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Opinión 6 de octubre de 2016

Necesitamos un gobierno con presencia y gestión

por José Luis Zerillo

Elegir una ciudad para vivir no está disociado del deseo siempre presente de un futuro mejor para nosotros y para nuestras familias. Deseo que por otra parte no se realiza en soledad o desde la individualidad, implica necesariamente una apuesta colectiva, una construcción comunitaria de estar mejor.  Entendemos que estas aspiraciones son puestas en juego en oportunidad de elegir a quienes tendrán el desafió de llevar a delante el gobierno del Estado, como mayor preponderancia aún, en la elección de cargos de ese Estado cercano y de proximidad que expresa la Municipalidad.

El Estado Municipal es el lugar por excelencia, donde vecinos y vecinas concurren a reclamar la solución de sus problemas económicos, sociales, sobre la prestación de servicios públicos, como así también la garantizacion de sus derechos a la seguridad, salud, educación, entre otros.

Por todo ello consideramos que el deseo de progresar y desarrollarse en sus expectativas personales está directamente ligado al Estado Municipal. Las perspectivas positivas de unos, están ligadas a las de otros. La consabida frase ” el pueblo no se equivoca” se comprende directamente ligada a la búsqueda de ese pueblo de un vivir mejor, de tener un horizonte que lo ilusione, estar mejor mañana de lo que estuvo ayer, situación a la que se podrá arribar o no pero que claramente se persigue al momento de emitir un voto. Quien sufraga elige a su saber y entender a aquel candidato que ha logrado expresarle que llevara adelante ese deseo. Esa voluntad de crecimiento, mejora y desarrollo se deposita en esa urna de cartón el día de las elecciones.

Hoy los marplatenses y batanenses somos testigos de como las acciones de gobierno de los últimos meses no se condicen con aquellos deseos. Al comienzo se iba a llevar adelante una revolución en la ciudad de la mano de planes secretos, luego rápidamente pasamos a frases como “cambios que nunca se vieron” o la creación de Súper Entes que no se efectuaron, para finalizar en las últimas horas, en el medio de una sangría de funcionarios que no cesa, a proponer la utilización de policías de civil – figura en desuso por sus fuertes cuestionamientos – para castigar una conducta, que reprochable, no deja de ser una falta administrativa y no una figura del código penal.

Las frases rimbombantes la demagogia discursiva, no ocultan pese a los intentos la angustiante falta de gestión de la cosa pública. No hay rumbo de gobierno, no hay equipo de trabajo consolidado, no hay proyecto claro de ciudad y ante ello nos encontramos con acciones espasmódicas que agregan mas incertidumbre que certezas.

Nos permitimos pensar que el crecimiento de una ciudad es comparable a una locomotora, que viajando más rápido o más despacio siempre avanza. Detenerla como está ocurriendo con la ausencia absoluta de proyectos a medianos y largo plazo, y por estar apagando incendios auto provocados diariamente, le producirá a la ciudad retrocesos no deseados. Siguiendo con la metáfora, arrancar una locomotora de nuevo, no será gratis para la ciudad. Llevará tiempo perdido, valioso y en muchos ámbitos, difícil de recuperar.

Como muestra de ello, en el caso puntual de las políticas culturales, se desarticularon programas sin tener en consideración el tiempo que requieren la instalación de grupos de trabajo en los barrios, crear la relación con los vecinos, el anclaje territorial necesario para lograr que un proyecto pueda comenzar a transformar la realidad en su zona de influencia. Todo ello, que nuestra municipalidad construyo durante años y a lo largo de distintas gestiones, hoy se encuentra desarticulado.

Idénticos escenarios encontramos en las áreas de salud, deporte, desarrollos productivos o educación.

Por ello consideramos que resulta imprescindible que el Sr. Intendente Municipal conforme un equipo de gobierno, técnico y político, que pueda pensar la ciudad de los próximos 50 años, que desarrolle políticas publicas sustentables, o aunque más no sea, no eche por tierra las que venían desarrollándose. Porque su ausencia, no lo paga la política, no es una cuestión de discusiones meramente teóricas. La usencia y falta de gestión la vemos en los vecinos que tenían salas de salud de 24hs y ahora no las tienen, en los accidentes de tránsito a causa de semáforos que no funcionan, en proyectos productivos y puestos de trabajo que no se generan en la ciudad.

No es cierto que el tren pase una sola vez, pero cada vez que pasa y no nos subimos perdemos valiosas oportunidades.



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