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Deportes 15 de noviembre de 2020

El “cumpleaños 50” de la Selección marplatense más famosa de la historia

Se cumple medio siglo de la tarde en la que los carros de asalto del Ejército sacaron a los jugadores de la “Roja” de Olavarría antes de que los alcanzara la furia del público local, provocada por la eliminación y la represión policial. Los recuerdos de Carlos Miori y Carlos Moreno de una tarde que pudo terminar en tragedia.

Las llamas consumen la unidad de El Rápido que trasladaba a la selección marplatense. Los hinchas locales lo habían atacado con "bombas Molotov". (Foto Diario El Popular de Olavarría)

Por Sebastián Arana

 

El celular de Carlos Miori suena por enésima vez el último jueves para recibir un nuevo saludo de cumpleaños. El aludido agradece y, cuando le preguntan por cuántos años “mataba” ese día, sorprende. “El domingo cumplo cincuenta”, tira con picardía.

La ocurrente respuesta de Miori, el “11” de la Selección de Mar del Plata más famosa de la historia, tiene una explicación y una gran historia detrás. Otro 15 de noviembre domingo, como hoy, pero hace ya medio siglo, los jugadores de Mar del Plata salían de Olavarría con la clasificación asegurada para el cuadrangular final de la Copa Beccar Varela de fútbol de 1970. Pero en carros de asalto del Segundo Regimiento Blindado de Caballería, asentado en la vecina ciudad de Azul.

“Nunca viví una cosa igual en el fútbol, no supe de otro caso que un equipo de fútbol haya tenido que salir de una cancha en carros de asalto del Ejército. A veces me río cuando me hablan de presión en este deporte…O de situaciones como la suspensión de la final entre River y Boca de la Copa Libertadores porque le tiraron una piedra a un micro. Comparado con aquello, todo es poco”, afirma Miori.

Viene bien un poco de historia. Mar del Plata, que había eliminado sucesivamente a La Pampa y Bahía Blanca, enfrentaba a Olavarría por la instancia decisiva provincial del Campeonato Argentino de 1970. El ganador se metía en el cuadrangular final nacional.

Siete días antes, el 8 de noviembre, en el partido de ida, la “Roja” había ganado 3-1 en el hoy desaparecido Estadio San Martín. Los olavarrienses volvieron a su ciudad molestos con el arbitraje de Roberto Broghini (reclamaron un supuesto penal del arquero Jorge Videla al delantero Alonso cuando el partido estaba 2-1 y un gol anulado por supuesto off side en la derivación de esa misma jugada), por algunos episodios de violencia sufridos por sus hinchas en las tribunas y por algunos gestos que les dedicó el propio Videla. Y toda la semana incubaron deseos de venganza.

Las crónicas escritas con posterioridad al partido hablan de clima de guerra previo. En la delegación marplatense lo percibieron de distinta manera. En cualquier caso, desde lo logístico, el viaje se planificó como cualquier otro. En lugar de llegar sobre la hora, el plantel se alojó desde el viernes en el Hotel Savoy y el sábado realizó una visita a la fábrica de Loma Negra, la famosa cementera de los Fortabat.
Jorge Tauler, preparador físico de esa selección y compañero de esta misma redacción, siempre sostuvo que lo que ocurrió luego en el Parque “Carlos Guerrero” estuvo preparado de antemano y que las advertencias fueron muchas durante la estadía de la Selección en Olavarría.

“Nos advertían que lo íbamos a pasar mal, pero nadie nos molestó en los dos días que estuvimos en la ciudad. Yo imaginaba que iba a haber clima en contra, pero ni se me cruzó por la cabeza lo que vivimos luego”, recuerda Miori.

Jorge Videla y Adan Amán, todavía cambiados como jugadores, ya de regreso en Mar del Plata. La "Roja" escapó de milagro de Olavarría.

Jorge Videla y Adan Amán, todavía cambiados como jugadores, ya de regreso en Mar del Plata. La “Roja” escapó de milagro de Olavarría.

 

Carlos Moreno, por su parte, marcador central de aquella Selección, sostiene que algo se sospechaba. “Resolvimos, por las dudas, cargar todos los bolsos en el micro y no regresar al hotel. Para que, en caso de ponerse complicado, bañarnos, subirnos al micro y ganar la ruta para Mar del Plata”, apunta.

En la cancha, sin embargo, todo se salió de cauce. Hace un año el propio Diario El Popular de Olavarría recordó aquella jornada con este título: “A 49 años del día más violento de la historia de Olavarría”. El sitio web La Síntesis, por otra parte, cuatro años antes en otro artículo evocativo, tituló: “A 45 años de la tarde negra del ‘70”.

Nadie puede negar el clima hostil y adverso hacia todos los marplatenses, afortunadamente pocos aquel día en el Parque “Carlos Guerrero”. Hubo, sin embargo, múltiples factores que avivaron el fuego. En primer lugar, la fuerte presencia policial en la cancha estuvo lejos de apaciguar los ánimos; por el contrario, los enardeció aún más.

El desarrollo del partido fue clave. Los miles de hinchas que fueron a la cancha soñaban con que Olavarría le dé vuelta a la serie. Tal vez nada hubiera ocurrido con un triunfo local. Pero, por el contrario, se encontraron con una selección marplatense serena, inteligente y con una tarde excepcional del inolvidable Juan Domingo Loyola.

“Mingo los gambeteaba como si nada. Los encaraba por el medio y los pasaba a todos. Les hizo un desastre y metió cuatro goles. Era un fenómeno”, comenta Miori con admiración.

