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Cultura 30 de marzo de 2020

Aproximaciones a la obra poética de Antonio Requeni

"Apasionada y conmovedora entrega lírica" la describe Sebastián Jorgi.

Por Sebastián Jorgi

Poeta, periodista, crítico literario, ensayista. Antonio Requeni nació en Buenos Aires en 1930. Vivió parte de su infancia en Valencia. Trabajó en el diario La Prensa desde 1954 hasta 1994, año en que se jubiló. En la redacción del diario capitalino conoció al poeta Jorge Calvetti, quien años más tarde lo presentaría en la Academia Argentina de Letras, incorporado como miembro de número. También integra la Academia Nacional de Periodismo.

En 1958 fue becado en París. En 1991 aparece una Antología poética personal con un estudio preliminar excelente de María Rosa Lojo (Edit.Fraterna). Viajero incansable, el legendario sello de Santiago Rueda le publica Los viajes y los días(1969). Posteriormente Cronicón de las peñas de Buenos Aires (Corregidor, 1981), una Breve historia de la Avenida de Mayo. Su libro Travesías, Conversación con Olga Orozco y Gloria Alcorta (Sudamericana,1997) se agota en poco tiempo.

Fue Jefe de Prensa de la Fundación El Libro y sus escritos, críticas y comentarios bibliográficos han aparecido en los más prestigiosos medios del país y del extranjero. Ha recibido la Orden Cavallieri Uficciale, el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, el Konex, dos Premios Municipales, entre otros lauros de relevancia. Hace unos días le fue adjudicado el Premio Rosalía de Castro. En diciembre pasado la Legislatura de Buenos Aires lo reconoció como Persona destacada de la Cultura.

Actualmente es miembro de la Fundación Argentina para la Poesía, donde orienta y trabaja en forma denodada, en las Colecciones del sello de Lidia Vinciguerra. Entre sus obras poéticas, destacamos Luz de sueño(1951), Umbral delHorizonte(1965), Inventario, (1974) y Línea de sombra(1986). Nos aproximamos, con mucho pudor, a estas creaciones poéticas.

Luz de sueño

Un sentimiento de complacida felicidad puede atisbarse en la poesía de Antonio Requeni, reunida en Poemas (1951-1991), antología en la que el autor expresa la propia totalidad que enmarca 40 años de una apasionada entrega lírica. Tal complacencia –o estadio de felicidad– podría inferirse desde La Alegría:

Dulce y bello es vivir en este mundo
como morder una manzana.
Todo lo que descubro
quiero que lo compartas:
la flor abierta, el cielo
los verdes asombrados de su asombro
y el amor: todo aquello
que ya estaba en el alba de tus ojos.
Me acaricia la luz en este instante.
¿Qué me importan la niebla y sus fantasmas?
Me acaricia la luz.
Eso me basta.

Y sí: tal instancia íntima se cristaliza en la persona-poeta que contiene todo aquello / que ya estaba en el alba de tus ojos. Y no habrá ninguna triquiñuela ni traspié para el hacedor: ¿Qué me importan la niebla y sus fantasmas? / Me acaricia la luz. / Eso me basta, espasmo luminoso que le bastará para adentrarse en una posición casi cristianizada en la idea del prójimo: voy con mi cuerpo entre los otros cuerpos / y es ya sentirse enamorado, el propio cuerpo grávido de pureza y sostenido por la sólida luz, en una simbiosis con la Naturaleza acompañada por el aire del verano, extasiada por una gota de miel encima del durazno, para gritarnos con genuina estridencia:

existo, luego canto.

En el poema siguiente, Sobre las blandas hojas, la Naturaleza llena de sol y humus de la tierra sigue acompañando la música interior del yo poético con la dicha de estar vivo y ser joven. Es que tierra-mundo o sol tierra ardiente constituyeron cierta templanza existencial –más allá de los paralelismos térmicos o cromáticos–, templanza en el sereno júbilo. También acaso marca una fidelidad al poeta, como si estuviésemos ante el autorretrato de Antonio Requeni: jovialidad y cortesía, presupuestadas en la sincera modestia de un Ser-Humano abarcado por un niño alegre que dibuja el mundo. La comunicación con la Naturaleza podrá verificarse en Tardey en el soneto La gota de agua:Miro esta gota de agua tan pequeña /límpido resplandor de estrella pura /y es ya sentir que mi literatura/se conmueve, se rompe, se despeña.

Especie de contra arte-poética es este soneto que se fragua, cuyo marco compositivo es admirable en los sonetos A la músicay en Fernández Moreno, del que transcribimos el segundo cuarteto:Me lo nombran las voces del café donde para /su amigo, el canillita del pregón insistente./Me lo nombran balcones que no mira la gente/y el foco que ilumina y a un tiempo desampara.

