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Deportes 23 de mayo de 2018

El Mundial y Mar del Plata, una ciudad signada

El alumbramiento de la Italia que sería campeón del mundo cuatro años después, y de la Francia de Platini. El bautismo de un gran Paolo Rossi. Los goles que no fueron, Cardeñosa y Zico. La camiseta de Kimberley.

Un estadio repleto y el primer gol del Mundial, el más rápido hasta ese momento en la historia de las Copas, el de Lacombe.

Por Vito Amalfitano
@vitomundial

A los 40 segundos se cortó la prematura fiesta. Quizá diez segundos antes, o veinte, un silencio repentino pareció presagiar el peligro inminente. Fue la primera acción del partido: un desborde impresionante de Six, el centro y la aparición fantasmal de Lacombe para el gol más rápido del Mundial.

Sin embargo, el aliento que inmediatamente bajó de esa cabecera y se extendió por casi todo el estadio fue conmovedor. Y la selección de Italia no sólo construyó esa tarde una reacción espectacular sino que también gestó el embrión del equipo que se consagraría campeón del mundo cuatro años después.

Un todavía ignoto Paolo Rossi marcó el tanto del empate de Italia y Zacarelli desniveló en el segundo tiempo. Emocionó la reacción italiana y la respuesta del público “azzurro”, que llenó y dejó chica la cabecera sur. Pero también deslumbró el juego de Francia y los primeros destellos de una estrella, Michel Platini.

También, de alguna manera, ese partido histórico del 2 de junio en Mar del Plata alumbró la nueva era del “fútbol champagne” de Francia que se prolongó años después en la obtención de la Eurocopa y sus muy buenas actuaciones en los mundiales de España y México. Con un estilo que hizo escuela para que años más tarde Zidane y compañía pusieran también a Francia en el sitial de potencia futbolística mundial.

Mar del Plata, al cabo, en deporte y en muchas otras cosas, aparece como signada en la historia. El Mundial en Mar del Plata no sólo alumbró a Platini y a una generación francesa brillante. También aquí nació la Italia campeona del mundo del 82, y aquí se gestó “il Piccolo” goleador, Paolo Rossi.

Y como casi nada en Mar del Plata es ordinario, o pasa rutinariamente, aquí también fue el famoso Brasil – España en el que todavía Cardeñosa está dudando cómo definir, y el Brasil – Suecia en el que el árbitro dio por finalizado el partido con la pelota en el aire en un córner que terminaba en gol definitorio de Zico para el “Scratch”.

Y en Mar del Plata se dio un hecho que quedó para el gran anecdotario de los mundiales, la tarde en la que Francia fue Kimberley, porque tuvo que vestir la camiseta “verdiblanca” en el 3 a 1 frente a Hungría por falta de juegos diferenciados.

Un hijo dilecto del fútbol de Mar del Plata, Jorge Mario Olguín, irrumpe en llanto y lo abraza el hombre que cambió la historia del fútbol argentino, César Luis Menotti. Campeones del mundo. La foto conmovedora de El Gráfico.

Un hijo dilecto del fútbol de Mar del Plata, Jorge Mario Olguín, irrumpe en llanto y lo abraza el hombre que cambió la historia del fútbol argentino, César Luis Menotti. Campeones del mundo. La foto conmovedora de El Gráfico.

El fútbol de Mar del Plata también tuvo un campeón del mundo, Jorge Mario Olguín, que nació en Dolores, pero se formó deportivamente aquí, en Alvarado. Su llanto en el momento de la consagración de Argentina campeón del mundo fue la foto que recorrió el mundo, con el abrazo del hombre que cambió la historia, César Luis Menotti. Aquí también se preparó su Selección, en la Villa Marista.

En Mar del Plata siempre pasan cosas. Por eso aquí después del Mundial -que también abrió el camino- llegaron los Panamericanos, el Preolímpico de fútbol, la Liga Mundial de vóleibol, la Copa Davis de tenis, los festivales de cine clase A modernos, la Cumbre de las Américas, la Cumbre de los Pueblos, la Cumbre de intendentes americanos, el Preolímpico de básquetbol. La leyenda continúa. Pero el del 78 fue el gran alumbramiento.

Independientemente de las lamentables connotaciones que rodearon al acontecimiento, Mar del Plata se presentó al mundo aquel 2 de junio.