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Cultura 22 de septiembre de 2019

Cinco miradas sobre Yanícola

Amigas y actrices del director y dramaturgo remarcan la importancia de su obra y de su trabajo en Mar del Plata.

– Diría que ve las cosas al revés

por Olivia Diab (Actriz, directora de teatro y dramaturga)

Disculpen pero voy a hablar en presente. Guillermo Yanícola tiene la facultad de ver las cosas desde otro ángulo, casi diría que ve las cosas al revés. Y hace bien, hace muy bien. Parafraseando al flaco Spinetta, puedo asegurar que él -Guillermo, su obra- tiene la capacidad para “dar a luz a su madre por primera vez” cada vez que piensa, elabora y estrena (siempre estrena) un espectáculo.

Disculpen pero voy a disculpas nuevamente, ahora voy a hablar de mí. Tal vez haya sido esa misma aptitud la que le hizo verme a mí -Olivia, su alumna- una amiga para siempre, cuando en su primer taller de clown (el primero que dio en su vida), un día dijo: “Hoy salgan solos a hacer reír” y yo salí sola a escena y conté Tacirupeca Jarro, un cuento infantil al revés. El se desparramó de risa.

Guillermo tiene la particularidad de ver los frentes donde no hay, escenarios donde no hay (por no decir “en todos lados”) y dramaturgia en donde no hay (en todas las cosas) “Te voy a decir una cosa: (mostrando una cosa dice:) Esto”.

Así en Ubú Un Beso Unico, los actores -nosotros- tuvimos que cenar sobre el escenario en posiciones dificilísimas para que el público pudiera vernos desde arriba. “Quiero una cena cenital” -dijo- y cenamos así, como él lo vio (¡y también lo vio el público! Eso es lograr lo que uno quiere). En Ubú, no fue sólo eso lo que vio. Vio todo, marcó un antes y un después del teatro, no exagero. Ultimamente veo obras geniales como Othelo (de Totó) con su cámara en vivo, sus cuatro actores haciendo todos los personajes, ese vínculo con lo incorrecto políticamente…,

Shakespeare 36 (una producción del Cervantes) con la misma cámara, el despojo de luces e iluminación, la mixtura tiempo de obra- tiempo vivido-tiempo de obra dentro de la obra… o Mi hijo solo camina un poco más lento (¡tan exitosa esa obra!) con sus diálogos “indialogados” … Todas esas obras que vi en estos dos últimos años me fascinaron pero (¡siempre tengo un pero!) en cuanto salgo del teatro pienso “esto ya lo hicimos”, lo llamo a Guillermo y le digo: “Está buenísima pero esto ya lo hiciste con Ubú (2007)” y Guillermo me contesta: “Son aires”. Está siendo modesto, muy modesto.

“Los que están sentados” propone al público de parado. “Muñiz” propone historias entre dos grupos de personajes que se encuentran frente a frente a cada lado de las vías de la estación, “Edificios” redobla la apuesta proponiendo espiar las historias de los personajes de los departamentos enfrentados de dos edificios. En Marde Troya trae la guerra de Troya a un partido de hockey en Mar del Plata… En todas sus producciones, casi sin vestuarios y con los efectos de iluminación mínimos logra sumergirnos en decenas de espacios diferentes en sólo 60 minutos.

Alguna vez me pregunté por qué Guillermo no sale de Mar del Plata. Por qué un tipo con tanto talento, creatividad, generosidad, no puede salir de esta ciudad. Nunca se lo pregunté, me avergüenza. Creo que lo eligió. Hay un mundo inconmensurable en su imaginación y lo muestra en todas sus obras que transcurren en Mar del Plata, la ciudad que lo quiere.

– No le bastaba con ser un genio

por Susy Scandali (periodista)

Tenía proyectos a montones. Cuando me lo cruzaba por la costa o deambulando por el barrio, siempre ensimismado y como flotando, ya sabía que estaba pensando en otro proyecto, en una obra, una canción, un nuevo curso, todo lo entusiasmaba y con ese entusiasmo hablaba de lo que se le había ocurrido. A veces -o casi siempre- eran locuras que después, increíblemente, veía convertidas en realidad y sólo podían ser calificadas de geniales. Pero no le bastaba con ser un genio: era, además, un gran tipo. Las callecitas de La Perla lo andan extrañando…

– Su disrupción atentó siempre contra el conformismo

por Milena Bracciale (Actriz e investigadora teatral. Actuó en Marde Troya y Los que están sentados y participó del documental sobre Tulio Salvatti para Festival Salvatti).

Pensar que este tipo, multifacético y prolífico como pocos, concibió una vida para y por el teatro, cosa que me fascina y produce una inmensa admiración. La pulsión por el hacer es una marca constitutiva de su paso por esta vida, que se acrecentó en el último período en el que, evidentemente entendiendo mucho más de lo que decía entender, lo apuraba, lo corría el tiempo, para concretar su tan anhelado proyecto de las Siete experiencias sobre el espacio. Siempre la desmesura, el delirio, el disparate, el riesgo… Su obra, que lo involucra como músico, actor, dramaturgo y director, tiene lo que para mí son las marcas definitorias del teatro independiente, en vinculación con su origen histórico: la experimentación y el riesgo. A partir de allí, se desprende el compromiso, que es siempre, primero y por sobre todas las cosas, un compromiso ético con la obra artística. Si pienso solo en su teatro, la enumeración de sus piezas es vastísima y lo que la caracteriza es el permanente corrimiento de límites. Su disrupción atentó siempre contra el conformismo y la comodidad del teatro local; exigió correr límites, provocó y motivó nuevas aperturas. Por eso su obra es tan importante.

