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Cultura 24 de abril de 2021

Grandes libros, pequeños lectores: “El sendero” y “8 cuentos con nombre”

Para conocer dos novedades dentro de la literatura infantil y juvenil: "El sendero" y "8 cuentos con nombre".

Por María José Troglia (*)

 

senderos

 

 

El sendero, de Mariano Díaz Prieto, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, Colección Pípala, 2020, 56 páginas.


 

Los libros de Mariano Díaz Prieto juegan con una de las cuestiones que el álbum pone sobre la mesa para discutir: la edad de los destinatarios. Y lo hacen tan bien que el lector hasta se olvida de esa pregunta. En este caso, además de abrir signos de interrogación y hacernos cuestionar las categorías, hay otro desplazamiento interesante. Si recorremos los sitios de Internet que promocionan el libro, resulta sorprendente y hasta divertido chequear las etiquetas que se usan para clasificarlo. Vemos por ejemplo que “Este libro trata de: Búsqueda de la propia identidad, Aventuras, Viajes iniciáticos, Meditación, Naturaleza, Viajes fantásticos, Fantasía, Libros de imágenes, Álbumes, Mujeres, Trabajos, Miedos”.

Es decir, es un libro que trata de muchas cosas y lo más interesante es que para tratar todo eso de lo que trata no usa ni una sola palabra. Si seguimos jugando con la información paratextual o extratextual hay otras rupturas, por ejemplo en la contratapa del libro se lee: “Un joven despierta en un lugar peligroso”, sin embargo los reseñistas hablan de una mujer, lo que nos lleva a preguntarnos si la ilustración (único lenguaje que se utiliza) no es lo suficientemente explícita como para que se haya establecido esa diferencia. O si ni siquiera importa en este caso el género para la historia que se quiere contar.

El sendero es la historia de una chica (o tal vez de un chico de pelo largo) que está viajando. La portada la muestra en una secuencia que va del sueño al despertar y luego se pone en movimiento en un tránsito que incluye ascensos, descensos, recorridos, descubrimientos. El viaje por un territorio que asociamos con la cultura andina puede ser real, puede seguir soñando o tal vez hasta podría estar experimentando con alguna sustancia alucinógena.

Hay un guía -con los ojos vendados- que ayuda a ver, a descubrir escenarios extraños, oníricos o surrealistas, donde se mezclan las personas que reconocemos, sus trabajos, sus plantas y sus símbolos culturales con monstruos, formas indefinidas, seres míticos o elementos conocidos recontextualizados. Hay un trabajo muy interesante con las magnitudes que produce extrañamiento, la escala modificada y el animismo, los elementos fuera de lugar en una naturaleza rara, desconocida, invitan no sólo a contemplar, sino también a ver (con o sin los ojos) un mundo gobernado por fuerzas o energías que van más allá de nosotros.

Los símbolos, los arquetipos, como dice el propio autor, dan consistencia y coherencia a un universo que por momentos es intertextual, por momentos totalmente nuevo y raro pero que sin dudas no nos deja indiferentes. Las ilustraciones simples, sintéticas, combinan ambos mundos.

Si tuviera que agregar una etiqueta a las que ya han puesto para clasificar este libro sería “extraño”. Y por eso propongo descubrirlo.
“8 cuentos con nombre”

 


 

cuentos8

Paula Bombara y otros, Buenos Aires, AZ, 2019, 72 páginas.

 


 

La editorial AZ nos presenta esta vez una antología de cuentos de autores argentinos “con nombre” porque ya los conocemos, son referentes en el campo de la literatura para niños y especialmente para jóvenes y porque como se señala muy acertadamente en la contratapa el nombre es también una voz, un estilo propio, una manera de escribir. Paula Bombara, Horacio Convertini, Laura Escudero Tobler, Florencia Gattari, Eduardo Abel Giménez, Mario Méndez, Melina Pogorelsky y Franco Vaccarini ponen sus voces para armar esta composición donde los textos parecen dialogar.

En los ocho cuentos ronda algo siniestro, en el sentido que alguna vez postuló Sigmund Freud, cuando algo conocido, cotidiano (tan conocido y cotidiano como una mamá ordenando el placard) de pronto se vuelve amenzante, extraño.

Un día de pesca con un cerrajero un poco raro que sabemos terminará mal, un viento que trae aliento a muerto o una mujer que se encierra en un cuarto durante años y se vuelve fantasmal conviven con otros más realistas, más fantásticos o más mezclados, pero en todos los casos hay algo indefinible flotando en la atmósfera de los cuentos que los alinea y hace que esas ocho voces, esos ocho nombres se encuentren cosidos por el mismo hilo, con muchos narradores en primera persona. Los escenarios son a veces urbanos, a veces rurales, isleños o domésticos pero no son tranquilizadores.

Es probable que la lectura del primer cuento, “El pez por la boca muere” de Franco Vaccarini marque un camino de lectura y de expectativa para seguir leyendo, y que después de esos primeros cuentos tan inquietantes nos sorprenda el relato tan sensiblemente juvenil de Paula Bombara y el borramiento de las fronteras de los géneros o los cruces de mundos que vendrán después.

La antología y la brevedad de estos cuentos se asocian fácilmente con los modos de leer que habilita la escuela, por eso hay una direccionalidad relacionada con la edad de los destinatarios de estos cuentos, en principio los jóvenes lectores.

Pero más allá o más acá de las etiquetas, estos son cuentos para todo aquel que guste de las buenas historias, contados por voces de la literatura argentina actual que vale la pena leer.
(*) Integrante de la ong Jitanjáfora.



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