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Interés general 20 de noviembre de 2017

El autor del “patito” de la Rambla está preocupado por el otro lobo

El artista Marcos López, responsable de la intervención de uno de los lobos marinos de la Rambla -con un pato salvavidas- ironizó sobre la polémica desatada al respecto y pidió que los marplatenses hagan " un abrazo comunitario-amoroso al otro lobo. Al hermano mellizo. El que quedó en la sombra. El que quedó olvidado", expresó

Las redes sociales “explotaron” con los más variados comentarios sobre la intervención del artista Marcos López en uno de los emblemáticos lobos de la Rambla. La instalación de un “pato salvavidas” en el cuello de la distintiva escultura provocó críticas y polémicas.

Lejos de ofenderse ante las opiniones negativas, Marcos López jugó con la ironía. “Modestamente -perdón por meterme- sin ánimo de provocar, sin ánimo de echar leña al fuego, creo que los marplatenses que están enojados por la invasión de mi pato-baratija, deberían unir sus energías para hacerle un abrazo comunitario-amoroso al otro lobo. Al hermano mellizo. El que quedó en la sombra. El que quedó olvidado. Juntarse 30 personas al atardecer, en silencio, subirse a 30 escaleras, y abrazar al otro lobo. Sin hablar y sin tomar fotos”, escribió en su cuenta de Facebook

“¿Qué estará sintiendo el otro lobo?”, se pregunta Marcos López, en el cuarto día de polémicas, en una publicación en la red social Facebook a la que tituló “el problema del pato y el lobo de mar”.

“Creo que los marplatenses que están enojados por la invasión de mi pato-baratija, deberían unir sus energías para hacerle un abrazo comunitario-amoroso al otro lobo” aseveró el rosarino.

Con la apariencia de una interacción a través de la plataforma, con un colega/amigo marplatense, el artista reflexionó sobre las reacciones que generó su intervención.

“Pasaron un par de días, después de estrés, del entusiasmo del montaje y tomo consciencia por primera vez lo triste que estará el otro lobo, su compañero de toda la vida. Ya no le toman fotos. Quedó solito por la intromisión de su nuevo amigo” escribió López.

Y continuó: “el patito inflable melancólico, trucho, con cara de ‘yo no fuí’, made in China y con gesto de mosquito muerta. Todo el protagonismo fue para esta nueva pareja. Los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol. La atracción superficial. Los amores de verano. En la civilización post digital, lo que importa es la selfie. Los likes. La noticia que se viraliza. La superficie. El cartón pintado. El protagonismo en las redes sociales… ¿Que estará sintiendo el otro lobo, su lobo-gemelo, su otro yo…?” se preguntó.

“Ladran, Sancho. ¿Será señal que caminamos? ¿O estamos girando en el mismo punto mirándonos el ombligo en medio de este alboroto pasajero? ¿Que quedará de este borbotón de elogios-puteadas-agresiones-comentarios cariñosos-livianos-saludos y amenazas?” agregó.

Y se dirigió a los marplatenses: “Modestamente -perdón por meterme- sin ánimo de provocar, sin ánimo de echar leña al fuego, creo que los marplatenses que están enojados por la invasión de mi pato-baratija, deberían unir sus energías para hacerle un abrazo comunitario-amoroso al otro lobo. Al hermano mellizo. El que quedó en la sombra. El que quedó olvidado. Juntarse 30 personas al atardecer, en silencio, subirse a 30 escaleras, y abrazar al otro lobo. Sin hablar y sin tomar fotos”.

Polémico, provocativo, el artista visual Marcos López decidió intervenir el símbolo de esta ciudad balnearia. Y a pedido de la organización del Festival Internacional de Cine, no dudó en llevar su estética al monumento, elegido siempre como postal de vacaciones, veraneo o descanso.

“Toda mi obra se podría desarrollar solamente en Mar del Plata. Es más, todo lo que tengo para decir de la identidad argentina, el color, la cultura popular, mi esencia como artista la podría representar con una serie de fotos en la rambla y la playa Bristol. Mis recuerdos de infancia y adolescencia se reparten entre las Sierras de Córdoba y Mar del Plata. Al lobo de mar lo siento como propio”, dijo el artista, que es dueño de una obra original, en la que expuso con inteligencia creativa la mezcla de lo popular, lo bizarro, lo culto y las marcas que dan vueltas por la sociedad.

“Reciclar, redefinir, remixar la idea de triunfo, premio, condecoración con el juego infantil. El capricho. En vez de ponerle un cascabel al gato, ponerle un pato inflable al lobo de mar. Trabajar con la obviedad. El lugar común. El chiste fácil. Ciudad Feliz / Pato feliz / Lobo feliz”, explicó sobre la decisión de colocar esos elementos al lobo de piedra.