El, que fue artista en esta ciudad durante treinta años o más, que vio cómo muchos emigraron, fue revolucionario hasta en eso, hasta en la posibilidad de proyectar un arte de calidad fuera del epicentro del país. Escuché a muchos decir “esa cabeza no era para acá… era demasiado”. Pienso que tal vez le hubiera ido mejor en otro lado, no lo sé… pero pienso que esa decisión, ese estar arraigado acá, es otra de sus características que produce tanta admiración.

– Transformó a todos los que tuvimos la fortuna de trabajar con él

por Claudia Mosso (actriz, entre otras obras, fue parte de Disparate)

Creo que como artista siempre corrió riesgos, se animó a hacer todo lo que se le ocurría, a mostrarlo sin pudor, quería sorprender al espectador y también a si mismo, necesitaba sorprenderse para apasionarse más todavía, y a la vez en todo lo que creaba era fiel a su modo de ver el mundo y la vida de las personas, a su propia vida particularmente, ya que en su obra, como en la de todo gran artista, se refleja mucho de su propia historia, sus obsesiones y sus deleites. Fue un gran observador y a través de su inmenso talento pudo traducir lo que observaba de una manera tan ingeniosa e inteligente como sólo un creador de su talla podía hacerlo. Su inspiración era inagotable e infinitamente sensible. Tanto en el teatro como en la música. Siempre tenía proyectos en carpeta esperando en fila para ser realizados. Era un trabajador incansable.

Dueño de un humor único, ingenioso, inteligente, crítico y también naif. Un sello propio. El humor Yanícola. Presente en todo lo que lo rodeaba.

Transformó a todos los que tuvimos la fortuna de trabajar con él, nos cambió para siempre. Tanto a actores como a espectadores nos levantó de las sillas y nos hizo mover, a “todos”, porque él entendía muy bien que esto de hacer arte, entre otras cosas, es estar siempre en continuo movimiento. No habrá ninguno igual. Ninguno.

– “Manejémoslo con pasión”

por Paola Belfiore (Actriz, dramaturga, directora. Actuó en Ubú, un beso único)

Ubú, un beso único fue el resultado de que Guille haya concursado y ganado el Premio Municipal a la Producción Artística de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad en el 2005, lo que significó poder asumir los gastos para poder realizar la obra. Para el programa de mano, escribió:

“Nuestra puesta en escena trata de recrear el universo ubuesco en un marco diferente al original, donde quedan al descubierto los mecanismos teatrales, donde el tema de la obra pasa a ser la representación. Se juega a la farsa, pero a la vez quedan expuestos en crudo los temas de Ubú. Lo obsceno, lo grotesco, lo monstruoso, aparecen tras el mínimo velo de saber que se lo actúa. Una particularidad de funcionamiento: A partir de unidades escénicas pautadas la obra se desarrolla de modo diferente en cada función. Las escenas se van sucediendo libradas a un mecanismo de elección espontánea de los actores/personajes. Llevar al extremo aquello de que cada función es diferente, única e irrepetible. Tomar como regla general la excepción de no fijar, no cristalizar, no repetir”.

Con esta obra, Guille pateo el tablero, ya venía haciendo genialidades, pero con Ubú corrió los límites que estaban instaurados hasta ese entonces. Nos sacudió el esqueleto. Venía con propuestas tales como: “Quiero que caigan desenrollándose rollos de papel higiénico del techo”. Y al siguiente ensayo aparecía con un sistemita diseñado por él y sucedía. En otro momento había una guerra de papeles higiénicos entre los personajes y el público, que generaba un revuelo tremendo.

En la última función de la primera temporada quiso que en la obra no solo estemos los que actuábamos sino que estén en escena todxs lxs que habían colaborado en la puesta, las asistentes, Bruno Festa que era el técnico del teatro, los diseñadores, dos bailarinas amigas y Guille mismo. Al final se armó una gran fiesta con el público. Nadie en cabina. Nadie de público. Todos en escena.

Nos divertíamos muchísimo. Se generó una mística de grupo impresionante. Cada tanto hacíamos butifarras (término nuestro para referirnos a encuentros para comer y beber pre o post función) en donde en general la risa era la anfitriona, graffiteamos algunas paredes de la ciudad con consignas tales como “Viva el Padre Ubú” o “Los polacos somos derechos y humanos”.

En un mail que Guille nos mandó a muy poco de haber estrenado, además de mostrarse contento por como venían saliendo las cosas nos decía: “Manejémoslo con pasión, cada uno aportando su positivo y dejando el no puedo para otro día, si es posible, intentar poder”. Así fue él: apasionado, amoroso, generoso, un trabajador del arte, un maestro excepcional, un dramaturgo y director único, un gran amigo, entrañable. La tristeza que dejo plasmada habla de lo buena persona y del gran artista que era.

Estrenamos en noviembre de 2007 en El Club del Teatro. El elenco estaba integrado por Gabriel Celaya, Olivia Diab, Alejandro Frenkel, Maximiliano Mena, Daniela Silva, Sebastián Villar y yo. Las asistentes de Dirección eran Claudia Mosso y Cristina Ribas y la dramaturgia y dirección eran de él.