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La Ciudad 23 de septiembre de 2019

Una postal en ruinas: Playa Chica luce cada vez más abandonada

El gobierno municipal había anunciado la puesta en valor del espacio tras demoler la estructura del balneario pero los trabajos nunca se llevaron a cabo. Entre los escombros viven indigentes.

Tras la demolición, Playa Chica quedó en total estado de abandono.

Las familias más aristocráticas de Los Troncos elegían décadas atrás la tranquilidad entre las rocas de Playa Chica para tender sus manteles y beber el té. Funcionó allí un hotel y fue varios años después un lujoso boliche con vista al mar mientras el mundo de la farándula le sacaba provecho con transmisiones especiales del verano marplatense. Una joya entre lo urbano y lo natural. A tres meses del verano 2020, luego de cuatro años de inactividad y a un año de la demolición total de su estructura encomendada por el gobierno municipal, este paradisíaco recoveco de la costa de Mar del Plata luce la deplorable imagen del abandono y la desidia política, entre roedores, kilos de todo tipo de basura, indigentes que subsisten entre las rocas y un peligro inminente en cada paso entre las ruinas.

Entre fierros oxidados, pasarelas rotas, escombros de gruesos tamaños, paredes grafiteadas, losas enredadas entre los yuyos y ratas, en lugar de las obras de puesta en valor que anunció el intendente Carlos Arroyo (ver aparte) tras ordenar la demolición de las dos estructuras en la bajada de Alberti y la costa, Playa Chica solo refugia a personas en situación de calle y exhibe una postal destruida por el tiempo y la desidia.

Hace años dejó de ser lo que era. Desde el verano de 2016 que el espacio que supo albergar ofertas gastronómicas y culturales se redujo a un espacio vacío, a ser un edificio más destinado al olvido pese a su privilegiada ubicación. Hoy, tres años después, la foto es deplorable y no condice con las promesas de acondicionamiento anunciadas por la gestión municipal.

Su última concesión tuvo lugar en 2015, pero recién en septiembre del año pasado se ordenó la demolición de las dos estructuras que aún se encontraban de pie en la bajada de Alberti y la costa. En ese entonces, y a poco de arrancar la cuarta temporada sin explotación comercial, desde el municipio aclaraban que se daría comienzo a los trabajos de “puesta en valor”. La postal actual exhibe precisamente lo contrario.

En mayo de 2015, el municipio, entonces a cargo del intendente Gustavo Pulti, tomó posesión de la Unidad Turística Fiscal Playa Chica tras acusar al ex concesionario de dejarla “en estado de abandono”, en un episodio que terminó con acusaciones cruzadas en la Justicia.

En marzo del año pasado, el gobierno de Arroyo mandó al Concejo Deliberante un pliego de licitación para promover un proyecto arquitectónico y urbanístico y un plan de desarrollo de servicios en Playa Chica. A tres meses de una nueva temporada de verano, no registró un solo avance y el panorama es cada vez más desolador.

Abandono total

A lo largo y ancho de todo el “paseo” de Playa Chica aparecen buzos, camperas, pantalones y restos de tela de distintas prendas de hombre y mujer, como así también colchones, frazadas, almohadas, pavas, botellas de vidrio y preservativos; todo esto a apenas 50 metros de donde pasan runners que eligen este recorrido para hacer ejercicio, y familias y parejas que se sientan a tomar mates y contemplar la inmensidad del mar y la vista panorámica entre el abandono y las ruinas de lo que algunas vez fue una joya de la costa marplatense.

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En el extremo sur de Playa Chica, donde fue demolida la segunda de las construcciones en las que funcionaba un emprendimiento gastronómico, el abandono y las ruinas continúan. Las históricas baldosas se adentran entre las piedras, mientras más hierros, plásticos y tuberías sobresalen por doquier.

Junto a esa estructura se encuentra un recoveco que funciona como depósito del personal municipal de espacios públicos. “MGP Trabajando en positivo”, dice el oxidado cartel que recubre improvisadamente este hueco entre la vegetación y las piedras, sin mayor señalización y con filtraciones de agua en los costados.

Peligro: no pasar

Frente a la ausencia de definiciones políticas para ordenar la reestructuración de Playa Chica, en el mientras tanto el municipio colocó dos carteles: el primero cuelga de un alambrado maltrecho y dice “Peligro: no pasar”, mientras el resto de los accesos sigue abierto y conlleva un peligro inminente para quienes pasean y descubren el estado lamentable del lugar entre escalinatas rotas, rejas oxidadas, madera en puntas, pedazos de vidrio, plásticos que sobresalen del suelo y mugre que brota entre las piedras.

El segundo cartel advierte que se trata de una “playa no habilitada para bañistas”, pese a que hace décadas dejó de tener “playa”.

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De hecho, entre los años ’60 y ’80, este punto de la costa marplatense solía ser un reparo para las conquistas de verano, con las olas rompiendo de frente y salpicando a parejas de la aristocracia.

Las advertencias, sin embargo, no alertan sobre la presencia de roedores, de instalaciones eléctricas incendiadas o la imposibilidad de pasar a través de la pasarela de madera destruida, ni recomiendan no acercarse a la pileta que conserva las toneladas de escombros con hierros retorcidos a las que quedaron reducidas las construcciones.

— La demolición

En enero de 2018, luego de tres temporadas sin explotación comercial, el municipio anunció que procedería a demoler las dos estructuras edilicias de la Unidad Turística Fiscal Playa Chica, donde durante años había funcionado un resto bar y un restaurante que también se utilizaba como lugar de eventos.

Para la demolición el gobierno optó por contratar a una empresa privada que se hiciera cargo de los trabajos, que se iniciaron a fines de mayo del año pasado y demandaron poco casi 90 días de trabajo, un mes más de lo previsto. Se pagaron cerca de 1.200.000 pesos.

Dicha demolición había sido encomendada, según lo expresado por el Ejecutivo municipal, tras la decisión de “preservar la vida de la gente y el ordenamiento costero”, pero no contemplaba a futuro una nueva construcción sino el desarrollo de un espacio verde.

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