Arriesgo que Antonio Requeni abraza todo el tiempo posible, el tiempo vivido y perpetrado en la memoria melancólica, autoconvocada y profundamente sentida, en el crecer en la bolita de vidrio / el libro de aventuras… / el viejo álbum familiar para interrogar(se) en líneas neorrománticas de la más prístina nostalgia: ¿En dónde estás, oh, niño? ¿Tu mirada de asombro / acaso me contempla desde un rincón oscuro? Se trata del poema Infancia, íntima memoria expandida en el cotidiano rito / las costumbres domésticas y con la mirada fija en el rostro del Tiempo. El ayer atesorado en imágenes de gran vuelo estilístico –luz, tiempo en conjunción– impelidos con fuerza espiritual en recuerdo como el barrilete del otoño.

Hasta aquí la primera parte de Poemas (1951- 1991) que además de contener Luz de sueño, contiene una selección de Caminos de Canciones, El alba en las manos y La soledad y el canto.Dice González Carbalho: “Generosa actitud de amor hacia la vida y efusión lírica natural, pura y alerta, caracterizan la poesía de Requeni. Es hombre joven que ya domina los resortes del verso y encara con limpia madurez los temas. Conoce los problemas estéticos de su época y resuelve su inquietud formal infundiendo a su clasicismo cierta modalidad contemporánea, así como el tono espiritual que le es propio y particulariza su obra. Su técnica es sobria, sencilla, y sus mayores dificultades se relacionan –nada menos– que con el logro de la diafanidad y la pureza. Requeni aspira a expresarse sin artificios, prístinamente, afinándose en lo esencial y robusteciendo su tono en el dramatismo de su función humana”.

Umbral del horizonte – Manifestación de bienes

En Umbral del horizonte se conjugan la pasión por los viajes y la instantánea transmutada en versos descriptivos pero al mismo tiempo re-vitalizados en la propia contemplación desde Desembarco en Barcelona donde el poeta confiesa: Camino en el difuso resplandor, hasta entrar en Toledo con catedral de lágrimas, callejas, con imágenes animadas –que exceden lo descriptivo– en Kasida de la Alhambra monumento granadino donde nos transmite la emotiva experiencia, vivo el secreto gozo de contemplar unas miniadas piedras. Así, Marruecos, Roma, Florencia, Venecia y Capri resumirán la confluencia vital devenida de la contemplación del orbe cultural de Europa para fijar un retorno en Los barcos detenidos en la noche (Buenos Aires).

Un retorno siempre ínsito, inscripto, grabado en el recuerdo como unslide: estamos hablando de ese Buenos Aires querido por el poeta, desde el Parque Rivadavia en el barrio de Caballito hasta los barcos de la noche en el Puerto. Es que Antonio Requeni es un viajero obstinado –más allá de la sofisticación o curiosidad turística– pues me refiero al poeta del doble viaje, a esas travesías interiores de un lenguaje en los márgenes del sencillismo, lenguaje poético de gran vuelo y vida enmarcan al fin todo el mundo: las cosas de la infancia, los poetas amigos, los familiares queridos, todo el tránsito gozado con plena adhesión, con sincero apego a través del canto.

En Manifestación de bienes, la madurez del poeta va llegando con una proclama: Sólo eso soy, un desamparo, un grito.

Línea que pertenece a Invocación del tiempo, desamparo y grito existencial –¿acaso un Mersault más cercano al ámbito natural: ramas, frutos, meteoros?– en medio del desierto donde el silencio es una rosa entera. Y qué decir de ese poema Hombre sentado en unaplaza, en el que el poeta recala en la soledad de un hombre desconocido sentado en el banco de una plaza: ¿Os dais cuenta de lo que significa un hombre / un hombre así sentado en una plaza? Es que la mirada piadosa del poeta hará que la interrogación se torne solidaria, cristiana: ¿No hay quien lo restituya a la amistad del mundo? Pero la dúctil mano del poeta Antonio Requeni esboza también canciones como La niña y la manzana, El pez y la luna y La agonía de la mariposa, musicalidad que acompaña a la letra también en la serie Sonetos del amor y en el tema Juanito Laguna, para cerrar este balance-memoria de los bienes con homenajes sentidos a Banchs y a Rafael Alberti (poema leído por Antonio Requeni la noche del 7 de diciembre de 1962 en el Automóvil Club Argentino) en la despedida que se le hizo al poeta español en nombre de los poetas jóvenes:

Rafaelesta noche/ hay un niño /entre nosotrosY sí, como en aquella noche –seguramente inolvidable para Requeni– el niño que habita en él persiste hoy en su bondadosa mirada porque el niño vino a golpear con lloviznados ángeles.

Dice Ángel Mazzei en su libro Antonio Requeni(Ediciones Culturales Argentinas, 1977): “Cada vez más cerca de su comprensión, de su nítido sentimiento, el dolor del mundo, la nostalgia de lo perdido, el gozo del descubrimiento del amor –signo inicial de su obra– y la compañía lujosa de la amistad ofrecen el cauce generoso de sus poemas… Umbral del horizonte, clave para juzgar su tono apacible y hondo, su fervor madura en la misión del canto, no ha olvidado decir –y es definición feliz–: únicamente soy estas palabras… Identificado con la visión espiritualista del arte, sabe como el filósofo que las palabras de la poesía son un teclado sobre el cual el alma puede correr en todas direcciones produciendo sin cesar armonías implícitas”.

