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Opinión 16 de marzo de 2020

La peste en mi pago

por Raúl Acosta

Lunes

El domingo habló nuestro presidente, Alberto Fernández, el porteño. A su lado Axel Kicillof a la izquierda y Horacio Rodríguez Larreta a la derecha. Los símbolos son valiosos en tiempos de guerra y estamos en guerra. Los otros gobernadores seguro no pudieron llegar por la misma razón. La peste. Estamos en guerra contra la peste. Una foto de todos los gobernadores hubiese estado buena pero estas cosas se entienden.

La primera vez que leí, vi, y luego protagonicé las “Historias para ser contadas”, cuatro piezas breves de Osvaldo Dragún, una era impresionante, una feroz denuncia, una que aún, una sola, una que todavía no puedo olvidar. “La Peste viene de Melos”. Si lo querés llevar a relato era cortito. Un tipo debía cotizar carne envasada en latitas, para un ignoto país africano, y veía que los demás tenían precios muy bajos; entonces cotizó calculando carne de ratitas, carne de cobayo, carne de ratas. Ganó la licitación. La economía a escala tiene esas cosas. En ese país apareció la peste bubónica.

Esto no es igual, porque nada es igual y las cosas son parecidas y diferentes, pero a mi nadie me saca de la memoria que las pestes las disparan cuestiones que no tienen que ver con el virus, sino con los hombres.

No soy científico ni lo seré, por dos razones, cerebro y tiempo. Los científicos dicen que se la combate muchísimo con agua y jabón. No es difícil. Mas difícil fue conseguir latitas en el súper chino de la otra cuadra. Un súper que no es tan barato y que, además, su dueño no es chino. Mi señora consiguió varias de Palmitos. Ya la estoy viendo buscar recetas de Psmitos usos y costumbre en el nuevo gourmet de internet.

Ese es otro tema, las recomendaciones por internet. El domingo, después del discurso del señor Presidente, me fastidié porque en un grupo de WhatsApp de informaciones de arte (Asociación Amigos del Arte) alguien difundía audios de un supuesto Facundo Manes. Les dije que la peste no es broma, es peste. Después el mismo doctor Manes (dedicado a la neurociencia) aclaró que el audio no era suyo. Los infectólogos, los epidemiólogos, aún los bacteriólogos pueden hablar. También los ministros de Salud Pública, pero esos no ganan sus puestos por concurso, es otra cosa. Por lo demás un grupo de Amigos del Arte hablando de coronavirus es peor que algunos conductores de programas del corazón dedicados a lo mismo. En estos casos lo mejor es el parte de guerra y a esperar lo que pasa.

En mi caso parezco una vieja canción de Pipo Pescador. …”Veo por mi ventana pasar un tren… las cosas que no pasan las veo también”…

Yo no sé la cantidad de muertos, cumplo y listo, se que debo estar aislado, salir poco y cuidarme mucho. Los muertos son como un partido de fútbol, hasta el pitazo final nadie tiene el resultado seguro.

Tampoco se muy bien como es el contagio, pero imagino que es como todas las cosas de la naturaleza, un día están bien y al poco tiempo no. Que las cosas de la naturaleza se hayan descompuesto en China y después explotaran en Italia no es cuento.

Tampoco es cuento la economía. El tipo que vende praliné, el de los “chori” en la cancha, la banda de “trapitos” y hasta los malabaristas de semáforos de cuatro tiempos, que hacen su número y piden la moneda, van a la bancarrota. Después del coronavirus habrá que darle a la maquinita. Contra el virus de la inflación ya venimos vacunados.

No lo consulté con mi analista de cabecera (una especie de Flaco Abel que aún me guía, confidencialmente y sin receta) pero hay una cuestión que debería colocarse en los protocolos del coronavirus. Dos cuestiones. El sexo en general y el sexo con las amantes en particular. Ejem. No digan que es un tema menor. Ignoro qué pasa en China con este tema. Imagino lo que pasa en Italia. Y advierto qué cosas están sucediendo en Argentina. Parece marxismo elemental. Agudización de las contradicciones. Nos piden mucho encierro, que parecería bueno, y un activísimo manejo de la limpieza, salud corporal y oído atento a la respiración y la tos seca. Y la fiebre. Un lío. La peste es un lío bárbaro. Una contradicción cuasi marxista.



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