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Cultura 12 de marzo de 2023

El Taller de Narrativa: cuento (primera parte)

Los docentes Emilio Teno y Mariano Taborda empiezan en su columna 19 una serie de clases destinadas al cuento. Para comenzar a abordar este género, parten de "Aladino" y Horacio Quiroga.

CLASE 19
Cuento (primera parte)

Por Emilio Teno y Mariano Taborda (*) 

Los géneros siempre son un problema. Es un tema recurrente de la crítica, géneros, subgéneros, variantes, modas, experimentos, hibridez. Hay textos que no cuadran dentro de una categorización fija. Para entenderlos, clasificarlos y también para venderlos, algunos de esos textos reciben la denominación cuento. El cuento es la ficción literaria pura, es invención, imaginación, es el heredero moderno de las primeras narraciones orales junto a un fuego, después de un largo día dedicado a la caza. Hay registros ya en el Antiguo Egipto con protocuentos o historias. El cuento tiene, por un lado, toda la astucia heredada del narrador oral que no puede permitirse que la atención del público decaiga y, por otro, la sofisticación de la literatura escrita. Esa marca de oralidad sobrevive al día de hoy: el cuento tiene un vínculo con el entretenimiento; la más grande colección de cuentos nace de la necesidad de entretener.

“Las mil y una noches” es el aleph del cuento en su forma primitiva, todas las posibilidades de construcción de personajes y de conflictos humanos están en esas narraciones persas medievales de origen popular. La historia marco es bien conocida: el sultán fue engañado y en venganza decide casarse todos los días con una virgen para matarla al día siguiente. Hasta que aparece Scheherezada con un plan: contar todas las noches un cuento y dilatar así el momento de la ejecución. El sultán está deslumbrado por las historias de su esposa, quiere saber más, quiere entretenerse; una historia que no convenza o el aburrimiento del sultán resultarían en la muerte de esa máquina de narrar en que está convertida Scheherezada.

“Las mil y una noches” es la coronación de la tradición previa del cuento y de su futuro. Lo que hoy conocemos como colección de cuentos con ese título recién se termina de compilar con la primera traducción europea, al francés, por Antoine Galland en el siglo XVIII. Una de las historias más famosas, “Aladino y la lámpara maravillosa”, recién se conoce en esa edición. Galland la escuchó de un cuentista persa contemporáneo y la incluyó. Que los cuentos sean anónimos ponen el centro de atención solo en la narración, Scheherezada es el acervo de todas las historias posibles. Simbad el marino o Alí Babá y los cuarenta ladrones son parte de la herencia cultural de la humanidad.

Uno de los cuentistas puros del Río de la Plata es Horacio Quiroga. Además de las historias que entretuvieron y aterraron a miles de lectores, también escribió una breve recomendación, en diez puntos, el “Decálogo del perfecto cuentista”, para tener en cuenta a la hora de escribir cuentos. Lejos de ser un teórico o un crítico, fue un escritor que pensó su oficio, ese tipo de crítica que le interesaba a Ricardo Piglia, no solo la de los críticos profesionales sino la de los que crean los textos literarios. Tres de esos consejos no pierden vigencia y son pequeños hallazgos que ponen luz sobre el espíritu y la finalidad del cuento.

Quiroga

“5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”.

El comienzo y el final son vitales. Un cuento va de un punto A hasta un punto B y todos los elementos están en función de ese recorrido. El comienzo abre el mundo y las posibilidades. No solo la historia, que en un cuento nunca puede fallar, y los personajes; en el comienzo también se crean una textura, un ambiente, unos colores: el cuento de terror, por ejemplo, elegirá adjetivos, sintaxis y ritmo diferentes a otro que no busque ese efecto. El final es la vida del cuento, donde emerge eso que estaba oculto, donde se produce el efecto. Desde la primera palabra ya se están construyendo las condiciones necesarias para la irrupción del final.

“8. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector”.

Muchos vicios de los escritores suelen aparecer al promediar los cuentos: referencias o citas cultas pero que no se parecen en nada al universo del cuento, insistencia en la descripción de elementos que no son importancia para el desarrollo de la trama, metáforas forzadas. Quiroga aconseja llevar a los personajes con firmeza hasta el final. Y el recuerdo: el lector siempre puede abandonar el texto, que el lector esté dentro del texto no es garantía de que llegue hasta el final. Acá se puede volver otra vez al mito de origen: todos alrededor del fuego, escuchando esa voz que destaca y cuenta la historia, no hay posibilidad de una merma en la tensión, en la eficacia narrativa.

“10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento”.

El cuento es un organismo cerrado, afuera no hay nada. Solo hay que pensar en los personajes y sus circunstancias, no en las posibles críticas que puede recibir el texto, si lo entenderá alguien cercano, si cuadra dentro de los cánones de lo políticamente correcto. Los personajes tienen una psicología, una ontología, hay mirar solo eso. En el final de la décima recomendación aparece un concepto interesante: la vida del cuento. El cuento es como una de esas esferas que se venden en casas de regalos que dentro tienen un paisaje navideño con nieve y muñecos blancos: dentro de la bola de cristal hay una vida que no se parece a la de afuera, tiene reglas, un clima, un paisaje propios. Quiroga da en el centro del blanco, el cuento solo cobrará vida cuando se mira dentro del cristal sin importar lo que pase afuera.

Lecturas:
“Aladino y la lámpara maravillosa”
“Decálogo del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga

Ejercicio de escritura:
Escribir una narración breve en la que el conflicto se resuelva en el final.



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