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La Ciudad 1 de marzo de 2020

Ricardo Alfonsín: “Aceptar ser embajador es un gesto altisonante de discrepancia”

El embajador designado en España negó que aceptar el cargo que le propuso Alberto Fernández implique integrar el Frente de Todos. "Yo hubiera preferido tener éxito con mi partido", lamentó y deslizó que la UCR debería romper con Juntos por el Cambio y recuperar su identidad: "En Argentina hay que barajar y dar de nuevo".

Ricardo Alfonsín.

Por Gonzalo Gobbi

“Te necesito en España”. La voz de Alberto Fernández sonó del otro lado del celular, desde Berlín, a principios de febrero. Era la tercera vez que el presidente le ofrecía ser el embajador del principal aliado comercial de la Argentina en Europa. “No me podés decir que no”, insistió. Ricardo Alfonsín le pidió tres horas. En esos 180 minutos agotó la batería de su teléfono consultando a otros radicales. Varios lo respaldaron. Otros lo dilapidaron con feroces críticas. Alfonsín contó en una entrevista con la LA CAPITAL por qué decidió aceptar y recordó que su padre, el primer presidente de la vuelta a la democracia, decía que “si alguien tiene miedo a pagar costos políticos, que no se dedique a la política”.

“Si me quieren echar, que me echen”, respondió enseguida Ricardo Alfonsín, hombre crítico de Cambiemos y de la participación de la Unión Cívica Radical en el frente que gobernó el país los últimos cuatro años, a quienes lo tildaron de traidor por “irse con el kirchernismo”.

A su entender, aceptar ser el embajador de Argentina en España durante la presidencia de Alberto Fernández, no lo vuelve parte del gobierno del Frente de Todos. El Congreso deberá validar su cargo. Pero de antemano aclara que no asumirá una responsabilidad partidaria, sino “de Estado” y que su decisión fue “un gesto altisonante de discrepancia” más con dirigentes radicales que con el radicalismo en sí mismo.

España ya está presente en su agenda, incluso al viajar a Mar del Plata, donde asistió al lanzamiento del espacio Progresistas en Red y visitó una empresa de alfajores que busca “recuperar mercados” en España; “es necesario venderles más, abrir mercados y lograr inversiones; espero estar a la altura de las circunstancias y de la confianza que depositó en mí el presidente”, sostuvo durante una entrevista con este medio.

-¿Qué es lo primero que hará cuando asuma como embajador?

-Hay mucho para hacer. Hay que promover inversiones para la Argentina, pero también tenemos que lograr acuerdos políticos con España porque podemos trabajar juntos, por lo menos lo tenemos que intentar sin perjuicio de la tarea que hace la Cancillería, en relación al tema de Malvinas. Pero además hay que promover una integración cultural. Como embajador debo tratar de materializar lo que vayan decidiendo los que estén discutiendo estas cosas en otros niveles.

-Recibió críticas muy duras al aceptar el cargo de embajador. ¿Cómo las tomó?

-Algunas. Trascendió en los medios más de lo que fue. Los dirigentes más representativos del partido me han acompañado. (Gerardo) Morales dijo que no se podía hacer otra cosa que aceptar la invitación. Lo mismo dijo el gobernador de Mendoza (Rodolfo Suárez) y el de Corrientes (Gustavo Valdés). Muchísimos legisladores nacionales, provinciales e intendentes han dicho que está bien. Y muchos radicales de a pié me ha dicho que es bueno que no todos los radicales tenemos comportamientos sectarios o propios de quienes promueven la grieta.

-Pero algunos sí han sido críticos de su decisión. Brandoni por ejemplo dijo que es “penoso” que haya aceptado, que tiene “problemitas” y otros pidieron expulsarlo de la UCR.

-Eso habla más de ellos que de mí, con muy poca calidad en la crítica. Brandoni ha dicho varias cosas. Pobre Luis… Yo creo que está muy ofuscado. Dijo que “le causan dolor” mis posiciones. No se si seré menos sensible o más tolerante y democrático. A mí no me causan dolor sus posiciones, directamente no las comparto.

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-Su padre tenía una frase que dice “Los hombres pasan, las ideas quedan”, ¿siente que hay algo de eso en este caso?

-Exactamente, hay mucho de eso. El diálogo era una idea central de Alfonsín y él escribo un libro que se llama “Democracia y Consenso”, que dice que la política es conflicto, es disenso, pero también es consenso. Incluso da a entender que la calidad de la política muchas veces se demuestra cuando es capaz de distinguir aquellos temas que requieren para ser solucionados del diálogo y los consensos. Yo le diría a algunos radicales que lean o relean el libro. Porque si dicen quererlo tanto a Alfonsín, creo que será porque comparten sus ideas. Sin embargo, veo que algunos hacen exactamente lo contrario.

-¿Asumir como embajador en este momento lo vuelve parte del gobierno del Frente de Todos?

-No, eso es una crítica fácil, aunque frecuente. Es frecuente que se utilice el siguiente mecanismo para criticar al que piensa distinto: atribuirle las intenciones perversas o ridículas hace más fácil la crítica. Muchos se han quedado sin respuesta política y a muchos los conozco de sobra para saber que no piensan lo que dicen y que no tienen demasiada autoridad para decir.

-Aceptó luego de varios llamados del presidente Fernández, ¿qué lo hacía dudar?

