CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 16 de mayo de 2017

Final de Martitilde

por Odda Schumann

Como los útiles de Ulises, la cirugía de Juno, el segundo gato, y la cámara oculta que le dejó a su marido entre los libros de la biblioteca, Martita tenía todo meticulosamente preparado. Siete meses se aguantó que su marido tuviera relaciones con la ex en el living de su casa. Por el quinto mes ella intentó hacer lo mismo, pero nadie le dio bola. Al sexto mes se fue a tirar las cartas. Todavía le prometían una vida en libertad y tranquilidad absoluta (palabras de la tarotista). De camino a casa meditó lo que en un momento fue solo una loca idea de una bruja. Al cabo de tres o cuatro vasos de whisky agarró papel y lápiz y comenzó a numerar: 1- vestido sexy, 2- cena casera, 3… Ernesto seguía de viaje en Corrientes. Dijo que estaba trabajando. Daba igual lo que dijera.

Faltaban cuatro días. Matilde estudió cada paso. Llegó el día y la cena estaba lista. Ernesto salió de la ducha y se sentó en la mesa del living. La cacerola estaba tapada. Había buen olor. Martita diluyó veneno en el plato de Ernesto. Solo faltaba rezar antes de comer, pero Ernesto estaba desconcentrado por las piernas descubiertas de Matilde y se puso como loco. Hacía tiempo que Matilde no le mostraba sus piernas. Martita se acomodó el vestido y Ernesto avanzó. La cargó al hombro y se la llevó a la cocina. Ahí siempre festejaban, sobre el lavarropas. Matilde se puso nerviosa y se resistió, pero Ernesto tenía la fuerza y había tomado tres o cuatros vasos de whisky más que ella. Además estaba enojado. Sabía lo de la cámara del living y quería que Martita se lo dijera para separarse de una vez. Pero ella no dijo nada. El quiso tener relaciones y Matilde no quiso, amagó a pegarle y ella se tapó la cara. Ernesto se dio vuelta y sonrió a la cámara que atravesaba el umbral de la cocina. Matilde se corrió de la puerta, estaba fuera del alcance de la cámara y Ernesto lo sabía. Se tiró sobre Martita y le apretó el cuello hasta asfixiarla. Se acomodó la camisa y volvió al umbral de la puerta. “Fin” gritó antes de destrozar la cámara con un cucharón de madera.

(*): www.paramatarlapoesia.com