Mar del Plata, que ya traía un 3-1 a favor de la ida, se encontró con un gol a los cuatro minutos del primer tiempo. Entonces entró a tallar el segundo nombre propio de esa tarde: Jorge Videla, quien empezó a meter el partido en el freezer desde el arco, tomándose su tiempo a la hora de poner la pelota en juego y ganándose los insultos de los hinchas locales.

Ocho minutos después del empate de Montanaro que encendió un atisbo de esperanza, Loyola hizo el segundo. Con el 2-1 con el que llegó el partido al entretiempo, cualquiera se daba cuenta de que la eliminatoria ya estaba liquidada. El público olavarriense prácticamente “saqueó” los puestos de bebida en el entretiempo. Pero los envases no fueron devueltos.

Entre Loyola y Videla siguieron sacando de quicio al público. El “Negro”, haciendo goles. El “Gordo”, haciendo tiempo. “Los gozaba, se tiraba, los volvía locos”, recuerda Miori sobre el arquero. “Mingo” hizo el tercero, Videla cayó después de un botellazo en la espalda y el partido estuvo suspendido un rato y finalmente, casi a los veinte minutos del segundo tiempo, el propio Loyola marcó el 4-1.

Ese fue el final. Los botellazos hacia la cancha eran tantos que el árbitro Roberto Maino decidió suspender el partido. “Hasta ahí se había jugado fuerte, pero no hubo grandes problemas entre los dos equipos. Incluso los dos planteles estuvimos juntos en el centro de la cancha hasta que resolvimos meternos en el túnel e ir a los vestuarios”, recuerda Moreno.

Titular del 16 de noviembre de 1970 de uno de los medios olavarrienses y escenas de la represión. Aún hoy en la ciudad "cementera" aseguran que no hubo violencia igual.

Titular del 16 de noviembre de 1970 de uno de los medios olavarrienses y escenas de la represión. Aún hoy en la ciudad “cementera” aseguran que no hubo violencia igual.

 

La policía comenzó a tirar gases lacrimógenos para intentar calmar al público y logró todo lo contrario. La gente se enardeció aún más. Y empezó a emprenderla contra ellos y contra el equipo marplatense. A piedrazos, a botellazos, a naranjazos. Con lo que hubiera a mano.

“Nos fuimos a refugiar al vestuario, muy chiquito. Desde ahí escuchamos una explosión y vimos incendiarse el micro de la delegación, con todas nuestras cosas adentro”, recuerda Miori,

“No sabíamos qué hacer, ni para dónde salir. Nunca tuve tanto miedo en una cancha de fútbol. Ponele que el Gordo los haya provocado un poco, pero todo lo que pasó después fue desmedido”, continuó Moreno.

Mientras arreciaban los golpes y los piedrazos en el vestuario marplatense, un uniformado junto a una camioneta Estanciera no había tenido mejor ocurrencia que mostrarles una pistola a los revoltosos para tratar de disuadirlos. Los hinchas, enfurecidos, destrozaron el vehículo al grito de “torturadores y asesinos”.

“Creo que se mezclaron un montón de cosas aquella tarde. Eran años de dictadura militar y la gente odiaba a la policía”, reflexionó Moreno. Aquella tarde, en definitiva, estalló un montón de furia contenida.

“Ya pensamos en meternos a la cancha para tratar de saltar el alambrado e intentar ganar los terrenos del golf de al lado de la cancha para escapar. Y entonces llegó el Ejército para sacarnos. El capo estaba en pantuflas porque, cuando los llamaron, estaba jugando un partido de polo en Azul”, recordó Miori.

Mientras el micro de El Rápido seguía ardiendo, los jugadores fueron metidos desde el vestuario dentro de carros de asaltos del Segundo Regimiento Blindado de Caballería. El público la emprendió a piedrazos contra los vehículos. “Las piedras seguían volando, caían sobre el casco del soldado que manejaba y caían adentro del carro, casi a nuestros pies”, continúa Miori.

Cuando los carros intentaban salir del Parque “Carlos Guerrero”, los hinchas salieron a cortarle el paso entonando la Marcha Peronista. “El jefe entonces ordenó realizar una descarga de ametralladoras hacia arriba contra los pinos del parque para disuadir a la gente. Recién cuando empezaron a caer las ramas, el público comenzó a dispersarse”, finalizó Miori.

Los carros de asalto lograron salir del Parque “Carlos Guerrero” y llegar a Azul. Allí la delegación marplatense se subió a otro micro y pudo emprender el regreso. Hacia la una de la madrugada llegó a “El Rey del Bife”, el restaurante propiedad del padre del periodista Juan Carlos Morales, donde aguardaban, angustiados, las familias de los jugadores.

Las ambulancias trasladaron heridos desde la cancha hasta distintos hospitales durante un buen rato, algunos de gravedad. Milagrosamente, no hubo muertos.

“No me olvidó más, no creo que nunca más haya pasado algo similar. Creo que la sacamos baratísima”, finalizó Moreno. Cuentan que cada vez que aquel equipo se reúne el recuerdo de aquella tarde en Olavarría es tan o más fuerte que el del propio título argentino, logrado un mes después en el Estadio San Martín ante Mendoza.

“Nacimos de nuevo. Desde hoy, somos todos escorpianos”, dijo el Gordo Videla aquel día, una vez que pasó el susto. Así de cerca vio la tragedia el equipo marplatense más importante del siglo XX.

 

 

 

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