-A mí el PRO me ofreció en 2017 ser diputado nacional y como rechacé el ofrecimiento, me ofrecieron una embajada que también rechacé. En 2019 me ofrecieron ser diputado nacional y rechacé la idea, porque mientras no advirtiera que la UCR no recuperara autonomía a la hora de cuestionar decisiones y que decir todo que sí no era lo mejor para el país, no me interesaba ser candidato. Cuando Cambiemos pierde, Alberto Fernández me llamó en noviembre y le dije que no, porque esperaba que la UCR recapacitara, recuperara autonomía e hiciera oposición desde su propia identidad. Y si eso ocurría era importante encontrarnos en el diálogo, pero no ocurrió. En diciembre me volvió a insistir y le dije otra vez que no. A principios de febrero me llamó desde Berlín y me dijo: “Te necesito en España”. Me pidió cumplir esta tarea. “No me podés decir que no”, me pidió.

-¿Y por qué aceptó esta vez? ¿Cedió ante la insistencia o especuló con los primeros pasos que daría el gobierno?

-No, yo de verdad creía que después de las elecciones se podía trabajar con éxito en la recuperación de la autonomía del partido y correrse del espacio ideológico que venía ocupando en los últimos cuatro años. Nada de eso ocurrió.

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Los radicales Mario Rodríguez y Mario Raiteri acompañaron a Alfonsín en sus reuniones en la ciudad

-¿Creyó que cuando Juntos por el Cambio perdió las elecciones la UCR rompería esa alianza?

-La Unión Cívica Radical, desde mi punto de vista, perseveró en el error de creer que lo mejor para el país es aplicar las políticas del 2015 en adelante. No he visto un solo radical que diga que lo que se hizo al 2015 al 2019 fue equivocado. Entonces aceptar fue gesto altisonante de discrepancia y trato de que los radicales comprendan que es necesario.

-¿Necesita que los radicales lo comprendan?

-No se pueden poner los intereses partidarios por encima del interés nacional si le podemos servir al país. Yo hubiera preferido tener éxito con mi partido y lograr lo que creo que le haría bien y le daría calidad a la política Argentina: que la Unión Cívica Radical volviera a representar los intereses que debe representar. Pero también me pregunté si cuando le dije que no a Fernández era por comodidad y por temor a la crítica. Y empezaba a dudar.

-¿Qué resolvió esa duda?

-Me acordé de mi padre, que decía que el que tiene miedo a pagar costos políticos, que no se dedique a la política.

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-¿Qué le genera reflexionar hoy sobre la participación de la UCR durante el gobierno de Mauricio Macri?

-La realidad nos terminó dando la razón en torno a mis posiciones críticas de los últimos cuatro años. Me decían que tenía preocupaciones por cargos. Y no tiene lógica esa crítica. Si hubiera querido cargos hubiera tenido una disposición diferente hacia Cambiemos, como tuvieron otros radicales que apoyaban decisiones desde el radicalismo y que no eran las que había que acompañar. Me preocupa la grieta de los argentinos, que algunos la profundizan. Algunos parecen que no pueden controlar sentimientos que no son los más aconsejables para dotar de racionalidad los comportamientos políticos. Están tomados por sentimientos muy negativos y eso es malo. Lo grave es no darse cuenta a tiempo y dejarse llevar por ellos.

-¿La Unión Cívica Radical debería romper la alianza de Juntos por el Cambio?

-En Argentina hay que barajar y dar de nuevo. Las formaciones políticas que existen hoy son “ad hoc”, se han conformado para enfrentar los diferentes calendarios electorales. Creo que es necesario reunir a los que piensan igual y separar a los que piensan distinto y están juntos.

-¿Y eso está claro hoy?

-Creo que es necesario que la UCR integre un frente, ya que al bipartidismo difícilmente volvamos, con fuerzas afines de centro izquierda y que por otro lado se conforme un frente de centro derecha que sin grietas, ni odios ni antagonismos irreductibles, sean capaces de dialogar y alternarse en el poder, eso es lo que necesitamos. Eso es lo que hace falta en Argentina para salir adelante. Y desde el lugar que esté voy a dar mi máximo esfuerzo.

 

Progresistas en Red, “un espacio de diálogo”

Progre 03

Ricardo Alfonsín asistió en la ciudad de la presentación del espacio Progresistas en Red

-Participó en Mar del Plata del lanzamiento de Progresistas en Red. ¿Se siente parte de este espacio con dirigentes que se distanciaron del GEN y otros que forman parte del Frente de Todos?

-No, no formo parte. Yo pertenezco a la Unión Cívica Radical, pero es un espacio de diálogo. Y soy uno de los que más insiste en la necesidad del diálogo para resolver los problemas de los argentinos, que son muy serios y de difícil solución. Y es más fácil avanzar en la superación de esos problemas si somos capaces de arribar a acuerdos entre las principales fuerzas políticas, los sectores económicos y sociales.

-¿Existe hoy ese diálogo entre las fuerzas políticas?

-Hoy no. No es fácil, pero se puede hacer. Algunos creen que es más fácil enfrentar estos problemas agrediéndonos, descalificándonos y faltándonos el respeto. Eso es muy malo para el país. Yo le pediría a la sociedad que le exija a su dirigencia, sea de la naturaleza que sea, que sea respetuosa con el que piensa distinto para hacer posible el diálogo. Cuando vos pensás que el que piensa distinto a vos es la quinta esencia del mal, es muy difícil que haya diálogo.