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Cultura 12 de diciembre de 2022

El Taller de Narrativa: segunda persona

En su sexta clase, los escritores y docentes Mariano Taborda y Emilio Teno explican sobre un narrador poco frecuente en los textos narrativos: la segunda persona. Análisis, lecturas y propuestas de escritura.

CLASE 6
SEGUNDA PERSONA

Por Emilio Teno y Mariano Taborda
Instagram @tallerdenarrativamdp
[email protected]

No hace falta un relevamiento exhaustivo, la gran mayoría de los textos narrativos están en primera o tercera persona. La segunda es mucho más frecuente en la poesía o en la canción popular: “Cómo ríe la vida/ Si tus ojos negros/ Me quieren mirar”. Se le habla a alguien en particular, tus ojos negros. En los textos en primera y tercera persona el destinatario final es siempre el lector, no uno en particular de ojos negros, sino el lector como abstracción. El Whatsapp, el mail, el mensaje directo en las redes sociales son siempre en segunda.

En el siglo XIX se utilizó en la novela epistolar, cartas donde el destinatario es siempre alguien concreto y particular. Podemos pensar que, por ser la persona menos utilizada en novelas y cuentos, genera un efecto de singularidad, llama la atención: el texto se vuelve cercano, intenso. Podemos diferenciar al menos tres usos distintos de la segunda persona a partir de dónde se ubica el destinatario del discurso, cada uno construye una textura diferente: en presencia, en ausencia y al lector.

En la segunda persona en presencia el destinatario está junto al narrador, hay una sola voz pero se logra construir al otro. Así comienza “Torito” de Julio Cortázar:

“Qué le vas a hacer, ñato, cuando estás abajo todos te fajan. Todos, che, hasta el más maula. Te sacuden contra las sogas, te encajan la biaba. Andá, andá, qué venís con consuelos vos. Te conozco, mascarita. Cada vez que pienso en eso, salí de ahí, salí. Vos te creés que yo me desespero, lo que pasa es que no doy más aquí tumbado todo el día. Pucha que son largas las noches de invierno, te acordás del pibe del almacén cómo lo cantaba. Pucha que son largas…”.

El boxeador le cuenta al ñato cómo se siente, recuerda su vida, hace foco en la reciente derrota que lo dejó tirado, convaleciente. Entendemos que el otro intentó consolarlo, casi que podemos imaginar la voz sin que esté, como cuando escuchamos la respuesta en una conversación telefónica frente a nosotros, recuperamos la pregunta del otro lado del teléfono. Las marcas de oralidad, de cercanía, la presencia invisible del otro, generan un efecto de atención e intensidad muy distinto comparado al mismo narrador contando en primera esos mismos sucesos. El canal de comunicación se estrecha, va directo de uno a otro, el que está al lado.

A la mexicana Elena Poniatowska la premian y la traducen por sus textos de no ficción pero también es una gran cuentista. En “El recado”, una mujer, en segunda persona, le habla a Martín, frente a su casa, Martín está ausente, la voz del personaje narrador recrea el espacio y lo compara con él.

“Vine, Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arranzan las ramas más accesibles… En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy honestas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos… Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza. Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín”.

Es una segunda en ausencia, el otro no está, se lo evoca, hay un tono general de confesión. El efecto de lectura es muy distinto al anterior donde el receptor es personaje presente y a la vez invisible, en este caso es como escuchar detrás de la puerta, se intercepta un mensaje que no es para nosotros, el lector se convierte en voyeur. La sutileza y la cercanía de la enamorada se representan muy bien con la intimidad de la segunda persona.
Por último, podemos sumar otra forma de la segunda persona: al personaje. El policial está asociado con el género, con la fórmula eficaz, con lo clásico. Juan Sasturain, en “Subjuntivo”, pone la forma en primer plano para contar un policial clásico en lo referido a la estructura: lo oculto se revela al final. Utiliza el modo subjuntivo y construye un narrador en segunda persona que le habla al lector.

“Supongamos que te despiertes un día desnudo en la cama de un cuarto vacío e impecable, que tu única certeza sea un vago dolor por todo el cuerpo y que sientas que es sólo el residuo de un gran dolor anterior, ya en retirada; que mires alrededor y no reconozcas el lugar ni tu propio rostro en el espejo te diga nada; que disfrutes de la visión del parque en la ventana, que sepas el nombre de las cosas pero no el tuyo. Que apenas el idioma en que esté escrito el diario abandonado junto a tu cabecera te resulte comprensible, pero no los personajes de los que hable, ni la ciudad ni la fecha al pie de un título inexpresivo.

Que en cierto momento alguien entre al cuarto y sepas quedarte sin preguntar pero además compruebes, con alivio inexplicable, que tampoco te pregunten; que en horas y en días sucesivos personas formales e impenetrables se ocupen de alimentarte, vestirte, mostrarte una ciudad que te resulte vagamente familiar, como conocida en un sueño; que todo transcurra de un modo natural, que nadie te ordené nada pero que sepas, simplemente, qué ha de suceder cada día”.

La extrañeza acompaña y singulariza la narración, el lector no logra ubicar al personaje afuera; es la técnica de la saga “Elige tu propia aventura”, el lector aventurero, el lector como protagonista del texto. En las tres posibilidades de la segunda persona opera el mismo tono: cercanía, intimidad, confesión; cada una enfoca la narración hacia distinto ángulo y ese enfoque determina la proximidad: hacia un costado (en presencia), hacia afuera de la escena (en ausencia) o hacia afuera del texto (al lector).

Lecturas:
“Torito” de Julio Cortázar
“El recado” de Elena Poniatowska
“Subjuntivo” de Juan Sasturain

Ejercicio de escritura:
Escribir dos textos con dos de los tres posibles narradores en segunda persona. Extensión: 500 palabras cada uno.