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El País 17 de mayo de 2020

¿Qué pasa con las villas? Una radiografía completa de los barrios populares porteños

Los focos de contagios se dan en el Barrio Padre Rodolfo Ricciardelli (Villa 1-11-14, en Flores) y el Barrio 31 Carlos Mugica (Villa 31), los más poblados de la capital.

Foto: EFE | Juan Ignacio Roncoroni.

Con una propagación hiperveloz, las villas de la Ciudad de Buenos pasaron de tener apenas unos casos aislados de coronavirus a concentrar más del 30% de todos los registrados en la Capital Federal, sin una hoja de ruta clara respecto de cómo se combatirá el avance de la pandemia.

Los focos de contagios se dan en los barrios populares más poblados de la capital: el Barrio Padre Rodolfo Ricciardelli -más conocido como Villa 1-11-14, en Flores-, que tiene más de 40 mil vecinos y, con los complejos que la circundan, el número asciende a más de 60 mil; y el Barrio 31 Carlos Mugica -popularmente conocido como Villa 31, ubicada en Retiro-, donde viven más de 40 mil personas.

En el primer caso, la cantidad de contagios asciende a 226, en tanto, hubo 7 muertes; en el segundo, se detectaron 628 casos positivos y fallecieron dos personas.

Pero también en el Barrio 15 -Ciudad Oculta- y el 21-24 -Nueva Pompeya- crece la preocupación con la detección de 13 y 9 afectados.

Sin embargo, con el pico de contagios todavía en el horizonte, la alarma se extiende a todas las villas debido a problemas estructurales que están sin resolver e, incluso en la emergencia de la pandemia, no tienen fecha de reparación, más que nada porque en algunos casos se necesitan grandes inversiones: hacinamiento, la falta de agua y la ausencia de cloacas.

A esos defectos que datan desde años, se suman inconvenientes que aporta la crisis reciente: ingresos reducidos o llevados a cero por la incapacidad de realizar trabajos informales que como la venta ambulante, y comedores abarrotados -incluso de gente que no frecuentaba esos lares, como los trabajadores de la albañilería informal-.

Según denuncian las organizaciones sociales, incluso las cercanas al Gobierno nacional, se “bajan”, poco y mal, los alimentos necesarios para mantener a la gente encerrada.

Políticamente, la estructura de la Ciudad para atender a los barrios populares sufrió recientes cambios: el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, a cargo de María Migliore, de buen diálogo con referentes populares, centralizó en diciembre de 2019 la política de integración y desarrollo de la Capital Federal.

Dentro de esa órbita, quedaron a su cargo el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), a cargo de Juan Maquieyra, quien es de su mismo riñón político y coordina la acción en todas las villas porteñas con excepción del Barrio 31, del que se encarga la Secretaría de Integración Social y Urbana (SISU), en manos de Diego Fernández.

Aunque todo se centraliza en Desarrollo Urbano, varios actores de las organizaciones coincidieron ante NA que existen algunas diferencias entre IVC y SISU.

“Son dos modelos de construcción diferentes. Un poco más de maquillaje e ‘imponedor’ el de la SISU, un poco más dialoguista y de construcción comunitaria el del IVC”, señaló un importante dirigente social.

Otro de los actores es Maximiliano Corach, hijo de Carlos Corach, que está a cargo del programa Buenos Aires Presente (BAP) y recibe continuamente a los dirigentes barriales, aunque le critican su “incapacidad para solucionar los problemas”.

Esta distinción de jerarquías, sin embargo, poco aporta a la problemática del coronavirus, porque en todas las villas aparecen los mismos problemas: los camiones de basura no logran entrar porque las calles o pasillos son demasiado estrechos, por lo que los residuos se amontonan y generan grandes focos infecciosos que, antes de la pandemia, ya desataban inconvenientes para controlar enfermedades como el dengue y la tuberculosis.

Ante esa situación, los coordinadores que trabajan en estos barrios populares cuestionan la “incapacidad” de las autoridades porteñas para entender la realidad.

“Arman unos protocolos divinos que salen a explicar por tele. Después, las ambulancias no entran, las salitas están cerradas a veces al mediodía, la basura se amontona. Es un escándalo”, ejemplificó un dirigente consultado por NA.

En una entrevista radial esta semana, el referente de “La Garganta Poderosa”, Nacho Levy, se quebró al aire al explicar la situación en las villas y le pidió a toda la gente que por favor ayude porque “nada de lo que hay alcanza” para parar el descontrol.

El último jueves, en un debate que se produjo en radio Con Vos entre el referente del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Carlos Fernández, y la ministra María Migliore, el dirigente barrial le manifestó: “Sólo la Villa 31 tenía el mismo presupuesto que el resto de las villas de la Ciudad. ¿Cómo puede ser que no hayan instalado los caños de agua?”.

La funcionaria respondió: “En el tema del agua en la villa 31, está solucionado lo macro. La falta de agua tuvo que ver con la planta San Martín de Aysa. La curva de circulación del virus en los barrios populares era esperable, pero estamos saliendo a testear de manera proactiva desde hace una semana”.

“En la villa 31 no tenemos solo la pandemia de coronavirus, tenemos la pandemia de la tuberculosis, la pandemia de los chicos que se caen de las alturas por las condiciones en las que viven”, sostuvo Fernández.

Según indicaron a NA fuentes del Gobierno de la Ciudad, en combinación, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat y el de Salud, trabajan en cinco ejes respecto a la pandemia: seguridad alimentaria, higiene urbana, distanciamiento de personas mayores, difusión de la problemática y atención a la emergencia habitacional.



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