transitorio. Entonces que sean bienvenidos, ya se ubicarán de alguna u otra manera según las condiciones intelectuales y laborales de cada uno.

Así esperamos este nuevo 4 de septiembre, Día del lnmigrante, con deseos de ayudar a quienes llegan cansados de sufrir y a pesar de todos los problemas actuales, esta tierra y nosotros estaremos para darles una mano. Alguien se las dio a nuestros padres y abuelos y está en nuestro espíritu devolver el gesto.

Para quienes están en la Argentina desde siempre y para quienes están llegando les deseo de todo corazón ¡Feliz Día del Inmigrante!

(*): [email protected]



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