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Policiales 19 de abril de 2019

“Te gusta buscar problemas y a nosotros tirar tiros”, le dijeron y lo mataron a balazos

Dos hombres serán juzgados desde este lunes por asesinar a Juan Pablo Ferrari (30) en agosto de 2017. El crimen se produjo después de una pelea que la víctima había mantenido en un taller mecánico de su barrio.

La pelea entre Juan Pablo Ferrari y Emanuel Caporrella comenzó en el taller mecánico de Labardén, entre Solís y Gaboto.

La película “Relatos Salvajes” se ha transformado hace tiempo en un clásico del cine argentino y, sin embargo, no se trata ni por asomo de una obra maestra. Se podría decir más bien todo lo contrario: para ser considerado un filme de culto le bastó con exhibir tan sólo algunos casos de violencia urbana absolutamente cotidianos como el que llegará a juicio en Mar del Plata el próximo lunes.

El debate oral que se realizará en sala del Tribunal Oral N° 2 tendrá como acusados por el crimen de Juan Pablo Ferrari (30) a dos hombres. Se trata de Emanuel Alberto Caporrella y Norberto Alberto Guzman, quienes junto a otra persona que no fue identificada atacaron a tiros a la víctima en su casa del barrio Las Américas el 16 de agosto de 2017.

La característica que haría encajar el hecho en un caso similar a los relatados en la película mencionada tiene que ver con que el conflicto entre uno de los acusados, Caporrella, y Ferrari, comenzó por una cuestión meramente común: la reparación de un desperfecto mecánico de la camioneta de la víctima en el taller del supuesto victimario.

De acuerdo a la reconstrucción del hecho, Ferrari le confió a Caporrella su rodado para que le realizara el cambio de repuestos y el arreglo de otras fallas en un local que éste utilizaba en el frente de su casa, emplazada en Labardén, entre Solís y Gaboto.

Entre ese día y el la fatídica tarde del 16 de agosto de 2017 pasó algo de tiempo y hubo entre ellos algunos desencuentros. Según la declaración de uno de los testigos que declararon en el expediente, Ferrari “se hacía el boludo” para no pagarle el trabajo a Caporrella, mientras que conforme otros testimonios Ferrari se sentía estafado porque la devolución de su vehículo se demoraba y el cambio de repuestos le había costado más caro de lo que pensaba, y le atribuía ese sobrecosto al accionar del mecánico.

En el medio, y también de acuerdo a lo que surge del expediente llevado adelante por el fiscal Alejandro Pellegrinelli, se trataba de dos personas con personalidades agresivas. El perfil de Ferrari, dijeron vecinos y otras personas interrogadas, respondía al de un hombre conflictivo. Pero Caporrella no se quedaba atrás: tenía antecedentes penales desde 2012 en una causa por los delitos “abuso de armas” y “amenazas”.
Como era de esperarse, la cuestión jamás podía terminar bien.

Dirimir problemas con violencia

En horas de la mañana del día en que habían de matarlo, Juan Pablo Ferrari decidió ir en su motocicleta hacia el taller de Caporrella y los cuestionamientos entre ambos hicieron que se desencadenara una pelea a golpes. Eso quedó acreditado, debido a que al mediodía el mecánico se presentó en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) para que los médicos le realizaran curaciones en su rostro, debido a que había sufrido -diría luego- culatazos y golpes varios.

Para entonces Ferrari ya había regresado a su casa y tenía nuevamente en su poder la camioneta. Lo que siguió luego es lo que tuvo que investigar Pellegrinelli: por la tarde, cerca de las 16.30, Caporrella y Guzmán, empleado del taller mecánico, fueron junto a otra persona a la vivienda del cliente y se reanudó el enfrentamiento.

En ese marco, Caporella bajó del vehículo marca Chevrolet Corsa Classic de Guzmán y forcejeó con Ferrari. Finalmente, la víctima recibió un disparo en el pecho y hubo otros balazos que dieron contra el frente de su casa.

Luego, los atacantes escaparon y regresaron al taller mecánico. Tanto la ida a la vivienda como la vuelta quedaron registradas en las cámaras de seguridad del Centro de Observación y Monitoreo (COM) del municipio y fueron anexadas a la causa judicial. Lo mismo ocurrió con los peritajes balísticos, que determinaron que había existido más de un disparo contra la víctima y su propiedad.

Eso sirvió para echar por tierra, al menos de forma preliminar, la versión de los imputados -detenidos poco tiempo después del hecho-, quienes intentaron explicar que el tiro que hirió de muerte a la víctima se había producido en el marco del forcejeo con Caporrella. Además, atribuyeron la propiedad del arma de fuego (“una escopeta recortada”, dijeron) al propio Ferrari, ya que hubo testigos que manifestaron que era habitual que “anduviera calzado”.

Sin embargo, del trabajo de los especialistas de la Policía Científica, los resultados de la operación de autopsia al cadáver de Ferrari y la recolección de las declaraciones de los testigos surgió que en realidad habían sido utilizadas distintas armas, entre ellas una pistola que siempre portaba Guzmán. Cuando fue indagado por Pellegrinelli, el imputado dijo que la llevaba consigo cuando su esposa tenía que realizar cobros por su actividad comercial de venta de ropa, y que sólo disparó dos veces al piso.

Dicha versión, por ejemplo, fue desestimada por el fiscal, a través de los peritajes. Y lo mismo sucedió el relato exculpatorio que dio Caporrella, lo que motivó que ambos quedaran detenidos e imputados por el delito de “homicidio agravado”.

Si bien el ataque se registró el 16 de agosto de 2017, Ferrari murió dos semanas después en el HIGA, al que había sido trasladado en forma particular tras recibir el impacto de bala en el pecho. Su mujer, que estaba en la casa al momento de los hechos, dijo que antes de disparar los agresores le gritaron: “A vos te gusta buscar problemas… A nosotros nos gusta tirar tiros”. Desde este lunes, y a casi dos años de ocurrido, la Justicia intentará quitarle salvajismo al caso, con todo el peso civilizado de la ley.