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Policiales 4 de febrero de 2025

Kiosquero, querido por todos y poeta: el dolor por el crimen de Cristian Velázquez

Familiares, amigos, clientes y otros comerciantes lamentaron profundamente la muerte de Velázquez. "Él era una persona muy buena, se ganaba el corazón de la gente, lo recordaremos con mucho cariño y amor", dijo Verónica, sobrina de la víctima.

No me siento seguro, no me siento cuidado, siento que acá puede venir cualquier a hacer lo que quiera“, había dicho en abril de 2024 Cristian Velázquez, tras sufrir un nuevo robo en el kiosco de Jacinto Peralta Ramos al 700. El último lunes 3 de febrero, el kiosquero, otra vez, no estaba seguro, seguía sin estar cuidado y alguien fue, hizo lo que quiso y lo mató de un disparo en la cabeza durante un asalto.

Velázquez tenía 50 años -el 11 de febrero iba a cumplir 51-, si bien vivía solo tras haberse divorciado, tenía un vínculo muy cercano con su familia y se juntaba constantemente con su hermana y sobrinas. En el barrio era un kiosquero querido por todos, el elegido por los alumnos de la Escuela 26, muy dado a charlar con cualquier que fuera a comprar algo al comercio, a cargar la SUBE o pagar algún impuesto.

Siempre era el alma de las fiestas familiares“, recuerda Verónica, la sobrina de Cristian Velázquez y agrega: “El era una persona muy buena, muy querida, se ganaba el corazón de la gente. Lo recordaremos con mucho cariño y amor”.

Verónica habla de su tío y se le nota el amor en la voz. La última vez que lo vio fue el fin de semana, cuando después de ir a la carnicería pasó por el kiosco para saludarlo, como siempre. Una charla cotidiana, algunas pavadas del día. Un te quiero, después nos vemos. Imposible pensar que podría haber sido la última charla.

“Él estaba preocupado por la inseguridad, pero era muy valiente, se defendía y se ponía la camiseta del lugar. Siempre hizo las cosas muy bien, muy correcto“, cuenta la sobrina de la víctima y agrega: “Se vive mal en el barrio, sobre todo cuando hay partidos de Aldosivi o Alvarado, es cuando más miedo tenemos todos. Me quisieron robar la moto a mano armada, está complicado”.

“Mi tío era muy bueno, todos lo querían, era muy amable. Además de ser kiosquero era poeta, escribía poesías, escribía mucho, le gustaba un montón. Una vez me escribió un poema cuando yo estaba enferma”, dice Verónica y comparte con LA CAPITAL la poesía escrita en puño y letra por su tía, Cristian Velázquez:

Querida Vero. Aquí te envío la poesía que me pediste, disfrutala.

Ojos café
que mueren allí
donde la fe
no quiere morir

Ojos de miel
quién sabe quién
no mires así
no mires en mí
solo busco en ti

Queridos ojos café
no mires así
busca con fe
lo que hay
dentro de ti.

Velázquez junto a su sobrina Verónica.

Velázquez junto a su sobrina Verónica.


El dolor en las redes sociales


El asesinato de Cristian Velázquez hizo eco en las redes sociales y cada publicación sobre el crimen tiene cientos de mensaje de amor, cariño, dolor y bronca, mucha bronca.

“Siempre con una paz, tan dulce y amable. Todavía no puedo creer”, expresó Nancy en Facebook. “Dios mío, como siempre hoy también fui a comprarte. Fui al mediodía y hablamos del tema de inseguridad, no lo puedo creer. Acompaño en el dolor a la familia”, escribió Liliana.

Los comentarios son, en su mayoría, de clientes de Cristian Velázquez, con quien intercambiaban palabras cada vez que ingresaban al kiosco de Jacinto Peralta Ramos al 700. La muerte del kiosquero marcó un sin número de personas.

“Que triste mi vecino, tan atento y educado. Hoy lo saludé cuando salía de su casa a trabajar como todos los días”. “El kiosquero de todos los chicos de la Escuela 26, un hombre muy atento, que bronca.  La zona se volvió muy insegura”. “Cristian que en paz descanses. Excelente comerciante”.

Los mensajes de cariño y dolor se multiplican. En su mayoría, lo definen como un “tipazo”, una “excelente persona”. “Lo lamento muchísimo, era una gran persona. El barrio está muy conmovido”, expresó una usuaria de Facebook en un mensaje que podría ser el de todos.


Los chicles que le salvaron la vida


Cristian Velázquez había sido entrevistado por la prensa en varias oportunidades después de sufrir asaltos anteriores.

Cristian Velázquez había sido entrevistado por la prensa en varias oportunidades después de sufrir asaltos anteriores.

El lunes 15 de abril de 2024, a las 14.20, Cristian estaba solo en el kiosco de Jacinto Peralta Ramos al 700 cuando entraron dos ladrones armados. Le pidieron el dinero, pero no reaccionó y entonces uno de los delincuentes le disparó una bala que impactó en los paquetes de chicles que estaban en el mostrador. Ahí el kiosquero tomó un tubo de gas pimienta y le roció en la cara a los asaltantes, que huyeron del lugar.

“Me salvaron los paquetes de chicle“, contó Cristian en esa oportunidad. ” “Sentí que me podían haber matado, porque es así todo momento, estamos solos, no hay seguridad. Acá siempre pasa algo, en esta cuadra siempre a alguien le están robando“.

Cuando se fueron los delincuentes, el kiosquero accionó el botón antipánico, pero no funcionó y la policía solo llegó al lugar luego de que una mujer llamara al 911 al escuchar los disparos. Tras hacer la denuncia, Cristian cerró el kiosco, ya que había quedado alterado y con bronca, sobre todo bronca. “No me siento seguro, no me siento cuidado, siento que acá puede venir cualquier a hacer lo que quiera y no tenemos seguridad para nada”, dijo el año pasado.

“No tengo miedo, es más impotencia y bronca. Siempre hay un pretexto para no darnos seguridad, acá tiene más derechos el ladrón que la persona honrada que trabaja“, concluyó Cristian Velázquez tras el sexto robo que sufrió en 2024. Un año después, en un nuevo asalto, el kiosquero fue asesinado. Sin seguridad. Sin estar cuidado. Sin vida.