Inventario – Línea de Sombra

Claro: tras la manifestación de bienes, el poeta “contabilizará” uno de los libros mayores: Inventario. Dedicaciones al haber existencial del hijo que llega y con palabras-consejos al ángel de Cecilia –la hija– en versos íntimos del coloquio natural, animando espasmos espirituales en plegarias-poemas de profundo sentimiento:

Árbol: Éste es mi hijo, te pido que le enseñes
a crecer y ser fuerte, a llenarse de pájaros.

El padre asumido en lenguaje pero que a la vez juega con sus criaturas, en medio de una lluvia sin fin de mariposas. Necesito hacer un alto, un aparte: el canto sonetístico –tan vapuleado por algunos críticos y pares por su “anacronismo”– es de Antonio Requeni una grácil paloma que sobrevuela el parque y que se adentra en el mundo de los niños –sus hijos, también– en los que el poeta se ve reflejado: en el cristal profundo / de tus ojos me vi / niño que en ellos / iba de nuevo descubriendo el mundo.

Y la memoria sigue acudiendo a la poesía: Rojas Paz, Neruda, están insertos –como clavados en la respiración y en la sangre, si se me permite la comparación– en el espíritu evocativo de aquellos instantes con Alejandra Pizarnik en la calle Lambaré (Avellaneda) o en Barracas por la avenida Montes de Oca: es que la literatura –para la felicidad de tipos como nosotros, Antonio– también se vive, aunque con cierta obstinación seguimos buscando a tientas la felicidad. Este verso pertenece a Línea de sombra, cima, logro, para una vida consagrada a la Poesía o mejor consagrada con o en, preposiciones más acordes con la excelsitud poética del vate. Uno de los poemas de más filo existencial –el “paso del Tiempo”– es Primera cana, una prosa poética que me ha conmovido, súbito río de mi sien / Plateado afluente de mis pensamientos. Es que el poeta se sumerge y escarcea con la Palabra enmarcada en una suerte de íntima arte poética:Poesía: estoy desnudo y tiemblo.

Pocas veces puede “leerse” tan crudamente la confesión de una instancia límite del poeta frente a la Palabra, frente a la Poesía, esa sombra que huye entre las noticias del mundo por el suelo. Circunstancia, toma de conciencia in situ ¿Cómo seguir con la poesía en este mundo de rostros que ocultan otros rostros. Antesdije “crudamente: no sé si este tono adverbial corresponde o es coherente con el alma-Requeni: pero en crudo, me parece y arriesgo en la conjetura, que los poemas nacen casi automáticamente en crudo, una voz interior los hace carnadura poética. Sí: alma y carnadura, todo el tiempo vital y toma existencial para vislumbrar la inexorable línea de sombra. Tal presupuesto conradiano –si se me permite el término– catapulta este poemario de gran vuelo en la poesía de nuestro tiempo.

Admirador de Banchs, de González Carbalho, Antonio Requeni es uno de los poetas exponenciales de la lírica trascendente, en concordancia con la tradición de la poesía. Antes aludí al sencillismo, pero esto no es una mera afiliación, tiene una carga semántica delhuésped de un cuerpo vacilante / menos que huésped: náufrago, que trata de asir(se) al poema, siquiera un débil / resplandor de la llama del Poema / porque las palabras son islas que se ocultan / cada vez más lejanas (de Agonía del poeta). Arte poética y sencillez ante la Poesía de alguien que todavía sigue de este lado de la tierra, sí: cuerpo y alma, doble aspecto de la propia existencia de Antonio Requeni, conflicto tal vez existencial entre el plano de la creación espiritual y el de la existencia cotidiana, natural y corporal, donde está el humano corazón al que le resulta imposible escribir con tanto ruido porque triviales o terribles decibeles / han invadido el mundo. Acaso, la “luz del espíritu” enmarque al hombre como Naturaleza –como quería Schelling– que llega a la conciencia en estado límite porque las palabras / viejas tortugas cautelosas / esconden sus cabezas, no se atreven / a comer de mi mano. Pero la poesía habrá de alzarse con el triunfo (contra lo dicho por MilanKundera: “la poesía ha muerto”) en esta gran dimensión humana, cuerpo y alma en Poesía que es Antonio Requeni:

¿Pero qué hacer si las palabras vienen
por el aire o se trepan por mis piernas?
¿Si las palabras vuelven, temblorosas,
bellas, sensuales, perentorias, mágicas,
y me reclaman una forma antigua
o un resplandor herido de futuro?

Sí, querido poeta: tendremos que consultarlo con los pájaros.(x)

(x) verso final del poema dedicado a Kundera