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Policiales 25 de mayo de 2023

Hackeó el Instagram de una empresa y extorsionó al dueño: 5 años de prisión

Tiene 60 años y fue condenado días atrás luego de que se comprobara que tomó el control de distintas cuentas de una mueblería y para devolverlas exigió la entrega de 18 mil pesos. El caso sucedió en octubre de 2021.

Es “el delito del momento”, pero el fenómeno no empezó ahora. Inclusive, los investigadores coinciden en que lleva un par de años de mutaciones. Hackear, hace una década, era una maniobra de avezados en informática. “Geniecitos” con malas intenciones. Gente imposible de atrapar. Pero hoy la situación parece distinta: cualquier avivado advenedizo, con algunos conocimientos de redes sociales y un poco de información personal de las víctimas, está en condiciones de sacar tajada.

Semanas atrás, uno de estos ciberdelincuentes fue condenado a 5 años en Mar del Plata, después que una investigación del fiscal Juan Pablo Lódola y sus instructores judiciales descubriera que había extorsionado a un emprendedor local tras robarle sus cuentas de Instagram, Outlook y Netflix desde la localidad de Villa Gesell, donde residía.

Todo comenzó en la noche del 4 de octubre de 2021. Eran aproximadamente las 22, cuando el hombre recibió un mensaje de Whatsapp en el que un usuario que no tenía agendado le decía que había accedido a sus tres perfiles de las aplicaciones arriba mencionadas. Además, le exigía, para devolverlas, la entrega de una suma de dinero que deberían acordar.

Lo que más le preocupó a la víctima, en ese momento, fue la cuenta de Instagram, debido a que con ella administraba a su vez la de su empresa, una mueblería con sucursales en Mar del Plata y Capital Federal, desde la que se efectúan numerosas ventas de productos. En ese entonces, la misma superaba los 30 mil seguidores (hoy suma 10 mil más). Por tal motivo, no dudó en acceder al requisito del extorsionador.

El siguiente es un pasaje del diálogo virtual sucedido en las horas posteriores al hecho, conforme se conocería luego a través de la pesquisa:

-Hacker: En Mercado Pago y Mercado Libre sé las transiciones que hiciste o te hacen. Sé que diseñás, tengo planos.
-Víctima: Sí. Y ¿con eso? Decime cuánto querés y listo.
-Hacker: No, decime cuánto me vas a dar. Yo si quiero te saco desde tu propia tarjeta plata o te entro a Mercado Pago y cada peso que recibo me lo transfiero. Pero no lo hago por que no me gusta hacer esas cosas.
-Víctima: ¿Qué me garantiza que me la devuelvas?
-Hacker: No sé si entendés pa… Ya te dije, a mí me da igual la cuenta. Si no, la vendo y después compara al que le vendo.
-Víctima: Yo te la compro dale. Dejá de vueltas.
-Hacker: Mande precio.

Después del intercambio de mensajes, cerraron un acuerdo: la víctima le transferiría al hacker la suma de 18 mil pesos a su cuenta de la billetera virtual Ualá, en tres movimientos distintos. Primero 1.000, después 14.000, y finalmente 3.000.

La maniobra se llevó a cabo el 5 de octubre, pero en simultáneo el empresario marplatense se dirigió a una sucursal de su compañía telefónica, en la cual le informaron que días antes se había solicitado la baja y el cambio de su chip, luego activado en otro teléfono. Con todos esos datos, además, el hombre fue a la comisaría primera e hizo la denuncia de lo que ocurría.

La transacción la víctima la hizo desde una cuenta de Mercado Pago de su socia, a la cual además transfirió todo el dinero que tenía por temor a que el hacker también tuviera acceso a ella y la vaciara, si es que decía la verdad. Finalmente, no hubo nuevos inconvenientes y recuperó sus perfiles robados.

Según surge de un documento judicial al que accedió LA CAPITAL, cuando el denunciante logró acceder a su casilla de correo electrónico, verificó que todos los mails que había recibido habían sido eliminados y, al iniciar la recuperación de los mismos, constató que había varios mensajes referentes a cambios en sus cuentas.

Todas esas situaciones fueron corroboradas por el fiscal Lódola y sus colaboradores, ya que la víctima anexó a su denuncia capturas de pantalla y otras pruebas, como los mensajes del extorsionados en el que recibía sus instrucciones para recuperar los perfiles en las aplicaciones. En suma, declaró en sede judicial su socia, que ratificó la existencia del delito denunciado, y se entregó el número de CVU de la billetera virtual del delincuente.

Esclarecimiento

La evidencia de que el hacker no era, al cabo, un “geniecito” informático ni mucho menos la aportó la lógica: los investigadores no tuvieron más que identificar al propietario de la cuenta de Ualá a través del CVU para determinar su paradero. Así, con un informe que solicitaron a la fintech y que rápidamente recibieron de su parte, supieron que el extorsionador vivía en Villa Gesell.

La compañía virtual aportó un anexo en el que se detallan todas las transacciones registradas en esa cuenta desde su alta. Y así quedó acreditado con claridad que el día 5 de octubre de 2021, entre las 18.52 y las 19.20, habían impactado en la misma tres transferencias dinerarias, por los montos detallados en la denuncia de la víctima. Y también se desprendía de dicho informe que, luego de recibir el tercer monto, el acusado había enviado la suma total a otra cuenta (perteneciente a su pareja).

La firma Ualá le suministró a la Justicia los datos del domicilio del acusado, en Avenida 8 al 300 de Villa Gesell, y la fotografía (selfie) que se le había requerido previamente para la activación perfil.

El 7 de marzo de 2022, a casi cinco meses del hecho y con la autorización de la Justicia de Garantías, la policía allanó la casa del sospechoso y encontró sobre la mesa de luz del dormitorio, adentro de una billetera, una tarjeta de Ualá a su nombre, como así también una hoja con anotaciones de varias cuentas bancarias, 8.000 pesos en efectivo y un teléfono celular marca Motorola G Play 8. Todos esos elementos fueron secuestrados y peritados posteriormente.

Acuerdo

El fiscal Lódola notificó de la imputación por el delito de “extorsión” al aprehendido -de 60 años- y consideró que existían elementos para acusar a su pareja -de 58- como “partícipe necesario” del hecho.

Con el paso de los meses, el investigador y los incriminados llegaron a distintos acuerdos. El hombre aceptó recibir la condena a 5 años de prisión -la mínima prevista en el Código Penal para la figura delictiva que se le atribuyó-, mientras que la mujer logró que la carátula de la causa penal que a ella se le atribuía se modificara a “partícipe secundario”. Ese cambio motivó la suspensión del juicio a prueba por 2 años y 6 meses, con las siguientes reglas de conducta: debió fijar domicilio, someterse al cuidado del Patronato de Liberados, y abonar la suma de 18.000 pesos en concepto de reparación de daño a la víctima.

Semanas atrás, se realizó el debate abreviado en el que el juez Alexis Simaz, del Tribunal Oral Nº 2, homologó el acuerdo del fiscal Lódola con el imputado, y lo sentenció a 5 años de prisión. Posteriormente, el extorsionador fue conducido a la Unidad Penal Nº 15 de Batán, donde se halla alojado en cumplimiento de la pena.

Se descartaron otras víctimas

Vale destacar que con los datos de los movimientos de la cuenta del imputado, los instructores judiciales de la fiscalía a cargo Lódola rastrearon más trasferencias de dinero realizadas a la misma e identificaron a otras personas, para determinar si existían más víctimas. Sin embargo, de dichas numerosas entrevistas no surgieron indicios de más maniobras delictivas por parte del extorsionador.



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