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Deportes 23 de marzo de 2024

El verdadero resultado del clásico: ganó Mar del Plata

El valor de recuperar una fiesta largamente extrañada.

por Sebastián Arana

En veintisiete años una persona nace, da sus primeros pasos, socializa, si todo va bien pasa por tres niveles educativos (con un poco de suerte por un cuarto) y alcanza su madurez física y emocional.

Veintisiete años atrás, en 1997, por ejemplo, Mike Tyson le mordía la oreja a Evander Holyfield y se adentraba definitivamente en el camino del ocaso. Michael Jordan lideraba a los Bulls a su quinto título en la NBA en la primera de dos finales épicas ante Utah Jazz.

Bajo la batuta de José Pekerman, Riquelme y Aimar (con el marplatense Fabián Cubero como ladero) conducían a una brillante camada de futbolistas argentinos a ganar un Mundial Juvenil en Malasia. Como si fuera poco, colgaba definitivamente los botines uno de los más grandes de todos los tiempos, Diego Maradona.

En el país ya se percibía que la convertibilidad de Carlos Menem conducía a un callejón sin salida. Comenzaba a rodarse la película Titanic y la británica J. K. Rowling publicaba “Harry Potter y la piedra filosofal”.

Aunque la del tiempo es una noción relativa, todos los episodios mencionados parecen haber quedado muy lejanos. Así como parece mucho un tercio en la vida de una persona.

Aldosivi y Alvarado jugaban por última vez aquel año por el torneo de la Liga Marplatense y el clásico más convocante de nuestro fútbol ingresaba en un largo y oscuro túnel. Por miedo, por falta de resolución para encarar el problema de la violencia y también por la decisión de los dos clubes de poner todas sus energías en el intento de llegar al fútbol grande.

Con mayor o menor esfuerzo, ambos tuvieron éxito en sus empresas. Y los portuenses tuvieron dos ciclos en primera división. Podría argumentarse que sacrificar el clásico en el altar del sueño del fútbol grande no fue una mala decisión.

Sin embargo, qué duda cabe, algo faltaba. Durante todo este tiempo cuando uno se ponía a charlar de fútbol con alguien de otro lugar y empezaba el inevitable intercambio de realidades lugareñas, una expresión de incredulidad seguía a la confesión del marplatense: “El clásico no se juega desde…”. Las preguntas se amontonaban y las respuestas no eran fáciles.

En cualquier pueblo, en cualquier liga del interior, se jugaba el clásico. No dejaba de ser un motivo de vergüenza que no se pudiera en Mar del Plata.

Pero todo pasa, como decía Julio Grondona, y la veda terminó. Los días previos y todo lo que se vivió antes y durante el partido permitió ver todo lo que los futboleros marplatenses se perdieron durante tanto tiempo.

Todo clásico es una fiesta o se le parece bastante. Una fiesta a la que los hinchas no quieren faltar y van con lo más selecto de su repertorio. Vestidos de pies a cabeza con los colores de sus amores, con las mejores banderas y planeando las canciones más ingeniosas y las cargadas más picantes. Con “mariposas” en el estómago, pero con la ambición de superar en “aguante” al rival de siempre.

Aldosivi tuvo un apoyo conmovedor y los hinchas de Alvarado “explotaron” su villa deportiva para ver el partido todos juntos. El viernes conmocionaron las calles de la ciudad con sus banderazos.

El movimiento periodístico se multiplicó alrededor de los equipos y que volvieran a enfrentarse Aldosivi y Alvarado después de tanto tiempo fue el tema de la semana. Y hasta la prensa nacional mostró interés por el acontecimiento.

Fue tan fuerte que Aldosivi y Alvarado volvieran a estar frente a frente que, por una vez, el resultado fue lo menos relevante. Como si fuera poco, tras noventa minutos, nadie se fue a su casa ni demasiado feliz ni demasiado caliente. Porque este sábado ganó Mar del Plata. Y por goleada.



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