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Cultura 24 de abril de 2017

Para el premio Man Booker Han Kang el ser humano es oscuro y heroico

La escritora surcoreana, reciente ganadora del premio Man Booker Internacional por su novela "La vegetariana", habló de las repercusiones disímiles que a lo largo y ancho del mundo tuvo su obra.

Han Kang, author of The Vegetarian, winner of the Man Booker International prize, at the Victoria and Albert Museum, London. PRESS ASSOCIATION Photo. Picture date: Monday May 16, 2016. At a ceremony at the V&A in London, Han beat a diverse shortlist including pseudonymous Italian novelist Elena Ferrante for The Story of the Lost Child, Angolan author Jose Eduardo Agualusa's A General Theory of Oblivion, Austrian Robert Seethaler's A Whole Life, and Turkish author Orhan Pamuk's A Strangeness in My Mind. See PA story ARTS ManBooker. Photo credit should read: Anthony Devlin/PA Wire

Por Irene Dalmases

La escritora surcoreana Han Kang, autora de la perturbadora novela “La vegetariana”, con la que en 2016 obtuvo el premio Man Booker International, señaló en una entrevista que “a pesar del lado oscuro y violento del ser humano, hay que confiar en su lado heroico, brillante y digno”.

Kang, una mujer callada que cuida mucho su privacidad y que asegura que el premio no ha cambiado ni su vida ni su modo de escribir, presenta en este libro a una mujer protagonista, Yeonghye, que un día decide dejar de comer carne. Escrito hace diez años, aunque no se editó en inglés hasta el pasado año y ahora llega en español de la mano de Rata, el lector podrá conocer cómo este hecho tan simple -no querer ingerir nada que haya sido antes un ser vivo- provoca un auténtico terremoto y una fractura total en su entorno familiar.

El relato refleja este shock a partir de tres voces diferentes: la del marido, que no comprende ni intenta comprender esta decisión; la del cuñado artista que acaba pintando sobre el cuerpo de la mujer, y la de su hermana, quien acaba entendiendo, en parte, lo que ha llevado a Yeonghye a ser tan estricta en su dieta. Han Kang comenta que su personaje es “un ser especialmente sensible a la violencia y, para alguien así, es natural que acabe viendo el mundo como un lugar terrible para vivir y que, por tanto, quiera dejar de pertenecer al género humano”.

No querer comer carne, argumenta, “es, de hecho, intentar salvarse de la violencia que ve a su alrededor y, aunque para los demás sea una locura, en realidad, ella es la única sana, al ser la única capaz de resistirse a esa violencia que la rodea”. Yeonghye llega a un momento de su vida en el que “casada con un hombre muy convencional y egoísta, deja de tener interés en vivir en este mundo, y ya no quiere conformarse más con los convencionalismos y opta por conseguir un estado de pureza, en el que no necesita comprometerse con nadie”.

Precisamente, Kang coincide con su personaje en que “si rechazamos los convencionalismos, las formalidades, lo que nos queda es la naturaleza y eso es lo que ella acaba queriendo, ser como una planta”. “No pienso -alerta la autora surcoreana- que todos debamos ser como Yeonghye y llegar a estos extremos. Esto es una parábola en la que muestro qué puede ocurrir cuando uno es consecuente consigo mismo y lleva hasta el final una decisión que ha tomado”.

A la vez, defiende que “a pesar del lado oscuro y violento del ser humano debemos confiar en su lado heroico, brillante y digno, lo que nos diferencia de otros seres vivos”. A raíz de obtener el premio Man Booker, donde se impuso a otros escritores como el turco Orhan Pamuk, Han Kang ha viajado por todo el mundo y reconoce que su libro, una obra intensa que no deja indiferente, ha provocado reacciones distintas en los países en los que se ha editado. En algunos lugares, precisa, hay partes del texto que se leen “de una forma poética, bella, curiosa, mientras que en otras se ha reprobado lo que allí se plasma”.

“Viendo estas reacciones, me sorprendo cómo podemos leer de forma diferente una misma novela, lo que, a la vez, me ha llevado a reflexionar sobre la cultura”, explica. Residente en Seúl, Han Kang, de 47 años, defiende que el escritor necesita tiempo para estar en soledad, más que ser famoso, y así poder pensar en nuevas historias. En su caso, esta profesora de escritura creativa en el Instituto de las Artes de Seúl, además de la narrativa también practica la poesía y el ensayo, con una obra en la que reflexiona sobre los diferentes tonos del color blanco.